Edición Nº 1021 - Viernes 20 de diciembre de 2024        

A propósito del próximo gabinete frentista

El reciente anuncio del gabinete del presidente electo Yamandú Orsi ha confirmado los peores temores de quienes esperaban un gobierno con visión y capacidad para abordar los desafíos estructurales que enfrenta el Uruguay. Lejos de presentar un equipo con peso, el gabinete parece más un mosaico de equilibrios internos del Frente Amplio que una verdadera apuesta por la gestión. Este es un equipo diseñado, quizá, para gestionar una intendencia, no para liderar un país que demanda soluciones transformadoras.

El perfil de varios de los ministros designados (carteras de gran importancia, dicho sea de paso) es un reflejo de esta falta de ambición. En Trabajo y Seguridad Social, la elección de Juan Castillo, un dirigente comunista con una postura marcadamente rígida, plantea serias dudas sobre el rumbo que tomará el país en políticas laborales. En un contexto en el que Uruguay necesita urgentemente continuar la senda de la flexibilización y fomento de la inversión privada, el liderazgo de Castillo promete más confrontación que consenso. Su historial sugiere un enfoque que priorizará la agenda sindical por encima de las necesidades del mercado laboral, lo que podría desalentar la generación de empleo y ahuyentar capitales. Esperamos equivocarnos, claro está.

En Desarrollo Social, la designación del inefable secretario general del socialismo ortodoxo, Gonzalo Civila, refuerza esta tendencia preocupante. Con un enfoque ideológico que parece inspirado en los fracasos del kirchnerismo, Civila representa un retroceso para una cartera que debería centrarse en ofrecer oportunidades reales de progreso y movilidad social, no en perpetuar la dependencia asistencial. Estas decisiones subrayan la desconexión entre las necesidades del país y las prioridades del nuevo gobierno.

Aún más alarmante es la concentración de poder en la figura del futuro prosecretario de Presidencia, el ex fiscal de corte Jorge Díaz. Bajo su dirección, no solo se designó al ministro del Interior (Negro es un “hombre de Díaz”, según se comenta entre el futuro oficialismo), sino que también se pretende centralizar desde Presidencia la política de seguridad pública, desplazando al Ministerio del Interior y a la Policía de su rol protagónico. Esta decisión implica que Díaz, un jerarca que no está sometido a controles parlamentarios como lo están los ministros, acumulará un poder sin precedentes en esta área crucial. Sin la posibilidad de interpelaciones o llamados a sala, la transparencia y el control sobre sus acciones quedarán gravemente limitados.

Este esquema genera profundas preocupaciones –más de las que se tenían previo a estos anuncios– sobre el rumbo que tomará la política de seguridad en los próximos años. La seguridad es un tema crítico que requiere equilibrio, transparencia y responsabilidad. Sin embargo, el enfoque anunciado por Díaz no solo centraliza decisiones clave en una figura no democráticamente elegida, sino que también excluye al Parlamento de su rol fiscalizador, lo que supone un debilitamiento de las instituciones democráticas y un retroceso en términos de gobernabilidad.

A esto se suma la cantada –por adelantado– designación de Gabriel Oddone en Economía, un economista que ha generado más controversias que consensos dentro del frentismo. Sus propuestas de desindexar salarios y flexibilizar la negociación colectiva, aunque sean necesarias para algunos sectores, han encendido alarmas entre las bases del partido. Oddone llega con un historial de declaraciones contradictorias y un claro distanciamiento de las posturas mayoritarias de la coalición de izquierda, lo que plantea dudas sobre su capacidad para liderar en un entorno político tan polarizado. Su designación parece más un intento desesperado por incluir una figura técnica respetable que una apuesta genuina por la cohesión y el liderazgo económico. Imaginemos, en este punto, la mesa de negociación de la triada Oddone-Castillo-Civila (“para alquilar balcones”, como se dice coloquialmente)…

Más allá de los nombres individuales, el gabinete de Orsi refleja una visión conservadora que no está a la altura de las demandas del país. En Educación y Salud, dos áreas cruciales para el desarrollo a largo plazo, las expectativas de reformas estructurales y una modernización profunda han sido defraudadas. En lugar de figuras con una clara agenda transformadora, se han designado nombres –de viejos conocidos– que representan continuidad y complacencia con modelos ya agotados. Esto es especialmente alarmante en un momento en que Uruguay necesita continuar con urgencia la transformación educativa y la eficiencia del sistema de salud pública emprendida por la Coalición.

El gabinete también pone de manifiesto la incapacidad del Frente Amplio para cumplir sus promesas. La aspiración de paridad de género, ampliamente anunciada durante la campaña, ha quedado reducida a un eslogan vacío. Con solo un tercio de mujeres en los ministerios, el nuevo gobierno ostenta niveles similares a los de administraciones que con tanto ahínco criticó.

Uruguay enfrenta desafíos enormes: continuar la senda de la generación de empleo (en un escenario internacional hostil), avanzar en la transformación educativa, garantizar la seguridad pública y mantener la estabilidad financiera lograda. Para enfrentar estos retos, se necesita un liderazgo capaz de generar consensos amplios, atraer inversiones y ofrecer soluciones innovadoras. Sin embargo, lo que este gabinete proyecta es algo muy distinto, una fórmula que difícilmente podrá responder a las expectativas de los uruguayos.

El anuncio de Orsi, que tantas expectativas generó, representa, en primer lugar, una oportunidad perdida; un recordatorio de que las viejas recetas del Frente Amplio no son suficientes para los problemas de hoy. La falta de un liderazgo sólido y transformador encorseta al país en una dirección que promete más de lo mismo. El gobierno comenzará con un equipo que ya parece destinado al fracaso. Lamentablemente, lo que se vislumbra es un horizonte de promesas incumplidas y oportunidades desperdiciadas.


Final y comienzo

Por Julio María Sanguinetti

Fin de gobierno. Comienzo de gobierno. Cambio de Coalición. El que termina lo hace con la bendición de la opinión, según las encuestas, y al mismo tiempo la derrota electoral, paradójica repetición de lo que se venía observando en los últimos meses. Para añadir más confusión, la Coalición oficialista ganó la primera vuelta y en veintisiete días la perdió por una diferencia parecida. Ya estamos todos saturados de interpretaciones complejas para lo que los números explican con cierta sencillez: por los 41.000 votos de menos en el interior (falta de movilización) y el vuelco de los votos contestatarios de Identidad Soberana.

El gobierno que se inicia lo hace en un ambiente de moderación, sin el anuncio de grandes cambios, como reiteradamente lo dijo el Presidente electo, Prof. Yamandú Orsi. El gabinete refleja una distribución política pura y dura, hasta con un Ministro de Trabajo sindicalista comunista, que ya veremos cómo hace para cumplir su deber de árbitro imparcial de la puja obrero-patronal. Lo positivo es que el Ministro de Economía y el equipo que ha formado inspiran confianza en el mercado, por solvencia profesional y el anuncio de la continuidad de la línea monetaria.

El desafío, en especial para ellos, comienza en las promesas de campaña, como la absurda y antidemocrática persistencia del PIT-CNT en cambiar una ley jubilatoria avalada por la amplia mayoría de la ciudadanía en un plebiscito. Allí va a estar la primera pulseada fuerte. Luego vendrá el día a día, con un ministro radical en el MIDES pidiendo dinero todos los lunes y un sistema de seguridad social que acumula déficit gigantescos en el FONASA y en el propio Banco de Previsión Social. La situación general de las cuentas públicas no muestra rasgos críticos, pero tampoco está holgada la caja para “velitas al socialismo”. Ese es el tema: el marxismo se murió en el mundo (lo de Cuba no es vida), Danilo Astori enterró todos los viejos eslóganes de no pagar la deuda externa y nacionalizar la banca pero en los cuadros frentistas persiste la vieja mentalidad. Se resignan a la economía de mercado pero proponen todo el tiempo administrarla desde la otra doctrina, la corporativa, la clasista que tanto invoca el PIT CNT. En una palabra, jugar al fútbol con las reglas del básquetbol. Menuda pulseada.

En cuanto a la Coalición Republicana, confiemos en que mantenga la sintonía para coordinar una acción opositora de calidad. En el juego institucional, es “mano” el gobierno, de modo que el tono y la intensidad de la labor de contralor se regularán en función de su actitud. Es importante, sin embargo, que la Coalición se atenga a su razón de ser, a la que dio nacimiento a la idea en aquel lejano mayo de 2018 en que nos reunimos con los Dres. Larrañaga y Lacalle Pou: ser una alternativa. O sea, no sólo ejercer la clásica función de crítica sino ofrecer al mismo tiempo una perspectiva de futuro.

Es en esa dimensión que nuestro Partido Colorado tiene por delante un período desafiante. El que termina lo fue: comenzó con un candidato de renovación que abruptamente abandonó la política, transitamos el desierto desde la institucionalidad partidaria y llegamos finalmente a una interesantísima elección interna, de la que emergió una fórmula joven. Andrés Ojeda, sin ninguna organización previa aunque ya con años de militancia, desarrolló una campaña moderna, novedosa, juvenil, que mostró un partido refrescado y un conductor vivaz e inteligente. Robert Silva, con larga trayectoria en la educación, aportó un perfil propio desde ese tema consustancial a la historia batllista.

Ojeda ocupará la Secretaría General que conquistó en la elección. No dudamos que realizará una gestión amplia, abierta a todos los sectores y con una institucionalidad dinámica. Ese liderazgo institucional y político no excluye el de otras figuras con perfil propio, como Pedro Bordaberry, Tabaré Viera, Gustavo Zubía y la presencia de una vasta legión de correligionarios de la vieja guardia hoy en retiro de la competencia electoral pero activos en el debate nacional.

Se abre el espacio de la juventud, a la que el Partido venía dando relevancia pero que ahora requerirá más que nunca una oportunidad de fondo. El mundo sigue cambiando, hasta geopolíticamente, y los modos de comunicación y producción se transforman constantemente al impulso de la ciencia y la tecnología. No todos esos cambios son auspiciosos, porque la avalancha populista, los nacionalismos agresivos y las guerras socavan la democracia, hoy puesta a prueba aun en las grandes potencias democráticas. El desafío es como incorporar los nuevos horizontes que asoman, soslayando a la vez los malhumores que generan las migraciones y las amenazas de las nuevas formas del delito. En nuestro caso, además, economía modesta en un espacio latinoamericano sin poder propio, preservar la competitividad es un tema excluyente, del que dependerá el nivel de inversión, empleo y bienestar general.

El Partido Colorado sigue siendo un reducto de republicanismo, de laicidad, de sentido del Estado, de la educación popular, tantas veces degradada por abusivas gremiales aun remanentes de la vieja izquierda. Este brote de juventud que ha aparecido debe crecer y consolidarse, porque los batllistas tenemos un rol fundamental a cumplir en la coalición y en el país. Comenzando por impedir que la izquierda uruguaya, otrora con las armas en la mano para derrumbar la democracia “burguesa” del Estado Batllista, hoy pretenda cobijarse bajo ese amplio manto para esconder su falsedad ideológica. Soñaron con la sociedad socialista de Cuba, hoy el más triste fracaso de la historia; hasta hace muy poco abrevaban en el kirchnerismo argentino o el chavismo venezolano y de un día para el otro se cubren detrás de una bandera que no les pertenece.

El Partido Colorado ha sido el mayor constructor de las instituciones políticas y sociales del país. Al pie de ellas, no cejará un día de defenderlas de todo desvío populista, corporativista o como se quiera llamar a esa confusa ideología que de a ratos no sabe si Venezuela es dictadura o Hamas una organización terrorista.


Sanguinetti en Punta del Este

Hoy, a las 20:00 hrs. en el Salón Río De Janeiro del Hotel Enjoy de Punta del Este, el ex Presidente Julio María Sanguinetti presentará su más reciente libro, “Memorias de una pasión: Una vida junto al arte y los artistas”. La entrada es libre y gratuita, previa inscripción en SuTicket.com. ¡Los esperamos!


Hasta febrero!

Los redactores y columnistas de Correo de los Viernes, todos voluntarios, también tienen derecho a hacer una pausa. El año próximo va a ser intenso, como todo inicio de un nuevo gobierno. Para acometerlo mejor, nos tomaremos unas breves vacaciones.

Retomaremos contacto con los lectores el viernes 7 de febrero.

¡Feliz 2025 para todos!


A propósito de las nuevas plazas de Montevideo

Con una inversión de $9 millones, el Municipio B ha decidido transformar la Plaza Juan Ramón Gómez en un lugar que incluye baños públicos, una cocina y un salón de usos múltiples. Sin embargo, lo que podría haber sido una mejora para el barrio Palermo se percibe como un proyecto que amenaza con desnaturalizar su función original y transformar la plaza en un foco de aglomeración para personas en situación de calle.

La preocupación de los vecinos no es arbitraria ni antojadiza. Palermo, como otros barrios céntricos de Montevideo, ha enfrentado durante años problemas de convivencia relacionados con la presencia de personas sin hogar, muchas de ellas con problemas de adicciones o enfermedades mentales. Los residentes temen –así lo han denunciado públicamente– que la construcción de instalaciones como baños y una cocina (¿para qué?) en un espacio tan reducido pueda convertir la plaza en un punto de concentración para este sector de la población, exacerbando las dificultades sociales ya existentes en la zona.

La Intendencia y el Municipio B parecen haber subestimado el impacto de esta decisión. Por un lado, no se ha proporcionado a los vecinos información clara y transparente sobre los objetivos y el funcionamiento del proyecto. Las reuniones previas a la obra fueron escasas y mal comunicadas, lo que dejó a muchos residentes sin voz ni voto en un asunto que afecta directamente su calidad de vida. Por otro lado, tampoco se han presentado estudios que respalden la viabilidad del plan ¿Qué garantía tienen los vecinos de que el proyecto no terminará generando más problemas que beneficios?

Como dijimos, el temor no es infundado. Palermo ya cuenta con un centro diurno administrado por la ONG El Abrojo, que se encuentra cerca de la plaza y que atiende a unas 80 personas en situación de calle. Este tipo de instalaciones, aunque necesarias, tienden a generar dinámicas complejas en su entorno inmediato, especialmente cuando no se acompaña de un plan integral que aborde la inclusión social y la seguridad. La construcción de baños y una cocina en la plaza podría convertirse, en la práctica, en una extensión del centro, con todas las implicancias que ello conlleva: conflictos de convivencia, deterioro del espacio público y la eventual “inhabilitación” de la plaza para los vecinos que la han disfrutado durante décadas.

