Edición Nº 1066 - Viernes 19 de diciembre de 2025

Uruguay frena: la economía desacelera y plantea interrogantes para 2026

Viernes 19 de diciembre de 2025. Lectura: 3'

La caída del PIB en el tercer trimestre confirmó el freno de una economía que venía perdiendo impulso.

La economía uruguaya mostró en 2025 señales claras de desaceleración que interrumpen una racha de crecimiento sostenido y plantean desafíos para la formulación de políticas públicas en el mediano plazo. Según los datos oficiales del Banco Central del Uruguay (BCU), el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo 0,2% en el tercer trimestre de este año respecto al trimestre anterior, truncando así ocho trimestres consecutivos de expansión económica trimestral.

De la expansión moderada al estancamiento

Si bien en términos interanuales el PIB creció 1,2% con respecto al mismo periodo de 2024, este resultado es significativamente más modesto que el crecimiento observado en años recientes, y refleja una pérdida de dinamismo económico.

A lo largo de 2025, los principales indicadores de actividad económica empezaron a mostrar una tendencia hacia la moderación. Por ejemplo, en el segundo trimestre del año el crecimiento fue de 2,1% respecto a igual período del año anterior, pero esto representó una notable desaceleración respecto a trimestres previos.

Expertos y analistas económicos habían advertido desde mediados de año que, aunque la economía seguía en zona de expansión, el ritmo de crecimiento era más débil de lo esperado y mostraba señales de enfriamiento.

Causas estructurales y coyunturales

Varias razones explican este freno en la actividad:
  1. Menor dinamismo de la inversión privada: En el informe del BCU se observa una caída en la formación bruta de capital, lo que refleja una desacumulación de existencias y una menor inversión productiva en el trimestre.
  2. Desempeño dispar entre sectores: Algunos rubros como comercio, servicios de alojamiento y alimentos, educación y servicios inmobiliarios mostraron crecimiento, pero fueron insuficientes para compensar las caídas en manufactura y construcción.
  3. Impacto de factores específicos: La industria manufacturera sufrió una disminución, en parte vinculada a eventos puntuales como la paralización de actividades en sectores ligados a energía e infraestructura.
  4. Base de comparación elevada: Uruguay venía de una recuperación notable pos-pandemia y pos-sequía, lo que eleva la base de comparación y, por ende, dificulta mantener tasas elevadas de crecimiento.
A estos factores se suman retos estructurales más amplios, como la moderada recuperación del consumo de los hogares, el lento avance de los salarios reales y la ausencia de proyectos de inversión de gran envergadura que impulsen la actividad económica de manera sostenida.

¿Recesión o ajuste cíclico?

La caída trimestral de 0,2% disparó debates sobre si Uruguay podría entrar en una recesión técnica —definida como dos trimestres consecutivos de contracción—. Sin embargo, muchos economistas coinciden en que los datos disponibles no necesariamente anticipan una recesión prolongada. Analistas señalan que el comportamiento del último trimestre de 2025 podría mostrar una leve recuperación, y que la desaceleración es más bien una fase de ajuste cíclico que una caída estructural profunda.

Perspectivas para 2026

Las proyecciones de organismos financieros y consultoras previas al cierre del año ya anticipaban un crecimiento moderado para 2025, con tasas en torno al 2% y sin expectativas de grandes saltos en 2026.

Este escenario plantea una agenda de políticas públicas enfocada en fortalecer el consumo interno, mejorar la competitividad sectorial y promover inversiones productivas. También subraya la importancia de impulsar la productividad y diversificar las fuentes de crecimiento, para no depender excesivamente de ciclos externos o de sectores individuales que pueden ser volátiles.

En suma, una economía que se ajusta

La desaceleración de la economía uruguaya en 2025 no puede ser reducida a un solo dato estadístico. Es el resultado de una combinación de factores estructurales y transitorios que reflejan tanto la madurez de una economía con niveles moderados de expansión como la sensibilidad a cambios en la inversión, la producción manufacturera y la dinámica sectorial.

El desafío para el gobierno y los agentes económicos será aprovechar este momento de ajuste para diseñar políticas que promuevan un crecimiento más equilibrado y resiliente, que enfrenten no solo la coyuntura reciente sino también los desafíos futuros de una economía pequeña, abierta y altamente vinculada a contextos globales y regionales.



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