Edición Nº 1028 - Viernes 21 de marzo de 2025

¿Víctima? Haga el favor, Sr. Carrera

Viernes 7 de marzo de 2025. Lectura: 2'

El senador Charles Carrera insiste en presentarse como un “perseguido político” y califica de “injusta” la investigación que se le sigue por el caso del civil baleado. Sin embargo, el expediente exhibe evidencias de que, en 2012, cuando ejercía la Dirección General de Secretaría del Ministerio del Interior, Carrera encubrió y tapó con fondos públicos la presunta implicación de un funcionario policial en un disparo que dejó a un joven paralítico. Se valió del Hospital Policial para atender al civil, hizo pasar a la víctima como integrante de la fuerza, repartió tickets de alimentación y, en una actitud amenazante, alentó a la familia para que demandara al Estado y así forzar un acuerdo.

Es llamativo que ahora, al comparecer ante la Fiscalía, Carrera hable de “aclarar esta injusta situación. ¿Acaso olvida el testimonio de la madre y el hermano de la víctima, quienes tuvieron que escuchar la voz intimidante de Carrera sugiriendo que, sin su favor, quedarían en la calle? ¿O los peritajes que nunca hallaron evidencia de que el tiro viniera de la casa de un subcomisario, hecho que se usó para justificar aquella dádiva estatal? ¿Dónde está la “injusticia” para él, cuando la real injusticia la padece una familia que sigue esperando respuestas por un disparo que truncó la vida de uno de sus integrantes?

Más allá de los tecnicismos legales, lo que asoma es una manipulación descarada de los recursos del Estado. Carrera y su equipo, que hoy vuelven al gobierno, trasladaron a la víctima al Hospital Policial y argumentaron “ayuda humanitaria” para encubrir lo que ni la propia Justicia pudo confirmar: la supuesta responsabilidad policial. Para colmo, y “de yapa”, se descubrió el uso irregular del mismo hospital para la atención de la expareja del exsenador, también sin justificación legal.

Pero la familia de la víctima no recibió la atención porque el Ministerio de entonces fuera un modelo de sensibilidad social, sino con el objetivo aparente de tapar el escándalo y obligarles a guardar silencio, como muestra la evidencia que se conoce hasta hoy. Por ende, se entiende menos el cinismo del exlegislador de defenderse como agraviado, cuando los verdaderos agraviados son aquellos que vivieron amenazas y vieron su integridad comprometida.

Quizá lo verdaderamente injusto –y a veces poco recordado– es la situación de esa familia que sigue esperando que el exsenador explique por qué manipuló recursos estatales, armó historias imposibles de comprobar y, ahora, se coloca el traje de víctima. Si se es inocente, ¿por qué la necesidad de maniobras y chantajes? ¿Por qué el uso indebido de un hospital al que no correspondía concurrir? Que Carrera no se confunda: la injusticia la soportan quienes buscan la verdad y la atención debida sin haberla encontrado en tiempo y forma.



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