No se trata de negar los derechos de las personas en situación de calle. Nadie puede cuestionar la necesidad de ofrecerles condiciones dignas, como acceso a baños y alimentación. Sin embargo, el espacio público debe ser planificado para el uso y disfrute de todos los ciudadanos, y no para solucionar, de manera improvisada, problemas que requieren un abordaje mucho más profundo. Convertir una pequeña plaza barrial en un lugar de atención a personas vulnerables puede ser una medida práctica, pero también es una señal de que el Municipio está delegando responsabilidades que deberían abordarse en un marco más amplio de políticas sociales.

La falta de previsión en este caso es alarmante. Los vecinos señalan que el proyecto parece diseñado sin tener en cuenta las características específicas de la Plaza Juan Ramón Gómez: un espacio reducido, rodeado de viviendas y negocios pequeños, que representa el único pulmón verde en un tramo considerable de la ciudad. Además, los residentes han hecho hincapié en la transformación física que sufrirá la plaza, con la eliminación de césped, adoquines históricos y mobiliario urbano tradicional para dar paso a un “cementazo”.

El Municipio B tiene la oportunidad de rectificar. La pregunta es si estará dispuesto a escuchar antes de que el daño sea irreversible.


¿Una Intendencia en falso? (queremos creer que sí)

La Intendencia de Salto ha protagonizado un episodio que no solo resulta indignante, sino que pone en tela de juicio su seriedad institucional. La invitación a la colocación de una placa “en solidaridad con el pueblo de Palestina” en un espacio público de la ciudad, utilizando el logo oficial de la Intendencia y acompañada de un mapa que literalmente borra a Israel del mismo, es un acto que, al margen de las excusas tardías y poco convincentes, revela una alarmante falta de criterio o, peor aún, afinidad…

Los hechos son claros. En una invitación firmada por la Comisión Solidaridad Salto-Palestina y, supuestamente, la Intendencia de Salto, se convoca a un acto que no solo busca solidarizarse con el pueblo palestino, sino que incorpora un símbolo que respalda la consigna extremista de “desde el río hasta el mar”. Esta frase, inscrita en la carta fundacional de Hamás, es conocida por ser un llamado explícito a la desaparición del Estado de Israel y, con él, al exterminio de su pueblo. Que un gobierno departamental se vincule, directa o indirectamente, con esta narrativa no es solo una afrenta, sino un insulto a los principios democráticos y de convivencia que caracterizan a nuestro país.

Frente al escándalo generado por esta situación, la Intendencia de Salto emitió un comunicado apresurado negando su participación y atribuyendo la inclusión de su logo a un “error” de los organizadores. Sin embargo, resulta extremadamente difícil aceptar esta explicación sin levantar serias dudas sobre su veracidad ¿Cómo puede un grupo externo utilizar el logo y el nombre oficial de la Intendencia sin ninguna autorización? ¿Por qué no hubo un control previo sobre un acto que, según se aclara después, contaba con conocimiento del protocolo desde hacía meses? ¿Y por qué, si se trataba de un “error”, la Intendencia no actuó de inmediato para desvincularse, sino que esperó hasta que el escándalo ya estaba en boca de todos?

Más sospechoso aún es el hecho de que solo después de que actores políticos y sociales cuestionaran públicamente el acto, la Intendencia decidiera emitir su declaración. A estas alturas, la ciudadanía tiene derecho a preguntarse: ¿fue realmente un error aislado o una muestra de negligencia deliberada para complacer a ciertos sectores ideológicos? La excusa del “error” parece diseñada más para apaciguar la indignación pública que para explicar lo ocurrido de manera honesta.

No es posible desligar el uso del mapa que elimina a Israel del contexto político internacional y de los valores que representa. En un momento en que el terrorismo fundamentalista de Hamás ha mostrado su cara más brutal, con masacres, secuestros y violaciones, respaldar símbolos que avalan su retórica no es solo una falta de criterio; es una irresponsabilidad imperdonable...


El último partido: la Coalición Republicana frente al desafío de las municipales

Las elecciones municipales de mayo de 2025 representan mucho más que una disputa departamental: son el último capítulo de un ciclo electoral que definirá el futuro de la Coalición Republicana.

Tras su histórico triunfo en 2019 y la derrota ajustada en las nacionales de 2024, la Coalición enfrenta un desafío único: demostrar que puede mantenerse unida y consolidarse como la alternativa viable frente al Frente Amplio, incluso desde la oposición. Montevideo, Canelones y Salto serán el epicentro de esta disputa, donde por primera vez competirá como un lema unificado, buscando replicar el modelo de acumulación que ha sostenido al Frente Amplio por décadas.

Montevideo, en particular, simboliza esta lucha. Con más de 35 años de gobiernos frenteamplistas, la capital sigue arrastrando problemas crónicos: calles llenas de baches, basurales que nunca desaparecen, un tránsito caótico y un sistema de limpieza que parece agotado. Como lo señaló Martín Lema, único candidato confirmado, “este proceso ya está agotado”. La Coalición Republicana busca presentarse como la respuesta a este agotamiento, con una estrategia que combina experiencia y una visión renovadora. Sin embargo, ganar Montevideo no será tarea fácil. El Frente Amplio sigue siendo una fuerza profundamente arraigada en la capital, y su candidato, Mario Bergara, promete continuidad con retoques, en un intento por consolidar el apoyo tradicional.

Canelones y Salto no están exentos de desafíos. En Canelones, los problemas estructurales son similares a los de Montevideo: una gestión que parece haberse conformado con el statu quo, sin ofrecer soluciones reales a problemas de infraestructura y servicios básicos. Salto, por su parte, es un escenario especialmente interesante. Con un Frente Amplio desgastado por la gestión de Andrés Lima, la Coalición tiene una oportunidad histórica para retomar el control del departamento. Sin embargo, para capitalizar esta oportunidad, la unidad entre los partidos que componen la Coalición será clave.

Y aquí radica el gran obstáculo: la unidad. La Coalición Republicana fue un experimento exitoso durante el gobierno de Luis Lacalle Pou, logrando resultados tangibles en varias áreas, pero la derrota en las nacionales de 2024 ha revelado fisuras que podrían poner en riesgo su continuidad. Si la Coalición no logra superar estas divisiones, las elecciones municipales podrían convertirse en una prueba de fuego que determine su viabilidad a largo plazo.

En este contexto, la decisión de competir como lema único en Montevideo, Canelones y Salto es un paso estratégico que no solo busca maximizar las posibilidades electorales, sino también enviar un mensaje claro de cohesión a sus votantes. Como lo expresó Gustavo Osta, secretario general del Partido Colorado, la Coalición debe ser "un bastión de la democracia", demostrando que es capaz de ofrecer una alternativa seria y efectiva frente al Frente Amplio. Esto implica no solo presentar candidaturas sólidas, sino también construir un proyecto que responda a las necesidades concretas de los ciudadanos.

El 11 de mayo de 2025 será el día en que los ciudadanos decidan entre dos caminos. Para la Coalición Republicana, será el último partido de este ciclo político, pero también el primero de un nuevo capítulo en su historia. La oportunidad está sobre la mesa, pero el resultado dependerá de su capacidad para mantener la unidad, ofrecer soluciones reales y convencer a los votantes de que el cambio es posible.


El agua no puede esperar

En el centro del debate de la transición se encuentra el proyecto Neptuno, una obra estratégica que busca garantizar el suministro de agua en el área metropolitana, pero que hoy enfrenta la oposición del Frente Amplio, que insiste en detener su avance tras su victoria electoral. Detener este proyecto sería un error histórico que el país no puede permitirse.

El expresidente Julio María Sanguinetti lo resumió con claridad: “Arazatí tendría que empezar ayer”. Este no es un simple capricho político ni un asunto de preferencias ideológicas, como lo plantea el Frente Amplio. Es una cuestión de supervivencia. Uruguay ya vivió una crisis hídrica grave en 2023, que dejó en evidencia la fragilidad de nuestra infraestructura y nuestra excesiva dependencia del río Santa Lucía. Tres eslabones sostienen el suministro de agua para Montevideo: el río, la planta de Aguas Corrientes y la represa de Paso Severino. Si uno de ellos colapsa, el resultado será un desastre de proporciones inimaginables ¿Quién se hará cargo si el país enfrenta una nueva emergencia sin una solución alternativa?

El Frente Amplio se opone al proyecto Neptuno con el argumento de que incluye participación privada, lo que delata una posición ideológica que prioriza dogmas por encima de las necesidades de la población. Como bien ha señalado Sanguinetti, si esta obra fuese financiada exclusivamente por OSE, la izquierda la celebraría sin objeciones. Pero esa no es la realidad: los recursos públicos son limitados, y los gobiernos frenteamplistas tuvieron 15 años para desarrollar las obras necesarias, como la planta de Casupá, sin hacer prácticamente nada al respecto. Hoy, mientras el Frente Amplio propone un análisis interminable de alternativas, los ciudadanos enfrentan el riesgo de un nuevo colapso hídrico.

Es imposible no recordar las palabras del expresidente Mujica durante la crisis de 2023: “Tendríamos que haber arrancado antes, nos dormimos todos”. La crisis del agua no es un tema ideológico ni partidario. Es un desafío urgente que requiere soluciones inmediatas. El proyecto Neptuno, con todas sus posibles imperfecciones, es la mejor respuesta disponible en este momento. No podemos darnos el lujo de detener su avance por intereses políticos. Si el Frente Amplio insiste en paralizar esta obra, será responsable de cualquier crisis futura que el país enfrente por falta de agua.

Ya nos dormimos antes; no podemos permitirnos cometer el mismo error de nuevo.


La “institución invisible”

Con estas palabras, el ex Presidente Sanguinetti tituló su habitual espacio escrito en El País. Compartimos sus reflexiones con los lectores de CORREO.

¿Cómo nos explicamos que mientras una ola proteccionista se anuncia desde los EE.UU., China sea el sostén de la antorcha de la libertad comercial? La gran potencia occidental que lideró la globalización, puesta en escena luego de la caída del Muro de Berlín, que inspiró la Organización Mundial de Comercio y así abrió espacio a tres décadas formidables de crecimiento y bienestar. ¿Da un giro hacia el encierro en fronteras nacionales, en una renacida competencia de bloques geopolíticos?

¿Cómo entender que los modernos populistas, continuadores de los demagogos que ya denunciaba Aristóteles como forma espuria de la democracia, broten ahora más a la derecha que a la izquierda? Desde Pisístrato, en el siglo VI antes de nuestra era, hasta Chávez, se suponía que la explotación de los instintos populares más allá de lo razonable era patrimonio del mesianismo justiciero de las izquierdas. Sin embargo, cabalgando sobre las insatisfacciones provocadas por las inmigraciones en los países ricos o en el desasosiego de la inseguridad provocada por el crimen organizado en el resto, emergen salvadores desde enclaves de una vieja derecha llevada al extremismo. Al borde de la ilegalidad, logran el aplauso de pueblos fatigados de violencia o de excesos de las nuevas sensibilidades sociales. Empero, las escenas grotescas de la invasión de los Congresos de los EE.UU. o Brasilia por turbas desaforadas, escenificaron con dramática elocuencia los modos de acción de estos movimientos que distorsionaron el clásico mensaje conservador.

Hasta el prejuicio antisemita ha cambiado de signo: lo que antes provenía de la extrema derecha, ahora asoma desde una izquierda confundida y superficial. Universidades norteamericanas, reducto histórico de la filosofía liberal, se transforman en emblemas del antisemitismo al cohonestar al terrorismo de Hamas y considerar que, según “el contexto”, puede llegar a admitirse su reaccionaria concepción. Agrupaciones feministas se deslizan de modo inverosímil a su propia negación, arrastradas a la defensa de movimientos islámicos en que la mujer se reduce a una condición prácticamente animal.

Este transformismo ideológico es el reflejo de la quiebra de la confianza, el lazo social más fuerte que amalgama la cohesión de la sociedad. La “institución invisible” que hace posible al resto. Si el paciente no tiene confianza en su médico o el alumno en el profesor o un cónyuge en el otro o el ciudadano en los valores de la nación a la que pertenece, difícilmente se sostendrá el vínculo que los une. Como decía Alain Peyrefitte, el gran pensador ministro de De Gaulle, la desconfianza esteriliza, es una sociedad de suma cero, de ganar-perder, donde si alguien gana es porque el otro perdió. Es la tierra fértil para sembrar la envidia al éxito, la grieta política, el malestar nacional o el resentimiento, que Nietzsche definía como el “sentimiento de hostilidad envidiosa hacia lo percibido como fuente de las propias frustraciones”. Allí nace el populismo, la desconfianza en partidos políticos e instituciones públicas, la lejanía del compromiso ciudadano con las estructuras republicanas de Gobierno que ponen en su mano la soberanía. Las redes exponen y multiplican esos sentimientos prejuiciosos, los discursos de odio, los nacionalismos agresivos que minan la convivencia pacífica al asumir como ofensa el éxito del que está del otro lado de la frontera.

Así la política se personaliza y todo queda librado a la inspiración redentora del que subió los peldaños hacia la cima pisoteando enemigos reales o imaginarios.

Hasta el proteccionismo en los EE.UU. es una expresión de falta de confianza. Lo es en sus propias capacidades. Fue entristecedor que Huawei, que por más importante que fuera, no pasaba de ser solo una empresa, podía considerarse un desafío estratégico para la mayor potencia científica del mundo. Es verdad que EE.UU. nunca pensó que en tan poco tiempo China iba a ser un rival aun en la tecnología avanzada, como ocurre con la informática o los automóviles eléctricos que copan el mercado. La respuesta, sin embargo debiera ser la que hizo grande a ese país, el “ethos”, la épica de la confianza competitiva, no el encierro enojado y empobrecedor.

Estamos en un cambio civilizatorio de la sociedad industrial a la digital y, como consecuencia, la mayoría de los empleos están amenazados. Esa inestabilidad, en una sociedad que ha alcanzado niveles de consumo relativamente elevados, son constante generador de nuevas demandas. Es un caldo de cultivo para la explotación de los resentimientos.

En ese vasto panorama universal, la democracia occidental está bajo asedio. Ni Inglaterra ni Francia se han salvado de la inestabilidad de sus gobiernos. No es de extrañar lo que vivimos en América Latina. Muy pocos partidos tradicionales sobreviven. Presidentes enjuiciados es algo habitual. Pueden ser la resultancia de fenómenos de corrupción o de venganzas pero, en todo caso, todavía hay un funcionamiento institucional. En Brasil lo hemos visto y hoy preside el país un Lula que pasó por la cárcel. Y en Argentina, donde llegaron a haber cinco presidentes en dos semanas, aun con vicios y contradicciones, la gente vota y puede cambiar pacíficamente un gobierno.

