Radicales al mando
Edición Nº 1006 - Viernes 6 de setiembre de 2024. Lectura: 5'
El Frente Amplio sigue demostrando que, si hay algo en lo que son expertos, es en el arte de la contradicción interna y las peleas fratricidas. Con una agilidad sorprendente, logran enredarse más en sus propias disputas que en buscar soluciones reales para los problemas de ese “pueblo” del que se dicen devotos. La semana pasada, los problemas giraron en torno a los dichos sobre la desregulación laboral del eventual ministro de economía del Prof. Orsi, el Ec. Oddone. Ésta, el asunto de la discordia fue la seguridad social. En ambos, mandan los radicales.
La última edición de este drama frentista la protagonizan 112 economistas que, al parecer, se cansaron de la fantasía populista y decidieron firmar un documento advirtiendo sobre las “consecuencias injustas y regresivas” del plebiscito que el PIT-CNT y los partidos Comunista y Socialista están impulsando. Por supuesto, estos economistas no podían dejar de agregar el clásico toque izquierdista: critican la reforma previsional del gobierno, porque, aunque reconozcan que el plebiscito es un disparate, no pueden admitir que “los otros” tengan razón. Eso sí, para no perder la costumbre, vuelven a hablar del “gran diálogo social” que, según ellos, nunca se dio.
Es curioso cómo estos economistas olvidan, en su crítica al gobierno, algunos pequeños detalles. Por ejemplo, que su partido y el PIT-CNT estuvieron representados en la comisión que diseñó la reforma, que criticaron todo pero no hicieron una sola propuesta, y que el presidente Lacalle Pou, incluso, se tomó el trabajo de llevar el proyecto –previo a su tratamiento– a la sede del Frente Amplio, donde lo recibió el propio Fernando Pereira. Ahora resulta que, reconociendo el desastre de la contrapropuesta de los radicales, el resto del frentismo propone un “diálogo”, como si éste no hubiese existido.
El verdadero espectáculo comenzó cuando los paladines del plebiscito decidieron salir al ruedo para poner la “casa en orden”. Primero, Constanza Moreira, resucitada en las pasadas internas, sentenció con su característico tono paternalista: “La unidad de la izquierda requiere combinar las convicciones con la ética de la responsabilidad”. Traducido al español no “weberiano”: “Cállense y hagan lo que nosotros decimos, lo contrario es hacerle el juego a la derecha”. Es fascinante ver cómo siempre encuentran una forma elegante de decir que el debate no es bienvenido si no están de acuerdo.
Luego, el infaltable Andrade, siempre listo para la lucha cuerpo a cuerpo, se lanzó a denunciar “gruesos errores” en el documento de los economistas disidentes. Sin vueltas, les dijo que los invitaba a debatir de a uno. Como era de esperarse, en el otro lado, “los Bergara”, respondieron con un elegante “no, gracias”. Así y todo, el argumento es el mismo: “Para cuidar la casa común”, justifican.
El Partido Comunista, como es costumbre, decidió dar un paso más. Su secretario general, Juan Castillo, acusó al grupo de economistas de “romper determinados criterios” al ir más allá de la “libertad de acción” –claramente supuesta– que les otorgó el Frente Amplio. La libertad de acción, por lo visto, solo es válida si se usa para apoyar al plebiscito, como denunció un dirigente frentista. Si alguien decide expresar la opinión contraria, como en este caso, será –bien– acusado de “traición”. Y ni hablemos ya de cómo el PCU ha logrado imponer su visión radical en todo este despropósito, inclinando la balanza del PIT-CNT con un par de votos. Así es como se fragua el “movimiento popular”: con una mayoría ínfima de sindicalistas fanáticos que empujan a un país entero al abismo (con la complicidad del resto de “las izquierdas”).
La inefable y desaparecida Fabiana Goyeneche también se sumó al coro, y no para decirnos que vivir en la calle es un derecho, sino para recordarnos que “el bloque social es el verdadero actor de las luchas por el bien común”. Realmente conmovedor. Siempre un “pero” a las ideas sensatas. Porque, claro, defender las ideas está bien, intercambiar opiniones está perfecto... pero solo si ese intercambio no va en contra del “bien común” (el dogma).
Mientras todo esto pasa, ¿quién habla, además de la Coalición, de los verdaderos problemas, de lo que traerá la reforma? Parece que eso es lo de menos. “Los Bergara”, como antes “los Astori”, nos advierten que el plebiscito es “riesgoso” y podría poner en jaque la economía, pero eso no parece importar. Lo que importa es mantener intacta la imagen de unidad, aunque sea una fachada. Porque, al final, en el Frente Amplio no se trata de gobernar para todos, sino de mantener contentos a los más radicales.
Ahora, Sr. Lector, imagine por un segundo lo que pasaría si el Frente Amplio volviera al gobierno nacional. ¿Gobernar? No, eso es secundario. Lo prioritario sería continuar con este espectáculo, donde los moderados tienen que pedir permiso para hablar y los radicales deciden quién tiene derecho a abrir la boca. Volveríamos a ese mismo estado permanente de asamblea que tanto daño nos hizo en el pasado. El mismo que destruyó la educación, la economía, la seguridad…
Como bien dice el ex Presidente Sanguinetti en columna de esta edición: “Ni una democracia sólida como la nuestra está totalmente inmunizada contra el brote fascista”. Y en el Frente Amplio, parece que estas actitudes ya se están naturalizando. Primero silencian a los que piensan diferente, y luego, sin perder el ritmo, insultan al adversario, como vimos en el caso de los insultos al presidente Lacalle Pou en la Facultad de Medicina.
En fin, nos remitimos al título...
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