Edición Nº 1042 - Viernes 4 de julio de 2025

Un “Inca para el Río de la Plata”

Viernes 4 de julio de 2025. Lectura: 2'

Por Daniel Torena

El general Manuel Belgrano, ilustre patriota, humanista y hombre de vasta cultura, propuso al Congreso de los Diputados de las Provincias Unidas, en su sesión del 6 de julio de 1816, que junto con la declaración de independencia de las “Provincias Unidas en Sud América” se estableciera una monarquía temperada o constitucional.

A diferencia de los gobernantes de Buenos Aires y de la mayoría porteña, que deseaban un príncipe europeo como rey del Río de la Plata, Belgrano propuso que fuera un descendiente de la nobleza incaica.

La narrativa incaica se refleja, por ejemplo, en la letra del Himno Nacional y en símbolos como el “Sol Incaico”, presente en la moneda, el escudo nacional y la bandera creada por Belgrano.

El general pensaba que podría elegirse al medio hermano del Inca Túpac Amaru, quien había sido cruelmente ajusticiado a fines del siglo XVIII. Consideraba, tal vez, a su hermano sobreviviente, Juan Bautista Túpac Amaru, ya que casi toda la familia había sido eliminada.

En 1816, Juan Bautista cumplía una injusta condena de prisión en Ceuta, únicamente por ser hermano de Túpac Amaru, líder de la última gran rebelión indígena que reclamó sus derechos e intentó convivir en paz con españoles y criollos, hasta que fue violentamente reprimido.

En 1820, la revolución liberal en España impuso una amnistía que alcanzó a Juan Bautista, quien llevaba cuarenta años de encierro. Tras su liberación, ya enfermo y de edad avanzada, viajó a Buenos Aires. Para entonces, Belgrano había muerto en la miseria y el ostracismo.

Juan Bautista falleció en Buenos Aires en 1827, siendo sepultado en el Cementerio de la Recoleta.

Los planes de Belgrano, según documentos de la época, contaron con el respaldo de los generales San Martín y Güemes. Sin embargo, fracasaron debido a la oposición de Buenos Aires, que se negaba a perder sus privilegios portuarios y el control económico y político de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Por esa razón, el general Carlos María de Alvear, “Gran Maestre de la Logia Lautaro” y figura de enorme poder económico y político en Buenos Aires, mantuvo hasta 1820 su proyecto de instaurar un príncipe europeo de la Casa de Borbón. Se había avanzado incluso en un acuerdo con el Reino de Francia para establecer un rey constitucional, bajo el entendido de que el patriciado porteño conservaría el control del gobierno, las fuerzas armadas y la economía.

Este sector porteño fue siempre absolutamente hostil al general José Artigas y a su ideario republicano, federal y democrático para el Río de la Plata.



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