Toda esta reflexión nos lleva a pensar en lo que aquí, en este rincón del mundo, tenemos para preservar. Como lo dijo en 1961 sin éxito el propio Che Guevara, no oído por quienes se lanzaron a “tomar el cielo por asalto” pensando en Cuba, entonces un sueño, hoy la mayor pesadilla de nuestra historia, el fracaso definitivo del marxismo.

Hace cuarenta años recuperamos la libertad perdida. Antes habíamos perdido la tolerancia y muchos creyeron que la democracia “burguesa” había caducado. Entonces se marchó detrás de una ideología. Hoy el riesgo es la confusión, la superficialidad, los escepticismos, las negaciones, la pérdida generalizada de la confianza.

El Uruguay sigue confiando en su democracia y en sus partidos. Pese a todos los ruidos, sigamos creyendo. Vale la pena.


Malas noticias

La despedida simultánea de la emblemática radio “El Espectador” (que se convertirá en una radio deportiva) y programas como “Santo y seña” en Canal 4, representan una gran pérdida. No se trata simplemente de decisiones empresariales estratégicas, que en sí mismas no son objeto de cuestionamiento, sino de la desaparición de espacios que, cada uno a su manera, contribuyeron al debate público. Este doble desenlace, ocurrido en la misma semana, no es solo un giro en la programación de los medios, es una mala noticia para la democracia.

El periodismo, en su esencia, no es un producto más en la oferta mediática. Es un pilar fundamental de cualquier sociedad democrática, un mecanismo que permite denunciar abusos y exigir transparencia. Espacios como Santo y seña, liderado por Nacho Álvarez, se destacaron por su capacidad de poner temas sensibles sobre la mesa, investigando con rigor y generando discusiones que traspasaban los límites de la pantalla. Los diversos programas del El Espectador, por su parte, ofrecían un análisis informado y plural, vital para comprender el contexto político y social del país.

La desaparición de ambos, aunque en contextos distintos, refleja una tendencia preocupante: el desplazamiento del contenido periodístico en favor de formatos más ligeros, como deportes o entretenimiento. Canal 4, con su decisión de enfocarse en realities y concursos, y El Espectador, transformándose en una emisora exclusivamente deportiva, están apostando por estrategias que pueden ser más rentables en el corto plazo, pero que dejan un vacío significativo en el ecosistema informativo.

Esta transformación no es un problema exclusivo de Uruguay. Los medios tradicionales enfrentan enormes desafíos en todo el mundo, con audiencias fragmentadas, el ascenso de las redes sociales y un modelo económico cada vez más dependiente de ingresos publicitarios. Sin embargo, en un mercado pequeño como el uruguayo, estas decisiones tienen un impacto mucho mayor. Cada espacio periodístico que desaparece es irremplazable, porque simplemente no hay suficientes alternativas para llenar ese vacío.

Es importante aclarar que no se trata de demonizar las estrategias empresariales. Los medios son empresas, y como tales, deben adaptarse a las exigencias del mercado para subsistir. Sin embargo, cuando estas adaptaciones implican el sacrificio del contenido periodístico de calidad, el costo no se limita al ámbito empresarial. Es un costo que paga toda la sociedad.

La pregunta que surge es: ¿quién llenará el vacío que dejan estos programas? ¿Cómo se garantizará que las voces críticas y los enfoques rigurosos sigan teniendo un lugar en el espacio público? Estas son interrogantes que no solo los empresarios, sino también los consumidores de medios, deben hacerse. Porque en última instancia, la supervivencia del periodismo no depende solo de las decisiones de los dueños de los medios, sino de una ciudadanía que valore y consuma contenido de calidad.


Argentina, Brasil y sus Macroeconomías: una región convulsionada

on la macro no se juega, hay que ser siempre muy cuidadoso, también en épocas de bonanza, asegura el Ec. Isaac Alfie en su regreso como columnista a Economía & Mercado de El País. A continuación, trascribimos sus reflexiones.

Casi 5 años después de mi última columna en Economía & Mercado, hoy retomo contacto con los lectores. Lo hago con mucho dolor porque recibí la invitación, que agradezco, a partir de una circunstancia, que me llenó y llena de tristeza, el fallecimiento del querido Carlos Sténeri. En estas páginas Jorge Caumont, entre los economistas con seguridad nadie más apropiado para ello, hizo una semblanza de Carlos con quien compartió su vida. Carlos también fue homenajeado con la elocuencia y el estilo que los caracteriza, por personalidades como el Presidente Sanguinetti, el Dr. Ignacio de Posadas y el Dr. Leonardo Guzmán, entre otros. De mi parte no mucho más puedo agregar. Creo decirlo todo contando que Carlos fue, primero Profesor, luego Jefe, para terminar siendo compañero y amigo, con quien compartí alegrías, triunfos, broncas y amarguras.

No vengo, ni pretendo sustituir, ni ocupar el lugar de Carlos, aunque quisiera, sería imposible llenar el enorme vacío que dejó. De hecho, cuando recibí la llamada a ofrecerme este espacio de este prestigioso suplemento, dudé mucho y demoré en responder. Después de una larga reflexión, decidí a hacerlo en homenaje a Carlos que, junto con Jorge Caumont, nos han ilustrado desde su creación con sus reflexiones y conocimientos de los cuales tanto he aprendido a lo largo de mi vida.

El tema

La región casi siempre está convulsionada. Sólo el súper ciclo de las commodities 2004 – 2014, que brindó recursos a raudales, podríamos decir casi infinitos para los cortos plazos de planificación presupuestal, permitió que las economías transitaran con relativa calma. El crecimiento económico por encima de la media con precios normales, posibilitó que las monedas tuvieran estabilidad, los resultados fiscales, pese al constante e inconsistente aumento del gasto público, lucían “aceptables”, el empleo y los salarios reales aumentaban, aun en medio de las inconsistencias de política económica y la falta de previsión.

Pese a lo anterior, en Argentina se encargaron de minar el terreno desde temprano, y ya sobre fines de la primera década de este siglo los problemas comenzaron a aflorar. La confiscación del ahorro para las pensiones, la destrucción de la capacidad de oferta en sectores claves como energía y petróleo mediante congelación de precios, retenciones a las exportaciones e impuestos confiscatorios, millones de personas que “vivían sin trabajar” o mejor dicho haciéndolo para “punteros políticos” que se quedaban con el dinero, expansión descontrolada del empleo público y en concesiones de pasividades, llevaron a lo que todos conocemos.

En Brasil las cosas fueron más moderadas, pero la caída de precios internacionales que, en su particular canasta de bienes de exportación comienza en 2013, complicaron las cosas que, ya en 2018 lucían muy complejas, con un alto desequilibrio fiscal y una deuda pública que generaba dudas sobre su repago.

Argentina cambió gobierno a fines de 2015 pero, luego de un auspicioso comienzo, no realizó los cambios necesarios. La administración Macri terminó mal, y quien lo sucedió sólo empeoró las cosas hasta el extremo que conocimos hasta hace muy poco. Hace un año, los precios en Argentina eran, expresados en dólares, aproximadamente un 40% de lo que son hoy. Ciertamente algo que no se compadecía con la potencialidad del país. Ahora en pocos meses, en ese aspecto las cosas parecen haber girado 180° y, lo actual, tampoco se compadece con un país que necesita generar excedentes externos para reconstituir reservas, que aún son negativas en términos netos.

“Si todo lo demás permanece constate”, dado el ajuste fiscal que Argentina lleva a cabo y el desajuste fiscal de Brasil, financiado con deuda, debería llevar respectivamente a depreciar y apreciar la moneda local. A su vez, y reforzando lo anterior (yendo en el mismo sentido) en Brasil la contractiva política monetaria, la tasa de interés de política monetaria (TPM) supera el 7% real y ha subido en los últimos meses, en tanto en Argentina, comparada con la inflación corriente, la TPM real implícita es negativa resultando en una política expansiva. Bueno, todo lo contrario está pasando.

Explicación

En Argentina hasta hace menos de 8 meses sucedía que, entre otras cosas, había una fenomenal desmonetización, producto de la “nula” demanda por pesos. A medida que la inflación baja y existe cierto alivio, la demanda de dinero crece y todo indica que las autoridades no están expandiendo lo suficiente la oferta de dinero para satisfacerla, al tiempo que la reducción del desequilibrio fiscal, implica menores necesidades de financiamiento monetario, lo que refuerza la expectativa que no habrá grandes presiones.

Entonces, sucede que la expectativa movió la demanda de dinero, el BC no otorga ese dinero y la gente busca hacerse del mismo, vendiendo dólares. Ergo el dólar baja.

En Brasil, el déficit fiscal está por encima del 9% del PBI, el resultado primario – antes del pago de intereses – tiene un déficit superior a 2% del PBI y las medidas fiscales propuestas por el gobierno fueron, a juicio de los analistas, insuficientes. Ergo, la expectativa juega “para el otro lado”, los agentes piensan que el gobierno terminará emitiendo y generando inflación, se anticipan y se desprenden de reales, compran dólares y éste sube.

“Todo lo demás”, no es constante, sino que se mueve y mucho, al ritmo de las expectativas. Con la macro no se juega, hay que ser siempre muy cuidadoso, también en la bonanza.


Antel cumplió 50 años

Por Elena Grauert

Las comunicaciones son parte de la esencia en el desarrollo del ser humano y de la civilización. La autoconciencia del ser, parte de la posibilidad de comunicarse consigo mismo y expandir conocimiento, lo que ha permitido la evolución.

La comunicación, el habla simbólica, nos ha permitido tener conciencia de nosotros mismos, de nuestra propia existencia, de la pertenencia a una comunidad y de lo foraño. Sócrates consideraba que “la comunicación es un fenómeno inherente al ser humano y que el diálogo es una forma de comunicar lo que se sabe y aprender más”.

Si miramos la evolución del hombre, de los Australopithecus, que se comunicaban mediante gestos y vocalizaciones, hace más 1 millón de años a la fecha, frente a la actualidad, que estamos hablando de física cuántica e inteligencia artificial, la evolución ha sido “mágica”, casi de ciencia ficción.

La incidencia que han tenido las comunicaciones en la evolución de la civilización, desde los caballos, hasta los barcos, el tren y las primeras cachilas, los aviones, pasando por la luz eléctrica, marca un paralelismos entre el tiempo y la constante aceleración de invenciones, que demuestran que la velocidad de los diversos descubrimientos es directamente proporcional a la propia evolución, estando las comunicaciones en el centro de mucho de estos inventos, que juegan permanentemente con el tiempo y espacio.

En Uruguay, las primeras comunicaciones propiamente dichas fueron en 1855. Adolfo Bertonnet envió un mensaje (telegrama) transmitido desde el Cabildo de Montevideo hasta su propia casa en la actual Ciudad Vieja (Gobierno de la Defensa). En 1882, comienza a funcionar en Montevideo la primer central telefónica del Uruguay, “The River Plate Telephone and Electric Light Company” y para 1884 tenía 674 clientes. En 1904, la Wireless Telegraph & Signal Company comenzó a instalar una estación de telegrafía sin hilos (inalámbrica).

En 1914 se estatizó la red del Telégrafo Oriental, pero durante varios años funcionaron los servicios de telefonía, en régimen de empresas privadas en el país. Fue con el advenimiento de las corrientes políticas-filosóficas que colocaban al Estado como proveedor de muchos servicios, que se crea en 1931 el monopolio estatal de la energía eléctrica y la telefonía (UTE: Usinas y Teléfonos del Estado) y fue recién en 1974, que se separó UTE de Antel.

La historia de Antel es que siempre fue evolucionando, pero el gran salto fue la generación de las centrales digitales, que comenzó en la década en 1980, con un gran impulso luego de 1986, bajo la Presidencia Ing. Raúl Buela (Presidencia de Julio María Sanguinetti). Esto permitió que Uruguay empezara a conocer otras tecnologías como fueron los FAX, lo cual era un hito en la comunicación de documentos a distancia. Era una comunicación fehaciente, que comenzó rápidamente a tener relevancia jurídica, en cuanto a su fiabilidad y se expandió rápidamente en todo el territorio nacional, casi conjuntamente con los radio mensajes.

Pero luego de ello, no se tardó mucho en terminarse con la demanda insatisfecha, que hasta ese momento era el desafío más importante para Antel.

Hasta pasados 1995, el problema que teníamos los uruguayos era la falta de bornes, lo cual imposibilitaba que quienes querían o pedían un teléfono, no lo pudieran conseguir, por dificultades técnicas. Esto generaba que pudiera tardar más de 10 años conseguir un teléfono, condicionando hasta las mudanzas de las personas, era más fácil conseguir una casa cerca del borne, que cambiar de barrio y perder el teléfono. Lo cual generaba incluso un clientelismos absurdo, inequitativo, muy poco trasparente, además de absolutamente ineficiente.

Esto se culminó bajo la Presidencia de Lombardo 1995 (segunda Presidencia de Sanguinetti), que fue un verdadero hito, dando acceso universal a todos los que requirieran teléfono, lo cual fue un cambio sustancial en el desarrollo incluso de la industria, pero mucho más en la democratización del acceso a las telecomunicaciones.

Otro momento importante de cambio fue el ingreso de la telefonía celular a comienzos de 1990, pero era muy cara y no accedía casi nadie, se cobraban las llamadas salientes y entrantes. Esto se mantuvo así hasta que, bajo la Presidencia de Jorge Batlle y el cambio en las gobernanza de las telecomunicaciones, nació la Unidad Reguladora (URSEC) bajo la Presidencia de Fernando Pérez Tabó, dándose la apertura del mercado de telefonía celular entre 2002 y 2004.

Este hito se pudo consagrar, previa subasta de frecuencias en la tecnología GSM, cuando ingresan (en forma independiente) las dos compañías que hoy conocemos: Movistar y Claro, generándose una genuina competencia, triplicándose de inmediato la cantidad de teléfonos celulares y produciendo una baja en las tarifas sustancial, lo que universalizo el teléfono móvil, generándose un cambio en la forma de consumo y en la vida; ya que esos pequeños adminículos, en forma muy rápida se transformaron en computadoras portátiles, cámaras de fotos, trasmisores de música y televisores.

Uruguay siguió adelante. Bajo la Presidencia de Carolina Cosse, se comenzó a instalar fibra óptica en forma masiva (más allá de las discusiones sobre oportunidad y forma de realización); primero en Montevideo, luego se fue instalando en algunas capitales departamentales, sobre todo en las zonas de mayor poder adquisitivo primero, como fueron Pocitos, Centro. Pero lo cierto es que en el 2020, (Presidencia de Gabriel Gurméndez) quedaba mucho por hacer, por ello en este período, haciendo un gran esfuerzo, se terminó de instalar la fibra óptica masivamente, en todo el país, incluso en barrios carenciados de Montevideo e Interior, sustituyendo casi el 100% del cobre.

También para Antel fue sumamente importante la construcción del Data Center, más allá de discusiones en cuanto a oportunidad o conveniencia, que se pudieran discutir en su momento. Lo cierto es que su existencia, la seriedad con que se lleva a cabo, los diversos negocios que cada vez se generan más por el uso del mismo y venta de servicios, permiten que Antel sea vista como una empresa importante, seria con capacidad de crecimiento y desarrollo.

Siendo hoy considerada una de las empresas uruguayas estatales con trascendencia internacional, que dejan muy bien parado al país por su reconocimiento, constituyendo una de las fortalezas para ingresar en la tercera revolución tecnológica, ser un hub de desarrollo, para que vengan a invertir, lo cual ya está sucediendo con la instalación de Amazon Google etc.

La portabilidad sin duda fue el otro gran hito de este gobierno, ya que la propiedad del número ya no era de las compañías, sino de la gente y eso permite aumentar la competencia, seguir adelante y la gente es quien recibe el beneficio, que es pagar menos, lo cual se logró en forma rápida bajando las tarifas un 23,25% contante entre 2021-2023 y en particular Antel logró en ese período un crecimiento de clientes, que devinieron por la mejora de servicios, no tanto por la movilidad permitida por la portabilidad.

De igual forma, este gobierno liberalizo el mercado de banda ancha y ya el efecto de la competencia se comienza a visualizar, otorgando beneficio a los usuarios en servicios y precios.

Es más que conocido el combate del Frente Amplio, argumentando que se otorgan beneficios a la competencia y que la gran inversión la hizo la empresa pública, no teniendo sentido la apertura. Lo cierto es que lo que se debería contestar es que Antel siempre fue una competidora de fuste, que jamás le ganaron y que siempre estuvo a la altura de las circunstancias. Pero, además, y lo más importante, es que la competencia genera y provoca que la empresa beneficie a la gente a sus clientes, mediante la baja de precios y la mejora de contenidos (que en definitiva son los verdaderos accionistas de la empresa).

Además, hace que se mantenga como empresa de punta, mejorando su oferta y aggiornandose al mejor nivel de las empresas internacionales de punta. Gracias a todo lo hecho, se ha abierto “Open Digital Lab” que es una iniciativa nacional y abierta, dedicada a forjar un núcleo digital robusto, especializado en la validación y adopción de tecnologías emergentes, particularmente en el ámbito del 5G, experimentándose en áreas de investigación y aplicación de las tecnologías en las áreas productivas.

Por todo esto y mucho más, festejamos que esta empresa que comenzó como una subsidiaria de la empresa estatal de energía, haya crecido en estos 50 Años con capacidad de desarrollarse, aportar a la sociedad en forma efectiva, no sólo con dividendos, sino manteniendo servicios de punta comparables con cualquier empresa trasnacional. Habiendo quedado más que demostrado, que ha crecido más con la competencia, que en los momentos donde cobraba renta monopólica, llegando a casi todos los puntos del país, llevando a cero la brecha digital, lo que permite que ingresemos a la tercera revolución tecnológica sin ningún tipo de problemas.


¿Qué esperar para el campo y sus industrias a partir de marzo próximo?

Por Tomás Laguna

Nunca mayor la incertidumbre que la que surge del cambio de autoridades de gobierno para el campo. Con el predominio tupamaro – comunista en los ministerios con incidencia en las políticas sectoriales nada bueno es de esperar… Lo aquí expuesto no son más que unos primeros apuntes rápidos sobre algunos temas muy particulares, sin dejar de desconocer que ni por asomo estamos abarcando la complejidad de las políticas sectoriales de las que depende el agro negocio de exportación.

Fueron varias las iniciativas impulsadas por la izquierda organizada que debieron abortar, por distintas razones, en su momento. Esto no implica que hayan quedado en el olvido.

Campo Natural: Se trató de una iniciativa de legisladores del conglomerado de izquierda presentada en el 2023. Se insistió con ella en el correr de este año. Lo más grave era el precepto establecido en el artículo primero: “Declarase de interés general la preservación y conservación del campo natural…”. Esta disposición, el “interés general”, está establecida en el artículo 7° de la Constitución de la República como limitante de los derechos fundamentales definidos en este mismo artículo, incluido el de la propiedad privada. La ley nunca fue aprobada, pero de aplicarse tal cual lo establece el texto, el derecho del productor rural a disponer del campo natural bajo sus dominios de propiedad quedaría supeditado a normativas surgidas de discutibles axiomas ambientalistas. El proyecto original presuponía competencias en la materia delegadas en las intendencias departamentales, para lo cual es claro que carecen de toda aptitud. Seguramente que será un objetivo político/ideológico sobre el cual volverán, acaso retomando la peor versión de esta disparatada iniciativa.

Limitación de las áreas a forestar: Lo que fue una iniciativa de un diputado de Cabildo Abierto, terminó consiguiendo el apoyo del conglomerado izquierdista en pleno. Decíamos por entonces que luego de 33 años de promulgada la ley forestal, la ganadería más tradicional y regresiva había logrado, en su lucha por tierra barata, encontrar un espacio político que la representara en su visceral rechazo a la forestación de rendimiento. Si bien aprobada en el Parlamento, luego la ley fue vetada por el Poder Ejecutivo. En el próximo parlamente podrán volver a juntarse las mismas voluntades legislativas, esta vez sin la sensatez de un Poder Ejecutivo que la vete.

Exportación de ganado en pie: Tal vez sea sutil la referencia a este tema. Durante los anteriores gobiernos del conglomerado nunca fue cuestionada la exportación en pie. No deberíamos esperar cambios en este sentido, no obstante necesario es tener en cuenta el trabajo de consultoría de CPA-Ferrere “Análisis del impacto de la exportación de ganado en pie en Uruguay”, presentado en enero de 2017 y realizado por encargo de la gremiales de la industria frigorífica. El mencionado estudio estimó en cifras las pérdidas para la cadena agro industrial como consecuencia de la exportación en pie, mereciendo el cuestionamiento de las gremiales rurales que lo acusaban de cierta parcialidad en sus estimaciones. El asunto de fondo, por el cual lo mencionamos, es que uno de los autores y vocero del estudio fue el mismo Ec. Gabriel Oddone, a partir de marzo ministro de Economía. ¿Seguirá con la misma idea respecto de la exportación en pie?

Agro ecología: Durante el último de los 3 gobiernos consecutivos del conglomerado de izquierda se aprobó la llamada Ley de Agroecología. La misma fue aprobada por la unanimidad de los representantes, faltaba más, nada más políticamente correcto. Desde entonces se elaboró el Plan Nacional de Producción con Bases Agroecológicas al que obligaba el texto legal. Hasta aquí parece una propuesta inocua, sin mayor trascendencia de no conseguir adeptos entre los productores, quienes en su respetable y lógica racionalidad valoran la tecnología en función de los resultados productivos y económicos. La mayor preocupación radica en que mañana no quieran condicionar a los sistemas de producción convencionales, sea por imposición o por el simple hecho de coincidir en vecindad con algún agroecológico en un radio predeterminado. Invitamos al lector a leer la exposición de motivos que antecedía al proyecto de ley. Se trató de un absurdo manifiesto eco marxista de carácter absolutamente panfletario. Entre tanto, ¿será que enfrentaremos en el futuro próximo una nueva moratoria para los organismos genéticamente modificados? No olvidar aquella iniciativa apoyada por el gobierno departamental “Canelones libre de soja transgénica”. Tema en el que algo tuvo que ver quién en marzo asumirá como sub secretario del MGAP, por entonces director de Desarrollo Rural de la intendencia en cuestión.

Relaciones laborales: Seguramente de los temas más preocupantes. Basta recordar los conflictos más duros que afectaron a la agropecuaria durante los gobiernos del conglomerado. En el 2006 fueron los piquetes frente a las plantas de packing citrícolas, impidiendo el acceso a las mismas. El argumento fue la exigencia de aumentos superiores a los ya acordados en los Consejos de Salarios. Esto llevó a las empresas a incumplimientos de exportación y riesgos de pérdidas de la producción almacenada. Mientras tanto el Sr. Baraibar, Director Nacional de Trabajo demostraba incredulidad y asombro ante la actitud sindical, el Mtro. Bonomi aducía desconocer las razones y gravedad del conflicto en su obligación de disolver a los exaltados piqueteros. Por su parte, desde el Ministerio de Ganadería, el Subsecretario Agazzi demostraba desconocimiento o distracción momentánea.

Ni que mencionar los intempestivos, viscerales, irracionales y sucesivos conflictos del sindicato de la industria láctea en CONAPROLE. En su momento hicimos mención desde esta columna a cada uno de ellos, seis en total, todos ellos a cual más desmelenado. En medio de uno de ellos, cuando los productores se veían en la gravísima dificultad de no poder remitir la leche a planta en tanto debían seguir ordeñando, la por entonces senadora Topolansky sugirió por lo bajo al presidente de la cooperativa que la solución estaba en integrar el sindicato al directorio…

¿Qué podemos esperar para las relaciones laborales, dónde los sindicatos se verán estimulados para la conflictividad a partir del hecho de tener un comunista al frente del Ministerio de Trabajo? Un futuro ministro que encarará sus responsabilidades desde la perspectiva de la lucha de clases, percibiendo las relaciones de trabajo como una confrontación de intereses obrero-empleador, enemigo de la economía de mercado y como tal atentando contra la misma. ¿Lograrán torcer el brazo a las distintas agro industrias haciéndolas incorporar delegados sindicales a sus directorios? Suena en extremo absurdo, pero el mayor absurdo supera a la sensatez en un gobierno como el que se nos viene…

Una última apostilla. A poco de asumir como presidente de INAC en el 2005, oportunidad en que se discutía el famoso “asado del Pepe”, el Dr. Fratti, próximo ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, gustaba decir: “los uruguayos votaron contra el mercado, ahora mandamos nosotros…” Es de esperar que en la racionalidad necesaria para su gestión no siga pensando lo mismo...


En lo que nos toca, ¡date corte mujer, date corte!

Por Angelina Rios

Desde el año 2000, ONU Mujeres presenta periódicamente informes de investigación acerca de los progresos hacia un mundo en el que todas las mujeres, las niñas y las personas de género diverso puedan vivir libres de toda forma de desigualdad, pobreza y violencia. 

El análisis titulado “El progreso de las mujeres en el mundo” representa un hallazgo estadístico importante que se basa en la experiencia y el conocimiento de diversas organizaciones, activistas y académicos de alto nivel siendo sus resultados esclarecedores y exhaustivos en diferentes temas, como por ejemplo transformar las económicas para realizar los derechos; impacto de los conflictos armados y el papel de la consolidación de la paz; trabajo y pobreza e igualdad de género y en busca de la justicia, entre otros.

Para esta edición, la novena, se prevé publicar en 2026 un examen detallado de los dos principales retos más apremiantes que afronta el mundo en la actualidad: la rápida intensificación del calentamiento global y el estancamiento en el ejercicio de los derechos de las mujeres y las niñas. ONU Mujeres ha iniciado un ambicioso programa de trabajo para evidenciar que la acción pública basada en un enfoque de justicia climática feminista es la clave para abordar estos desafíos.

La crisis climática es el problema más acuciante de nuestros tiempos, ya que amenaza el progreso en materia de igualdad de género y derechos humanos y obstaculiza el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El programa de trabajo de ONU Mujeres comprende, en esta oportunidad, la formulación de un marco conceptual sobre la justicia climática feminista, así como análisis innovadores acerca del impacto del cambio climático en los derechos de las mujeres y la igualdad de género, y evidencia sólida sobre cómo fortalecer las políticas intersectoriales para mitigar su impacto y asegurar una transición justa e igualitaria hacia la sostenibilidad ambiental. Además, se establecerán las estrategias necesarias para financiar estas políticas, y los mecanismos que facilitarán a los activismos generar un cambio transformador, responsable y sostenible.

Otro elemento esencial del programa será la creación de una herramienta de monitoreo global sobre género y políticas climáticas, que recopilará y examinará desde una perspectiva de género las medidas gubernamentales de mitigación, adaptación y gestión del riesgo de desastres.

El otro tema no menor, ya que tratará acerca del estancamiento en el ejercicio de los derechos de las mujeres y las niñas.

Creemos que para hacer frente a este estancamiento, resultaría fundamental adoptar un enfoque integral que incorpore la educación, la promoción de la igualdad de género, la protección contra la violencia y la participación activa de las mujeres en todos los niveles de toma de decisiones, siendo imperativo fomentar la colaboración entre gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y el sector privado para establecer un entorno más justo e igualitario.

En el camino sólo hay barreras y brechas que nos terminan discriminando una y otra vez en todos los ámbitos.

Los organismos internacionales se enfocan en ideas y propuestas que tienen fecha para alcanzar metas. Claro, luego los días y los años se siguen corriendo para adelante porque no se llega.

Ahora, por ejemplo, el Banco Mundial propone: lograr que?300 millones de?mujeres más usen internet de banda ancha, lo que les permitirá acceder a servicios esenciales, servicios financieros, educación y oportunidades laborales; apoyar a? 250 millones de?mujeres mediante programas de protección social, centrándose en las mujeres más pobres y vulnerables y proporcionar capital a?80 millones más de?mujeres y empresas dirigidas por mujeres, a fin de abordar una limitación crítica al crecimiento de la actividad empresarial.

La oportunidad para reimaginar el futuro, donde la justicia climática y la igualdad de género se entrelacen para construir un mundo más justo y sostenible para todos, parece estar muy, pero muy lejos.

Bien vale aquí, parafrasear a Ana Monterroso cuando le decía a Lavalleja: “¡Date corte Juan Antonio, date corte!”.

Nosotras las mujeres, en lo que nos tocó, deberíamos decirnos una y otra vez, siendo que las intenciones no hacen historia, ¡date corte Mujer, date corte!


Pirotecnia

Por Jorge Ciasullo

Como en muchos países, en Uruguay es una tradición el uso (y abuso) de los fuegos artificiales, particularmente los de estruendo, durante las fiestas tradicionales. Estos últimos ya están prohibidos en varios países. Por ejemplo, desde el pasado lunes 16, en Nueva Delhi, capital de la India, están prohibidos principalmente por sus efectos contaminantes.

Sin embargo, también se ha tenido en cuenta el impacto en la salud de personas con ciertas patologías —autismo, entre ellas—, así como en residenciales de ancianos, sanatorios, etc., y en animales, tanto de producción como mascotas, debido al estruendo que generan, el cual sus cerebros rechazan.

Creemos que, pasadas las fiestas, debería iniciarse un estudio para, al menos, limitar el estruendo a niveles de decibeles compatibles con el cerebro humano.

En agosto de 2020 (Carpeta 567/2020), el legislador Gastón Cossia propuso una reglamentación al respecto, pero esta no tuvo andamiento.

Como primer paso, sería ideal que, desde ya, el próximo año se reglamentara estrictamente el uso de la pirotecnia, avanzando hacia un futuro muy próximo en el que se permita únicamente fuegos artificiales que generen luces sin estruendo.

Creemos también que esta medida alinearía a Uruguay con los países que se preocupan y respetan a sus mayores y, ni qué hablar, a aquellos que están alojados en residenciales o casas de salud.

Si se logra, sin duda alguna, todos nos beneficiaríamos.


Se avecinan tiempos difíciles. Primero fue Ámsterdam, luego le tocó el turno a París: ¿cuál será la próxima?

Por Jonás Bergstein

Empecemos por Ámsterdam. En los primeros días del pasado mes de Noviembre, en Ámsterdam tuvieron lugar las revueltas antisemitas más violentas de las que en esa ciudad se tiene memoria en la época moderna (Paradojalmente, en la Segunda Guerra Mundial, en la Ámsterdam ocupada por el régimen nazi, docentes y estudiantes habían salido a la plaza a protestar contra la expulsión de sus pares judíos – otros tiempos). Veamos los hechos. En ocasión de un partido de fútbol entre un equipo holandés y otro israelí, la hinchada israelí fue atacada y perseguida por hordas árabes y musulmanas enmascaradas que clamaban la destrucción de Israel. Unos cuantos hinchas israelíes fueron heridos, algunos hospitalizados. En su inmensa mayoría tuvieron que huir y encontrar refugio allí donde pudieron; todos regresaron a Israel antes de lo esperado, en vuelos especiales fletados por el gobierno israelí. Los ataques fueron seguidos de disturbios en toda la ciudad. En Ámsterdam se decretó el toque de queda. (Colofón: El equipo israelí perdió 5 a 0; ¿qué habría sucedido si hubiera empatado?).

A la semana siguiente, en París, la otrora Ciudad Luz, los hinchas franceses boicotearon el partido que por la copa UEFA disputaban las selecciones de fútbol de Francia e Israel. Los parciales franceses efectuaron una convocatoria para no asistir al encuentro: el partido fue presenciado por 16,611 espectadores, el número más bajo de asistentes que el Stade de France registró desde que abriera sus puertas en 1998. Cuando se entonó el himno nacional israelí, la parcialidad francesa lo abucheó. El público parisino priorizó su rechazo a Israel -y su adhesión al terrorismo de Hamás-, antes que su adhesión al combinado nacional francés (Ni hablemos de su desprecio a sus compatriotas franceses judíos; de ellos, nadie se acordó ni levantó un dedo).

La pregunta del título, se impone: ¿cuándo y dónde acaecerá el próximo estallido? No hace falta ser demasiado perspicaz para responder a la pregunta. En parte porque -sobremanera a partir del 7 de Octubre- no hay un solo día del año en que Occidente no sea testigo de algún desafortunado ataque antisemita. Y en parte porque, precisamente por eso mismo, la pregunta ya ha sido contestada de la manera más irrefutable posible, que son los hechos: ya han ocurrido nuevos disturbios antisemitas de cierta entidad.

De muestra, un par de botones. El primero. El 22 de Noviembre, la asamblea de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) celebrada en Montreal, fue la excusa para que grupos anticapitalistas y anti-israelíes, liderados por “Divest for Palestine” (confieso que mi inglés ha de ser muy pobre, pues no alcanzo a entender su significado – poco importa: todo suma a la hora de sumarse al jolgorio), salieran a las calles a denunciar la alianza transatlántica por su presunta complicidad con el ejército de Israel (Sic - como se decía en mi época, “mi abuelita tiene un biombo”). No lo hicieron de manera pacífica: incendiaron coches, reventaron las ventanas de comercios, lanzaron bombas de humo y quemaron una esfinge de Benjamín Netanyahu, el Primer Ministro de Israel. Una versión en miniatura de la Kristallnacht del 38’. El segundo. Un par de semanas atrás, una sinagoga ortodoxa en Melbourne, Australia, fue incendiada por autores desconocidos; los responsables no han sido identificados aún.

Para nosotros, todo esto dice poco de los judíos y de Israel, y mucho de la decadencia de Occidente, de su democracia, de su Estado de Derecho y de la autoridad (que para nosotros son todas caras de una misma moneda). Baste pensar que fuera de Occidente -pensemos en India, Japón, Singapur, Corea del Sur y otros tigres asiáticos-, los desmanes antisemitas parecieran mucho menos frecuentes, o al menos no alcanzan la misma trascendencia. Más aún: en el propio mundo árabe -dejando de lado a Irán (y a lo que va quedando de sus secuaces)- las adhesiones a Hamás han sido bastante más tenues que en Occidente: seguramente en Occidente sabemos cosas que los propios árabes desconocen, vaya uno a saber cuáles. (Para nosotros las causas son otras: en algunos casos la propaganda islamista no ha penetrado; en otros, no siendo democracias plenas, no existe una izquierda ni una derecha susceptible de amplificar el discurso de odio; y en otros, se trata de países que conocen bien de cerca el peligro que representa el islamismo fanático). Más aún: en el Sur de Siria, tras la caída de la dictadura de Bashir-el-Assad, los árabes de la localidad de Hader en el Sur de Siria se apresuraron a pedir al gobierno israelí su formal anexión al Estado de Israel (Al día de hoy, el pedido está siendo considerado por el gobierno de éste último). En todo caso, valdría la pena que los voceros de Occidente nos explicaran cómo es posible que una minoría árabe pretenda ser acogida en el país del apartheid y del genocidio. Como escribiera un corresponsal extranjero, la cosa es muy simple: esos árabes saben la verdad.

Pero volvamos a los episodios que nos convocaban. Una cosa parece bastante cierta: la tendencia es tan ascendente como incesante. Las causas pueden ser múltiples: se habla de un antisemitismo instalado, de un plan deliberado de los islamistas radicales para instalar la guerra contra Israel y contra los judíos en el corazón de Occidente (Europa y Estados Unidos), del triunfo mediático del islamismo, de la alianza fatídica y nefasta de la nueva izquierda con el islamismo radical, de la potencia expansiva de las redes sociales al servicio del mal, de los populismos que han encontrado en Israel un objetivo común, de la crisis espiritual del hombre moderno (en ese sentido el antisemitismo se asemeja al marxismo: una explicación fácil que da respuesta a todo), de la instalación del mito palestino como el nuevo Che Guevara del siglo XXI (o sea: un símbolo o slogan que todos repetimos sin saber a ciencia cierta qué es lo que quiere decir), de la pérdida de los puntos de referencia, de la muerte de Europa y el fin de Occidente, de la crisis ética de las Universidades occidentales, de la lumpenización y vandalización de Europa, de la caída del nivel cultural del occidental medio, del posicionamiento de Israel y de los judíos como representantes emblemáticos del establishment (de eso que algunos llaman el supremacismo del judío-blanco-capitalista-heterosexual), de la demonización de los Estados Unidos en el seno de la propia pseudo-izquierda norteamericana (son los llamados “American progressives”), de la sorprendente identificación de los movimientos de diversidad-equidad-inclusión-LGBT con la causa palestina (tengo la esperanza de algún día poder llegar a entender la razón de esa inexplicable asociación), y de un largo etcétera.

Cualesquiera sean las causas, los resultados están a la vista y son bastante concretos: son los disturbios antisemitas que reseñábamos al comienzo, y a los que -a no dudarlo- habremos de asistir en los próximos tiempos. ¿Por qué esa certeza casi absoluta? Lisa y llanamente porque en Occidente no hemos hecho los deberes, no hemos hecho lo suficiente como para torcer el curso de los acontecimientos.

Sería injusto decir que no hemos hecho nada. Algo se hizo. Pero a juicio de quien esto escribe, no hemos sabido tomar el toro por las guampas: han sido pocos los gobiernos y las asociaciones civiles que han defendido a Occidente a capa y espada (este Correo de los Viernes ha sido uno de ellos, por qué no decirlo); no hemos aplicado las herramientas que la legislación anti-discriminatoria -tan trabajosamente lograda- han puesto a nuestra disposición (empezando por Uruguay); el centro -esa masa silenciosa de que hablaba Álvaro Delgado en su campaña- ha mantenido la pasividad de siempre (algún día ella también deberá rendir cuentas); y por fin, los líderes occidentales no han tenido el coraje de desafiar el discurso políticamente correcto (Han habido honrosas excepciones: Almagro y Milei son de ellas, por citar los más próximos). En síntesis: el mensaje del sistema ha sido tibio y tampoco hemos asistido a la movilización de respuesta que, a nuestro juicio, el tema impone.

Por lo mismo, no debemos llamarnos al asombro cuando nuevos empujes antisemitas hayan de estallar aquí y allá, especialmente en aquellos países desde cuya cúpula gubernamental se transmite un mensaje de permisividad (cuando no de solapado aliento).

Tenemos motivos para preocuparnos, aquí y en el resto del mundo. No tanto por la suerte de los judíos -lo dice esto un judío arrogante-, pues los judíos no somos más que los primeros destinatarios, las víctimas más inmediatas del mal y del odio. Pero en modo alguno somos las únicas. Está demostrado: el odio a los judíos empieza con ellos, pero rara vez termina con ellos. Los judíos podremos pasar un trance difícil, pero a fin de cuentas la resiliencia judía con seguridad habrá de poder superar el momento que hoy atraviesa (y que, tememos, habrá de empeorar en los meses venideros). Para nosotros es bastante más incierto el precio que la sociedad toda habrá de pagar. Primero porque el odio y la incitación son incapaces de reproducir otra cosa que no sea odio e incitación. Segundo, porque la construcción de una sociedad sana y próspera sólo puede asentarse sobre las mismas bases de las cuales los agitadores tanto reniegan: el trabajo, la solidaridad, el amor, la concordia. Y tercero, y esto lo explicaba muy bien Lord Jonathan Sacks, porque si descargamos en el otro o en el “ellos” la fuente de todos nuestros males -sean “ellos” el judío, Israel, Estados Unidos, los ricos, el capitalismo, los opresores, los que se la llevan de arriba y tantos otros más-, jamás podremos asumir sobre nuestros hombros la responsabilidad de construir nuestro propio futuro: podremos construir una casa, a lo sumo un edificio, pero nunca un país.

Se impone una vez más el llamado a la alerta máxima. No tanto por una convicción en el triunfo de las fuerzas del bien -pues ciertamente al día de hoy es difícil albergar esa convicción-; sino por la imperiosa necesidad de combatir el mal -el prejuicio, la discriminación, el odio, la desinformación y el fanatismo en todas sus formas- sin pausa y sin demora. El pensador argentino Santiago Kovadloff lo ha expresado con su característica lucidez: “No vamos a derrotar nunca la angustia que impulsa la discriminación. Pero aun así debemos combatirla, debemos intentar enfrentarla con eficacia, y es mucho mejor vivir combatiendo que presumir que uno se ha realizado, porque la tarea de uno es gerundial, es un siendo perpetuo”.

En nuestro medio, una nueva Administración se apresta a asumir funciones. Tiene una oportunidad única para tomar partido, para asestar un golpe a los agitadores, a los promotores del monstruo diabólico de la Marcha del 8M y así marcar la cancha a la primera de cambio. ¿Será ésta una utopía? Lo sabremos de aquí a poco.


¿Es viable cumplir con el proceso de ratificación en el Parlamento Europeo?

Por Alvaro Valverde Urrutia

El cierre del capítulo comercial del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) marca un hito significativo, pero no es el final del camino. Este acuerdo, que excluye los capítulos de diálogo político y de cooperación, enfrenta un complejo proceso de ratificación en el Parlamento Europeo. A continuación, se analizan las implicancias de este proceso y los posibles escenarios futuros.
El pilar comercial, cerrado recientemente, regula aspectos relacionados con el acceso a mercados, aranceles, estándares técnicos y medidas de sostenibilidad aplicables al comercio y se diferencia del Acuerdo de Asociación global, ya que este incluye los pilares políticos y de cooperación, persiguiendo establecer un marco más amplio de relación entre ambas áreas de integración.
Con relación al Acuerdo de Asociación y el relativo al capítulo comercial, se presentan diferencias en el proceso de ratificación. Como hemos comentado en esta página en varias ocasiones, el pilar comercial luego de la firma de la Comisión Europea realizada el pasado 6 de diciembre en Montevideo, puede ser aprobado únicamente por el Parlamento Europeo y no requiere la ratificación de todos los parlamentos nacionales. Esto simplifica su entrada en vigor parcial o provisoria.
Mientras, el acuerdo de Asociación que incluye los pilares políticos y de cooperación, requiere la aprobación unánime de todos los parlamentos nacionales y regionales de los Estados miembros de la UE, lo que complica su implementación completa.
Aunque el pilar comercial tiene un proceso de ratificación parlamentaria menos complejo, no está exento de desafíos, retos y perspectivas. La aprobación del acuerdo entre el Mercosur y la UE en el Parlamento Europeo requiere una mayoría cualificada, lo que implica al menos el 55% de los Estados miembros que representen el 65% de la población de la UE. 
En la actualidad, las posiciones están divididas: Francia, Irlanda y Austria mantienen reservas debido a preocupaciones ambientales y agrícolas, mientras que países como Alemania, España y Portugal apoyan el acuerdo. Todavía no se alcanza una mayoría definitiva, ya que falta convencer a algunos países críticos para garantizar el respaldo necesario.
Los países mencionados que aún mantienen reservas significativas sobre el acuerdo entre Mercosur y la UE se deben, principalmente, debido a preocupaciones relacionadas con el impacto ambiental y la competencia en el sector agrícola. Italia y Bélgica también han expresado dudas en algunos sectores, aunque sus posiciones son más matizadas. Convencer a estos países será fundamental para lograr la mayoría cualificada necesaria en el Parlamento Europeo.
En general, los países de Europa del Este, como Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia, no han sido los más expresivos en la oposición al acuerdo Mercosur-UE. Sin embargo, sus posturas pueden depender de los beneficios específicos para sus sectores agrícolas y comerciales, así como de las implicancias ambientales. Aunque no están liderando el rechazo como Francia o Irlanda, algunos podrían alinearse con las preocupaciones de estos países si ven un impacto negativo en sus industrias locales o en el contexto ambiental de la UE.
En suma, la mayoría cualificada necesaria para aprobar el acuerdo Mercosur-UE se puede dificultar debido a las posiciones divididas en Europa. Aunque países como Alemania, España y Portugal apoyan el acuerdo, otros como Francia, Irlanda y Austria mantienen reservas significativas. Además, los países de Europa del Este, aunque no lideran la oposición, podrían inclinarse hacia una postura crítica si consideran que sus intereses agrícolas o ambientales se ven afectados. Estas dinámicas hacen que alcanzar el consenso requerido sea un desafío considerable.
Si bien el acuerdo incluye un componente comercial independiente, su entrada en vigor depende de la aprobación por mayoría cualificada en el Parlamento Europeo. Sin esta mayoría, no es posible aplicar solo la parte comercial del acuerdo, ya que se trata de un tratado mixto. Si algunos países no lo ratifican, el acuerdo no beneficiaría a esos Estados, pero tampoco podría implementarse completamente en otros, según las normas actuales de la UE.
Si no se logra la mayoría cualificada en el Parlamento Europeo, el acuerdo entre Mercosur y la UE no puede entrar en vigor. La aprobación parlamentaria es un requisito esencial en el proceso de ratificación, ya que garantiza que el acuerdo cuenta con el respaldo político necesario para su implementación. Sin este aval, el mismo no podría ser aplicado, salvo que se negocie una modificación o adopción parcial que no requiera ese nivel de consenso, aunque sería una solución inusual y compleja.
En el caso de la primera ministra italiana Giorgia Meloni condiciona el apoyo de su país al acuerdo Mercosur-UE y reclama por compensaciones a los agricultores italianos, como condición sine qua non para ratificar.
Durante una intervención en el Senado, previo al próximo Consejo Europeo, advirtió que Italia no apoyará el acuerdo, si la Comisión no define un sistema de compensaciones para los agricultores europeos con las organizaciones del sector.
Respecto a las preocupaciones medioambientales, la deforestación en la Amazonia y las políticas medioambientales de Brasil son puntos sensibles. Eurodiputados de países como Francia, Alemania e Irlanda han exigido compromisos más estrictos en sostenibilidad como condición para aprobar el acuerdo.
Existe el riesgo de que grupos ambientalistas y partidos verdes influyan para bloquear el acuerdo, argumentando que favorece la expansión de actividades que dañan el medio ambiente. En ese sentido, la mayoría cualificada, corre ese riesgo, en virtud de las diferentes posturas en los países europeos.
Las presiones políticas y comerciales al interior de la UE, en los sectores agrícolas, particularmente en Francia e Irlanda, temen la competencia de productos más baratos provenientes del Mercosur, como carne y azúcar. Esto podría movilizar a parlamentarios para frenar la ratificación.
En contrapartida, países como Alemania y España, con intereses en mercados emergentes, apoyan el acuerdo debido a sus beneficios potenciales para la industria automotriz y tecnológica.
También, el acuerdo presenta desafíos de gobernanza regional en el Mercosur, ya que las diferencias internas entre los países miembros sobre la implementación del acuerdo podrían ser utilizadas como argumento en el Parlamento Europeo para cuestionar la solidez del Mercosur.
Por ejemplo, posturas más flexibles de Uruguay y Paraguay podrían contrastar con tensiones políticas en Brasil o debates internos en Argentina sobre la apertura comercial.
Dentro de los posibles escenarios para obtener ratificación del capítulo comercial, se debe considerar, en especial: por un lado, el impacto inmediato para la entrada en vigor provisional de dicho pilar, lo que permitiría beneficios inmediatos en la reducción de aranceles y aumento de exportaciones. Y, por otro, las condicionantes, ya que es probable que la UE exija un monitoreo estricto de compromisos medioambientales y laborales como parte del acuerdo.
Las posibles demoras en la ratificación, estarían dadas si el Parlamento Europeo condiciona la ratificación a la inclusión de compromisos adicionales en sostenibilidad, el proceso podría retrasarse varios años. Esto podría generar incertidumbre en el Mercosur y desincentivar inversiones anticipadas en sectores exportadores.
En caso de que produjera un veto parcial o rechazo del capítulo comercial, aunque pareciera poco probable, un rechazo del pilar comercial enviaría un mensaje negativo sobre la capacidad del Mercosur y la UE para negociar acuerdos significativos. Además, podría fortalecer movimientos proteccionistas en ambas regiones.
¿Cuáles serían las posibles consecuencias para el Mercosur y la UE? Para el Mercosur la entrada en vigor del pilar comercial permitiría mejorar su inserción en terceros mercados, especialmente en la UE, pero un rechazo o demora afectaría la credibilidad del Mercosur como socio comercial confiable. También, la falta de avances en los pilares político y de cooperación podría limitar el alcance del acuerdo y su impacto estratégico en el desarrollo regional.
Para la UE un eventual retraso o rechazo podría erosionar su influencia no sólo en el Mercosur, sino en América Latina, dejando espacio a otros actores como China. También podría reflejar divisiones internas en su política comercial, lo que afectaría futuras negociaciones globales.
En suma, el cierre del capítulo comercial del acuerdo Mercosur-UE es un logro significativo, pero representa solo el inicio de un complejo proceso de ratificación. Mientras el Parlamento Europeo evalúa sus méritos y desafíos, las presiones ambientales, económicas y políticas serán determinantes.
Para los países del Mercosur, aprovechar esta oportunidad requiere un esfuerzo concertado para garantizar la implementación de los compromisos asumidos y avanzar en los capítulos pendientes. La capacidad de ambas partes para superar estas barreras será fundamental para consolidar un acuerdo que podría redefinir sus relaciones comerciales y estratégicas a largo plazo.


Aniversario del fallecimiento del Libertador Simón Bolívar

Por Daniel Torena

17 de diciembre de 1830. A los 47 años de edad, por una larga enfermedad pulmonar, falleció en Colombia Simón Bolívar, figura central de la historia de la independencia de Hispanoamérica.

Pertenecía a una ilustre familia de la aristocracia y muy rica del patriciado criollo caraqueño, lo que le permitió cultivarse y tener una sólida formación tanto en cultura humanista como en estrategia militar colonial. Estudió en Europa, donde se relacionó con las grandes figuras de su época, siendo un profundo admirador de Napoleón por su genialidad como estratega y general.

Tuvo como consejero personal de Andrés Bello, uno de los más grandes maestros de la gramática española, además de historiador, filósofo, diplomático y poeta.

A lo largo de su carrera política y militar, Bolívar fue general en jefe y capitán general de Venezuela, presidente de la Gran Colombia (estado creado por él en homenaje al almirante Cristóbal Colón, que abarcaba las actuales repúblicas de Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá, además de una parte de la Amazonia brasileña). Fue jefe supremo del poder ejecutivo de Guayaquil en 1822, presidente y dictador supremo del Perú de 1825 a 1827, y presidente de Bolivia en 1825, estado que lleva su nombre. También fue presidente vitalicio de la Gran Colombia de 1819 a 1830.

Bolívar tenía una gran visión geopolítica sobre la imperiosa necesidad de la unidad de los nuevos estados hispanoamericanos ante la amenaza de los grandes imperios europeos, el creciente poder de los Estados Unidos en el norte y el imperio del Brasil en el sur, al que consideraba un aliado de la Santa Alianza, creada en Europa tras la caída de Napoleón en 1815 por el zar Alejandro I de Rusia. Esta alianza apoyaba los aviones del rey Fernando VII de España para reconquistar sus antiguos dominios en América.

Bolívar apoyó la Cruzada Libertadora de 1825 de los orientales contra el Imperio del Brasil y las Provincias Unidas del Río de la Plata, a las que ofreció su ejército si fuera necesario. En caso de un revés militar, Bolívar había dispuesto atacar tanto a Brasil como a cualquier potencia extranjera que intentara invadir América.

En el Congreso de Panamá de 1826, dejaron claras sus ideas geopolíticas y estratégicas sobre la importancia de la unidad de los grandes estados de América Latina, unidos en una gran confederación.

Anteriormente, el General en Jefe de los Orientales, Don José Artigas, le había pedido ayuda por carta durante la guerra contra los portugueses entre 1816 y 1820. Bolívar no tuvo tiempo de enviar un gran ejército, pero estaba plenamente informado de la situación. . Por su parte, el general José de San Martín también quiso apoyar a los orientales, aunque no recibió el respaldo de Buenos Aires.

En síntesis, Bolívar estaba absolutamente convencido de que el futuro de “la felicidad de los pueblos de la antigua Hispanoamérica dependerá de la unidad; de lo contrario, serán dominados por los poderes de las potencias imperiales europeas y sus aliados”.

“La libertad de nuestra gran patria y nación americana es nuestro destino”.


Por qué Garibaldi, uno de los fundadores de Italia, es también celebrado como un héroe en Uruguay y Brasil

A propósito, compartimos con nuestros lectroes una interesante reseña publicada recientemente en la BBC.

Giuseppe Garibaldi pasó a la historia por ser uno de los grandes héroes de la unificación de Italia.

Pero ese país europeo no es el único que lo idolatra. A miles de kilómetros, dos naciones sudamericanas, Brasil y Uruguay, también lo celebran por la participación destacada que tuvo en conflictos claves allí.

De hecho, el novelista francés Alejandro Dumas, quien redactó las memorias de Garibaldi, famosamente lo apodó el "héroe del Viejo y del Nuevo Mundo" por sus gestas a ambos lados del Atlántico.

Curiosamente, mientras que en Italia Garibaldi buscaba la unificación, en Sudamérica luchó por la fragmentación de las antiguas colonias europeas.

Aquí te contamos cómo una de las máximas figuras de Italia terminó jugando un papel clave en las historias fundacionales de estas dos naciones latinoamericanas.

Quién fue Garibaldi

Giuseppe Garibaldi nació en 1807 en Niza, que hoy es parte de Francia, pero en esos años pertenecía al Reino de Cerdeña.

En ese momento lo que ahora es Italia estaba compuesto de diversos Estados que eran gobernados por las grandes dinastías de la época, como los Saboya, los Hasburgo y los Borbones.

La familia de Garibaldi eran marineros de Génova, por aquel entonces el puerto principal del Reino de Cerdeña, por lo que Giuseppe empezó de muy joven a trabajar en barcos comerciales que surcaban el Mediterráneo y el mar Negro.

Fue en esos viajes que entró en contacto con las ideas políticas reformistas que inflamaban la Europa del siglo XIX.

Con solo 25 años, en 1832, fue nombrado capitán del barco Clorinda y regresó a Génova después de una ausencia de más de un lustro.

Allí se afilió al grupo de La Giovine Italia (La Joven Italia), una sociedad secreta creada para promover la unificación del país y fundada por otro patriota genovés, Giuseppe Mazzini.

Garibaldi participó en un intento insurreccional en Génova, obteniendo el cargo de capitán en la Marina del Reino de Cerdeña, pero la expedición fracasó y se vio obligado a huir.

Condenado a muerte, navegó por el Mediterráneo con un nombre falso hasta que en 1836 decidió exiliarse a América del Sur y partió rumbo a Río de Janeiro.

Corsario en Brasil

Se afincó en Río Grande del Sur, la provincia más austral del Imperio de Brasil, donde empezó a comerciar con pasta.

Pero también consolidó su formación política, entrando en contacto con otros disidentes italianos de La Joven Italia (eventualmente llegaría a ser presidente de la filial de esa organización en el continente americano).

Además, formó parte de la logia masónica Asilo di Vertud.

Así conoció a Bento Gonçalves da Silva, un político y militar riograndense que quería independizar a esa provincia del imperio brasileño, que se había formado tras la Guerra de independencia que separó al Reino de Brasil del de Portugal.

Garibaldi se unió a la lucha, conocida como la Revolución Farroupilha o Guerra de los Farrapos (1835-1845).

En una carta a un amigo, escrita en 1837, Garibaldi le contó que "cansado de arrastrar una existencia inútil" consiguió una patente de corso por parte de Gonçalves da Silva y luego comandó su flota de guerra contra la armada brasileña.

"El aporte de Garibaldi fue fundamental bajo dos puntos de vista", explica la historiadora Maria Medianeira Padoin, profesora de la Universidad Federal de Santa Maria, en Rio Grande del Sur.

"Por un lado aportó sus conocimientos militares, empleando tácticas eficaces de combate en el agua, tanto en el mar como en el río, y contribuyendo a la formación de los astilleros militares de la zona".

"Por el otro", sigue Medianeira Padoin, gracias a "su personalidad carismática difundió sus ideales de igualdad y de lucha por la libertad".

Tortura y amor

Durante los cuatro años en los que combatió en la Revolución Farroupilha, Garibaldi fue capturado y torturado, sufrió un naufragio y conoció a la que sería el amor de su vida, Ana Maria Ribeiro da Silva, "Anita".

"La de mis bisabuelos fue una historia muy romántica", comenta Annita Garibaldi Jallet, historiadora y presidenta de la Associazione Nazionale Veterani E Reduci Garibaldini de Italia.

El corsario italiano conoció a Anita en la provincia de Santa Catarina, vecina de Río Grande del Sur, al que había ido para tomar la ciudad portuaria de Laguna (una gesta que luego sería clave para la creación de la República Catarinense o República Juliana, que formó una confederación conjunta con la República Riograndense).

Anita, que tenía 18 años, estaba casada cuando se enamoró de Garibaldi.

Abandonó a su marido, empezó a vestir ropa masculina para poder montar a caballo y peleó junto a su pareja en todas las campañas militares en tierras brasileñas.

Lograron casarse en 1842 y tuvieron cuatro hijos: Menotti, Rosita (quien falleció a los dos años), Teresita y Ricciotti, el abuelo de Annita Garibaldi Jallet.

Guerra Grande de Uruguay

Hacia 1841 Garibaldi dejó el combate en Brasil (que concluiría en 1845 con la declaración de independencia de la República Riograndense) para asentarse en Montevideo, Uruguay, donde residía una numerosa comunidad de exiliados y emigrantes italianos.

Pero su descanso de los campos de batalla duró poco.

Ese país también atravesaba un conflicto armado, la llamada Guerra Grande, entre los blancos del presidente uruguayo Manuel Oribe, apoyado por los federales argentinos liderados por el caudillo Juan Manuel de Rosas, y el gobierno colorado del general Fructuoso Rivera, instalado en Montevideo.

Se trataba de un conflicto que trascendía más allá de esos dos bandos, ya que también intervinieron Brasil, Francia y el imperio británico.

Garibaldi tomó partido por Rivera y creó la Legión Italiana, que bajo su liderazgo obtuvo victorias en Colonia del Sacramento, Gualeguaychú, en la defensa de Montevideo y en la batalla de San Antonio, en el departamento de Salto.

Sin embargo, "tratándose de una guerra civil, Garibaldi fue considerado un héroe del Partido Colorado, antes que de toda la nación, durante mucho tiempo", matiza Mario Etchechury, experto del centro ISHIR (Investigaciones Socio-Históricas Regionales), de Rosario, Argentina.

"El hecho de que el primer monumento autorizado en Montevideo, junto con el del prócer José Artigas, fue al mismo Garibaldi", sigue Etchechury, "se justifica por un lado por su importancia y, por el otro, porque aquel año gobernaba el mismo Partido Colorado, que aún hoy en día conserva en su sede un retrato del italiano".

Además de por su arrojo en combate, la Legión Italiana se caracterizaba por un elemento que en breve irrumpiría en el imaginario popular como símbolo de valentía y entrega a las causas patrióticas: sus camisas rojas.

Según varios historiadores, es probable que el emblema característico de las tropas de Garibaldi se debiera a un cargamento de telas rojas destinado a los trabajadores de los saladeros de Montevideo que el general italiano compró a bajo coste para vestir a sus soldados.

"De la experiencia en Sudamérica, Garibaldi se llevó seguramente la conciencia de ser un comandante carismático y las tácticas de guerrilla que emplearía eficazmente en las batallas en suelo italiano durante los años siguientes", añade Medianeira Padoin.

Pero la formación de Garibaldi en el "Nuevo Mundo" no fue solo política y militar.

En sus memorias cuenta cómo le cautivaron las inmensas praderas de las Pampas y la forma libre e independiente de vivir de sus habitantes, los gauchos.

En ellos veía posiblemente la encarnación de sus ideas de libertad popular, y sus capacidades de resistencia, su coraje y su frugalidad fueron una inspiración para sus campañas militares en Italia.

Fue en esos años cuando, junto con el emblemático uniforme, nació el mito del "héroe de dos mundos" y la fama de Garibaldi empezó a circular también en Europa.

Con la llegada del nuevo Papa Pío IX se proclamó la amnistía para que los exiliados italianos volvieran a su patria.

Y fue así como Garibaldi dejó Sudamérica en 1848 junto con su familia y algunos de sus compañeros de lucha en América, para encarar la prolongada lucha por la unificación de Italia que lo consagraría como uno de los máximos héroes románticos del siglo XIX.


Celebrar en cadena nacional

Con su incisivo estilo, el historiador Loris Zanatta analiza en La Nación la conferencia del Presidente Milei al cumplir su primer año de mandato. Transcribimos y recomendamos la lectura de dicho análisis.

Ebrio de gloria, el Presidente anuncia para celebrar su primer año de gobierno otra cadena nacional. Un ritual plebiscitario, un abuso de poder estatal, nada mal para alguien que odia al Estado. Se ve que lo disfruta. Será que la Argentina nunca derrotó al fascismo. Crecidos juntos en el seno del peronismo, el fascismo de izquierdas y el de derechas sobreviven en la cultura política del país, renacen a cada crisis, se pasan el testigo a cada giro histórico. Cuando gobierna la “izquierda”, asoma el fascismo plebeyo. El kirchnerismo lo ha aprovechado hasta agotarlo. Cuando gobierna la “derecha”, resurge el fascismo nacional. Milei pesca ahí sin pudor. Revolucionarios ambos, quieren purificar el ser humano, prometen el paraíso: todos los populismos son “regeneradores”, señalaba Isaiah Berlin, un pensador liberal que los liberales de hoy han olvidado.

Será porque no hay fenómeno argentino que no conserve un toque de “italianidad”, pero a cualquier italiano les resultan familiares ciertos viejos tics. Fascista es la violencia verbal (“hijos de puta”), fascistísima la vulgaridad como arma política (“zurdos de mierda”). Los tics y la estética: la escenografía del lanzamiento de Las Fuerzas del Cielo, los lemas, el estilo, las marquesinas, parecían sacados de Novecento, robados a Bertolucci. Machismo, megalomanía, pulsión represiva, falta de ironía, horror a la ciencia, exaltación de la voluntad, nacionalismo: todas marcas fascistas. “Libro y mosquete, perfecto fascista”, se jactaba la escuela fascista. Espada y bolígrafo encabezan un conocido blog mileísta. Mao Tse-tung prefería “tintero y cañón de fusil”. También él amaba invocar el sostén del “cielo”.

Perón lo admiraba. Pero admiraba aún más a los neofascistas italianos y a los falangistas españoles. Ambos cantaban las alabanzas de Eva Perón. Ese es el mundo en el que creció Giorgia Meloni, demasiado inteligente para exhibirlo, ese es el humus del que se alimenta Vox, tan desinhibida como para jactarse. Los amigos de Milei hoy, como los de Kirchner ayer, son ajenos al mundo liberal. No es ningún escándalo, pero que al menos se sepa. “La vida por Perón”, juraba Guardia de Hierro; “la vida por Néstor y Cristina”, prometía La Cámpora; “la vida por Milei”, cotorrean los libertarios. Aunque se detesten, no es por azar que se atraen y se entienden.

Hay más coherencia de la que se cree en esta historia, más genealogía de la que se conoce. En el vuelo que trajo de vuelta a Perón en 1973 iba sentado el jefe de la logia P2, el “titiritero” de la galaxia neofascista entre las dos orillas del Atlántico. Cuántas cartas afectuosas a Perón y López Rega se conservan en sus archivos, cuántas a Massera, ilusión neoperonista. Si el mundo anda mal, decía el almirante, era culpa de Marx y Freud, de la pérdida de Dios, patria y familia. Los cruzados de Milei recalientan viejas sopas. ¿Cuánto de “nuevo” y de “antiguo”, de fresco y de rancio hay en su amplio consenso?

Fascista, superfascista, es también el peor insulto mileísta: “cobardes”. Así gritaban los fascistas a quienes dudaban. Toda “derecha fascista” ha despotricado siempre y en todas partes contra la “derecha cobarde”, del mismo modo que toda “izquierda revolucionaria” ha perseguido siempre a la “izquierda revisionista”. Pero el tiempo pone las cosas en su lugar. Todos recuerdan a Benedetto Croce, pocos a Giovanni Gentile; todos a Felipe González, pocos a Santiago Carrillo. “Cobarde” es a menudo el epíteto que el necio dirige al sabio.

Todo esto, mejor aclararlo, no implica que la Argentina esté al borde del fascismo. Quienes lo dicen y anuncian “resistencia” hablan por hablar o tienen mala fe: remueven sus culpas para eludir la autocrítica. “Fascismo” es palabra de otra época, un fenómeno impensable en el mundo de hoy, tan fragmentado y plural, móvil e informado. Por eso hablamos de “democracias iliberales”. Lo que no quita que abunden los fascistas.

¿El síntoma más evidente? La concepción ética del Estado circulando como si nada, verdadero “corazón” común de fascismo y comunismo. Curioso. Quienes con mucha razón quieren adelgazar el Estado de sus exageradas funciones parecen apreciar su función moralizadora, la más inquietante y abusiva. “Estamos en guerra”, nos dicen los “cerebros” mileístas, afirmaban los “intelectuales orgánicos” kirchneristas. Una guerra cultural entre buenos y malos. Pasemos por alto la trascendencia de tan burdas y maniqueas ideologías, finjamos no notar las afinidades entre Laclau y Laje. Limitémonos a preguntar: ¿quién decide quién es bueno y quién es malo? ¿En calidad de qué? ¿Quizás aquellos que, kirchneristas antes, mileístas ahora, alardean de “superioridad moral”? Una vez conquistada la “hegemonía cultural”, ¿nos dirán quiénes somos morales y quiénes inmorales, cómo debemos vivir y cómo no debemos?

Tal era el sueño del Estado peronista, del Estado militar, del Estado kirchnerista. ¿También del Estado mileísta? Milei afirma que se propone “recuperar los valores éticos”, restablecerlos “en todos los órdenes de la vida”. ¿Cuáles? ¿Cómo? Más que las “libertades negativas” del liberalismo, recuerda las “libertades positivas” de sus enemigos. ¿Tiene en mente un decálogo moral “nacional”? Suena poco libertario. Nadie, al parecer, escapa en la Argentina a la tentación de fundar una nueva religión, de crear el “hombre nuevo”: el de los Kirchner era woke y feminista, antiestadounidense y anticapitalista; el de Milei es blanco y devoto, cristiano y occidental. La furia teocrática no deja de cernirse sobre la democracia; el ademán fascista, de esconderse entre las hojas de la libertad. Con el pretexto de popularizar el liberalismo, de combatir el comunismo, de hacer buenos negocios, muchos liberales de mi país terminaron abrazando a los fascistas. Pensaban controlarlos, terminaron dominados.


Acuerdo UE-Mercosur: un imperativo geopolítico

El pacto, que abre la puerta a la mayor zona de libre comercio del mundo, nos permite ampliar y diversificar nuestras alianzas estratégicas, asegura el ex vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrel, en referencia al acuerdo UE-Mercosur. Compartimos a continuación sus reflexiones en El País de Madrid.

El acuerdo político alcanzado en Montevideo entre la UE y Mercosur abre la puerta a la mayor zona de libre comercio del mundo, con más de 700 millones de personas, entre dos grandes organizaciones regionales muy cercanas política y culturalmente y económicamente complementarias.

En realidad, no es la primera vez que, a lo largo de un cuarto de siglo de negociaciones, se alcanza un acuerdo. Ya ocurrió a finales del 2019, gracias al empeño del Gobierno español que venció las mismas resistencias que ahora todavía quedan por superar. Ambos acuerdos son básicamente el mismo, con añadidos importantes sobre las cuestiones medioambientales que lo hicieron naufragar entonces.

Y con la novedad de que se presenta en forma de dos tratados, siguiendo el modelo que propusimos para modernizar el acuerdo con Chile. ¿Por qué dos tratados? Fundamentalmente, para evitar dificultades en su ratificación. Todos los elementos del Acuerdo, tanto los comerciales como los de diálogo político, están incluidos en un tratado global. Pero al afectar a competencias que no son exclusivas de la UE, como la comercial, tiene que ser ratificado por el Parlamento Europeo y por el Consejo y también por los parlamentos nacionales. Un proceso que se ha demostrado largo y difícil. Por ello, un segundo tratado, exclusivamente de carácter comercial, entraría en vigor inmediatamente cuando sea aprobado por el Consejo (si no se forma una minoría de bloqueo por un grupo de Estados miembros). Más tarde, cuando el tratado global sea ratificado, sería subsumido en este.

Dejando aparte este alambicado proceso, para adaptarse a la arquitectura competencial de la UE, el acuerdo es de una gran importancia geopolítica. Nos permite ampliar y diversificar nuestras alianzas estratégicas en un momento en el que Rusia está intensificando sus relaciones políticas con el llamado sur global, el mercado chino puede no ser tan prometedor, y la otra relación transatlántica puede estar en cuestión. El fracaso de este acuerdo habría abierto de par en par la región sudamericana a la influencia china, que ya es notable y creciente.

En términos comerciales, el tratado es equilibrado, da acceso a los productos industriales europeos en los países de Mercosur, y a los de naturaleza agropecuaria sudamericanos en la UE. Pero con salvaguardias importantes para el campo europeo (sistema de cuotas, productos fuera de temporada, cumplimiento de la ley contra la deforestación, y ayudas compensatorias). Otro intercambio fundamental es el de las materias primas, tan importantes para nuestra transición digital y tecnológica. Los países de Mercosur serán socios más fiables que otros que hemos tenido.

Hemos necesitado un cuarto de siglo para llegar hasta aquí. Y el acuerdo anterior encalló por la oposición de Francia, por la falta de anclaje con el Acuerdo de París contra el cambio climático y el riesgo de impulsar la deforestación del Amazonas. Este segundo aspecto cobró virtualidad con la llegada de Bolsonaro. Después, me empeñé en relanzar los acuerdos con Chile, México, y Mercosur, con el apoyo decidido de España, primero, y últimamente de Alemania. La vuelta de Lula dio un impulso decisivo al proceso. Desde el lado europeo propuse el sistema de dos tratados en uno para superar las dificultades de la ratificación de un tratado global. Y nos esforzamos en mejorar la dimensión ecológica del acuerdo.

El siguiente escollo que hubo que superar, fue el del anterior Gobierno argentino, que en realidad estaba en contra del tratado. La llegada del ultraliberal Milei permitió avanzar las negociaciones hasta alcanzarse el punto de convergencia de Montevideo. Los aspectos ambientales y el impacto sobre algunos sectores agrícolas europeos, han sido los más conflictivos. En particular, el efecto de la ley contra la deforestación europea, que puede limitar la importación de productos agrícolas que contribuyan a la destrucción de la superficie forestal. Esta cuestión ha sido objeto de especial atención en las últimas negociaciones, buscando formas de equilibrar su impacto en las relaciones comerciales.

El cumplimiento de los Acuerdos de París en la lucha contra el cambio climático ha sido para los europeos de importancia fundamental, requiriendo el compromiso de los países de Mercosur como miembros de buena fe de los acuerdos. Como sucede con casi todos los pactos, han sido necesarios alambicados compromisos de última hora, pero el resultado final generará una relación globalmente positiva para las economías de la UE y de Mercosur. Si se consigue su ratificación, podremos decir que se ha logrado un significativo éxito geopolítico: una alianza económica y comercial sin precedentes, desde la Patagonia a Laponia. Y España habrá desempeñado en ello un papel muy importante.


Paiporta, zona cero

El 29 de octubre, la dana arrasó docenas de pueblos en Valencia, dejando un saldo de 230 muertos y millones de euros en daños. El diplomático Diego Gómez Pickering comparte una interesante crónica desde Paiporta -que compartimos- publicada en Letras Libres.

“Nosotros somos privilegiados. Hay gente que lo ha perdido todo, se han quedado sin casa, siguen sin luz, sin agua corriente. Tienen familiares fallecidos o desparecidos. Ancianos que viven solos, sin familia, sin poderse mover. Personas que han tenido que irse a otros pueblos, a otra ciudad, a vivir en casa de amigos o conocidos porque ya no tienen nada. Ellos sí que lo están pasando mal. Nosotros corrimos con suerte”. Al teléfono, Enrique Ros, de 54 años, vecino de Paiporta “de toda la vida”, habla con voz pausada al referirse a la tragedia que hace 30 días azotó la provincia española de Valencia, anegando el garaje y la planta baja de su edificio, así como el resto de su localidad. Amén de muchas otras en la comunidad autonómica levantina.

Quedamos de vernos frente a la Biblioteca Municipal, hoy cerrada y otrora epicentro cultural de Paiporta, contigua a la Iglesia de San Jorge Mártir, una pequeña joya de arte religioso que muestra la transición del barroco al neoclásico y cuya construcción data de 1754. Ambas a espaldas de la Plaza Mayor, ambas aún manchadas de barro, con considerables cicatrices de lo que el sistema de baja presión conocido como dana (siglas de depresión aislada en niveles altos) trajo consigo cuatro semanas atrás. Hubo pérdidas considerables en el acervo de la Biblioteca; tallas de madera, el piano y reclinatorios del inventario de la parroquia quedaron destruidos. Ha pasado un mes de las inundaciones y los deslaves provocados por la lluvia torrencial, pero Paiporta sigue siendo una de las zonas cero de la catástrofe natural.

Son poco más de 7 kilómetros y medio los que separan a la población del centro de la ciudad de Valencia, sin embargo, la distancia entre ambas es abismal. A lo largo del estrecho ramal que conduce a Paiporta desde la carretera V 30, las escenas aún son desoladoras, prueba de lo acaecido entre la noche del 29 de octubre y la madrugada del día 30. Gasolineras abandonadas, con las bombas arrancadas y los cristales rotos, huertos de frutales inundados de barro seco hasta la coronilla, la carpeta asfáltica levantada, agujereada, llena de obstáculos. Montones de ramas y juncos, con deshechos, restos de ropa y plásticos enmarañados, arrumbados a uno y otro lado del camino. Árboles enteros arrancados de raíz, semáforos sin funcionar, mobiliario urbano y señales de tránsito desvencijados. En la rotonda de Mestre Palau, a la entrada del pueblo, una alfombra de lodo y barro que todavía lo cubre todo y el comité de bienvenida a Paiporta: camiones de bomberos, ambulancias, patrullas policiales, tanquetas de agua y vehículos blindados de la Unidad Militar de Emergencias del ejército español.

“Parecen imágenes sacadas de una película sobre el apocalipsis”, advierte, con voz altisonante, Francisco Olmeda, taxista valenciano que realiza el viaje entre la ciudad y Paiporta. Desde las afectaciones por la dana, la línea de metro que conecta ambos puntos continúa inoperativa y no se tiene todavía fecha prevista para que vuelva a funcionar. Los autobuses habilitados por la Generalitat valenciana para sustituirla son, en ocasiones, insuficientes y realizan el recorrido que en coche toma 15 minutos en aproximadamente 60, sin paradas intermedias, dependiendo de la hora del día y del tráfico. La Cámara de Comercio de Valencia calcula en 120,000 el número de vehículos particulares afectados por la dana. Caminar desde la Plaza Mayor del municipio hasta la ciudad de Valencia, toma, en promedio, dos horas. Lo que antes era un trayecto habitual para la inmensa mayoría de los 25,309 habitantes de Paiporta, es actualmente un periplo inabarcable.

Son poco más de las nueve de la mañana del sábado y la actividad comienza a repuntar. Soldados, cooperantes, voluntarios, policías, bomberos, personal médico y de emergencias con botas de hule, mascarillas, palas, escobas, guantes y, en algunos casos, overoles de protección que cubren todo el cuerpo, gafas antisalpicaduras y cascos, se cruzan por las calles y la plaza con vecinos, quizá menos ajuareados, pero con la misma convicción: trabajar para volver a poner de pie a Paiporta.

“Se podía haber evitado, dando la alarma, avisando temprano, advirtiendo con tiempo. Para que la gente no saliera, evitando muertes. Hubo mucha falta de coordinación”. Enrique reflexiona sobre una tragedia que podría, quizá, no haberlo sido. Nos encontramos frente al bar Ca Pepe, el primero en reabrir tras la dana, gestionado por una pareja de inmigrantes chinos, quienes, afanosos, comienzan a desplegar un par de docenas de sillas y mesas al interior del local y sobre la plaza. Enfrente, desde hace apenas unos días, los cajeros de los bancos ya funcionan, la panadería Rial, de las primeras en reabrir, dibuja ya una fila de vecinos a sus puertas y, unos locales más adelante, un supermercado se alista a subir la cortina. “Esos abrieron hace apenas dos días, antes de eso, imposible conseguir nada aquí”, remata Enrique antes de doblar la esquina, camino de su finca, pasado el poste de luz que tumbó la tormenta y en paralelo al Auditorio Municipal, que sirve de centro logístico para la distribución de la copiosa ayuda que ha llegado a Paiporta a lo largo de estas semanas, desde toda la península.

“Aquí curramos todos y aun así la cosa va muy lenta. Si no fuera por los voluntarios, principalmente jóvenes, que han venido de toda España, catalanes, vascos, andaluces, hasta murcianos, a trabajar, a sacarnos adelante, a echarnos una mano, aquí no habríamos salido de esto”, afirma Enrique mientras descendemos al sótano de su edificio, donde sus 14 condóminos, auxiliados por vecinos de otras casas de la manzana, más amigos y familiares, trabajan para borrar las huellas de la desgracia. Tras sacar con grúa los vehículos ahí destrozados y apilados por la riada, llevan días intentando extraer el barro, el lodo y los escombros. Falta limpiar el cascarón del garaje, que luego tocará reparar para, algún día, utilizar de nuevo. En la misma cuadra, menos de la mitad de los edificios han logrado llegar a ese punto. Van trabajando en uno a la vez y les toma días. Toda ayuda es bienvenida.

En las calles circundantes, la presencia de todo tipo de fuereños, en su mayoría voluntarios y cooperantes, es notoria y da la razón a Enrique y al resto de sus vecinos. “El pueblo salva al pueblo”, “Gràcies”, “Gracias voluntarios”, se lee en pancartas, mantas y letreros que cuelgan de balcones y ventanales. Acentos tan diversos como la geografía cultural y lingüística de España se escuchan de arriba abajo por las maltrechas calles de Paiporta y cruzando los puentes que no derribó la dana. Ingenieros, arquitectas, enfermeros, médicos, psiquiatras, cocineros, peluqueros, fisioterapeutas, artistas y creativos. Acción contra el Hambre, Cruz Roja, World Central Kitchen, Juntos por la vida y un largo etcétera de organizaciones no gubernamentales y asociaciones civiles. Pero no solo ellos, también empresarios y emprendedores locales y de allende, la Óptica Santander que regala lentes para vista cansada a los damnificados que lo necesiten o la Churrería de Librada, que obsequia todas las mañanas churros y chocolate caliente a vecinos y voluntarios. Xavi, venido de Valencia, con su camioneta de redilas cargada de colchones, tambores, sillas, mesas, cómodas y vestidores que reparte entre casas y familias que se han quedado sin muebles como consecuencia de la crecida del agua. Gorka y Roberto venidos desde Irún, en la frontera con Francia, para proveer equipo de oficina, incluidas computadoras, impresoras y escritorios, para aquellos comercios y negocios que perdieron su material de trabajo en la tragedia. Los más de 500 voluntarios de la Federación de Sijs de España, que diariamente reparten comidas recién preparadas en Paiporta y en varias otras localidades valencianas para los damnificados. Ellos, los voluntarios, la sociedad civil, antes que nadie más, fueron los primeros en llegar, en ayudar, en escuchar, en entender, en actuar.

“Yo lo que percibí fue un abandono total del Estado, una ausencia completa de las instituciones”. Ann Sleebus, de 57 años, es una barcelonesa de origen flamenco quien pasó cuatro días en Paiporta limpiando fango, llevando comida caliente a casas de ancianos y de personas con problemas de movilidad, gestionando una tienda de reparto de alimentos enlatados para vecinos afectados y coordinando labores con otros voluntarios. Reconoce que el coste emocional de ayudar es elevado, pero la recompensa gratificante. No es solo saberse útil, sino contagiada por el ánimo de la gente, que a sabiendas de haberlo perdido todo y ante la respuesta, si acaso errática, de las autoridades, sabe que no cuenta más que consigo misma.

“Aquí no nos ha ayudado nadie, fuera de los voluntarios que han sacado la casta y venido a quitar el barro. Ni el gobierno central ni el valenciano nos han asistido de forma oportuna. El poco caso que nos han hecho unos y otros nos hace sentirnos solos, abandonados”. María Eugenia Moreno, de 65 años, es vecina de la parte vieja de Paiporta, de calles estrechas y casas de dos alturas, contiguas al barranco, una de las zonas más afectadas por el torrente. Pasó siete horas con el agua al cuello, junto a su marido y uno de sus hijos, en el rincón más alto de la primera planta de su vivienda, donde antes de la tragedia regentaba un taller de corte y confección, del que hoy no quedan más que patrones destruidos por el barro y dos máquinas de coser, de las seis que tenía, a medio funcionar.

La dana entró con fuerza un martes, pero “no fue sino hasta el viernes que hubo aquí presencia de las autoridades, de las fuerzas del orden o de los servicios de emergencia”, afirma Enrique. Suma su desconcierto al de María Eugenia y otros tantos vecinos, al respecto de la ausencia del Estado que percibió Ann, junto a varios voluntarios más, en la Paiporta convertida en zona cero de la destrucción. El 3 de noviembre, la visita a la localidad del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, junto al presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, y los reyes de España, Felipe VI y Letizia, fue frustrada por reclamos de vecinos encolerizados, frustrados, cansados. “Asesinos, asesinos”, “Sánchez y Mazón, dimisión” se escucha en los audios y videos que capturaron el momento. Al cumplirse un mes del infortunio, la presencia de Estado e instituciones se hace sentir, pero la asunción de responsabilidades dista mucho de tomar forma. Una nueva marcha de protesta bajo el lema de “Ni olvido ni perdón”, a la que asisten cerca de 100,000 personas, recorre las calles de Valencia exigiendo rendición de cuentas a los gobiernos central y autonómico, a populares y a socialistas, sin hacer distingos políticos. En Paiporta, las campanas de la Iglesia de San Jorge Mártir repican por los fallecidos y los desaparecidos, cientos de veladoras encendidas dibujan los contornos del barranco en su honor, por su eterno descanso.

“A mí, la verdad, [la política] me tiene un poco asqueado”. El día de la dana, Enrique Ros, de 21 años, homónimo de su padre, tuvo que escapar del instituto junto con el resto de sus compañeros de clase a media tarde, cuando las aguas empezaron a desbordarse del barranco. Desde las ocho de la noche y hasta pasadas las 4 de la mañana, con decenas de otras personas, esperó apertrechado sobre el capó de un coche a que las aguas cedieran, para arriesgarse y volver a casa, donde su madre le esperaba en vela. Como muchos jóvenes de su edad, no puede evitar sentir zozobra por los tiempos que vivimos, aunque evita, como otros, ser presa de la polarización. “Aquí lo que ha quedado demostrado es que el pueblo es el que salva al pueblo”, concluye con voz resoluta. “Ahora sí que me quiero enterar más [de política] para cambiar las cosas”, agrega antes de reincorporarse a las tareas de limpieza con sus padres y el resto de vecinos.

La acción social de hombres y mujeres de Paiporta, de jóvenes y no tan jóvenes, responde sin duda a la urgencia que aún les aqueja, incluso a un mes de una de las tragedias más graves registradas en lo que va el siglo en toda España. Pero también, quizá, es sintomática de un sistema político desgastado, anquilosado, ineficaz y divisor, que clama a la sociedad de la que es producto reformarlo, so pena de seguirlo sufriendo.

La tarde cae en la Plaza Mayor de Paiporta y el bar de Ca Pepe está a tope. La camarera entre y sale con charolas repletas de cafés con leche, tercios de cerveza, vermús, cacaolats y botellas de agua. Mesas contiguas con sillas repletas, adentro y afuera, el sol otoñal ha dado tregua a los 9 grados con los que amaneció por la mañana, trayendo un poco de solaz. Vecinos, voluntarios, soldados, sentados lado a lado. Fumando, conversando, disfrutando, en todos los casos. “Por Paiporta”, se escucha en un extremo a alguien levantando la copa. “Por Paiporta”, responden todos al unísono, sin distingos.


Computadora. La caída de la red clandestina del PCU

Por LA LIBRERIA

Edición del autor, 2024, 232 páginas. Por Álvaro Alfonso.

Álvaro Alfonso ofrece en Computadora: La caída de la red clandestina del PCU un relato que desmonta la visión oficial del Partido Comunista del Uruguay (PCU) durante los años de la dictadura cívico-militar, revelando un entramado de colaboración entre dirigentes comunistas capturados y las fuerzas represivas, particularmente la Marina. Publicado recientemente, el libro se basa en testimonios de protagonistas, documentos históricos y expedientes, proporcionando un análisis crítico y meticuloso que confronta décadas de mitificación sobre la resistencia comunista.

El texto aborda la Operación Computadora, una iniciativa diseñada por la Armada uruguaya en 1977 para desmantelar la red clandestina del PCU. La operación implicó la participación de detenidos que, bajo presión o convicción, se convirtieron en informantes. Uno de los aspectos más controvertidos que Alfonso explora es el papel de dirigentes como Graciela Villar, quien, según Alonso, en 1978 habría colaborado con los militares. La investigación sugiere que estos hechos son harto conocidos por la izquierda uruguaya, pero ocultos estratégicamente. Estas revelaciones no solo cuestionan el relato heroico del PCU, sino también la integridad moral de figuras clave del Frente Amplio.

Computadora no se limita a reconstruir hechos históricos; también se adentra en las implicancias contemporáneas de estos eventos. Alfonso plantea preguntas incómodas sobre la memoria colectiva, la ética en la política y el relato predominante de la resistencia a la dictadura. Al exponer las contradicciones de la narrativa de izquierda, el libro ofrece una perspectiva que, aunque polémica, es esencial para un entendimiento más completo de la historia reciente del Uruguay.

Con su enfoque riguroso y desafiante, Computadora es una obra que invita a cuestionar los fundamentos históricos y éticos de un sector político que ha dominado la narrativa de la dictadura.

Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.