Trump contra la Fed: un ataque autoritario que amenaza la estabilidad económica y la democracia
Viernes 29 de agosto de 2025. Lectura: 3'
Donald Trump volvió a cruzar una línea que ningún presidente había osado tocar en más de un siglo de historia institucional: intenta despedir a una gobernadora de la Reserva Federal (Fed), una medida sin precedentes que no solo pone en jaque la independencia del banco central, sino que amenaza la estabilidad económica y el equilibrio de poderes en Estados Unidos.
En un movimiento que recuerda más a un caudillo que a un presidente democrático, Trump anunció en su red social Truth Social la destitución “con efecto inmediato” de Lisa Cook, acusándola de fraude hipotecario. ¿Las pruebas? Una denuncia reciente hecha por un funcionario designado por el propio Trump, basada en supuestas declaraciones falsas sobre propiedades ocurridas antes de que Cook asumiera el cargo. Es decir: sin condena, sin proceso, sin derecho a defensa.
Cook, primera mujer negra en ocupar ese cargo, con títulos en Oxford y Harvard, respondió con firmeza: “No renunciaré”. La ley no le da a Trump el poder que cree tener. La Ley de la Reserva Federal establece que los gobernadores cumplen mandatos largos y solo pueden ser removidos “por causa”, entendida como mala conducta en el cargo, no antes de él. Además, se requiere un procedimiento formal, con pruebas y descargos. Nada de eso ocurrió.
El verdadero objetivo: controlar la política monetaria
Trump no oculta su intención. Quiere una Fed dócil que baje las tasas de interés para apuntalar su agenda política y el mercado inmobiliario. Lo dijo sin tapujos: “Una vez que tengamos la mayoría, la vivienda cambiará”. Lo que en otras palabras significa: usar al banco central como herramienta electoral, aunque cueste credibilidad y estabilidad a la economía.
La independencia de la Fed no es un capricho. Existe para que las decisiones sobre inflación, empleo y tasas no dependan del humor del presidente de turno. Cuando los políticos metieron mano en la historia, el resultado fue claro: inflación descontrolada, crisis y pérdida de confianza. Si Trump logra forzar esta destitución, el mensaje a los mercados será inequívoco: la Fed ya no manda; manda la Casa Blanca. ¿La consecuencia? Mayor riesgo inflacionario, inversionistas exigiendo tasas más altas, créditos más caros para hogares y empresas.
Un ataque ilegal, antidemocrático y con olor a autoritarismo
Los expertos lo dijeron sin rodeos: “Es un despido ilegal”, afirmó Lev Menand, profesor de Derecho en Columbia. La senadora por Massachusetts Elizabeth Warren fue más directa: “Es una toma de poder autoritaria que viola flagrantemente la ley”. Trump pretende reinterpretar la Constitución para expandir sus poderes y, si la Corte Suprema —donde tiene aliados ideológicos— lo respalda, sentará un precedente peligrosísimo: que un presidente pueda despedir a quien quiera en organismos independientes.
Esto no se trata solo de economía. Se trata del Estado de derecho. Si hoy puede echar a una gobernadora de la Fed por un tecnicismo inventado, mañana podrá hacer lo mismo con jueces, fiscales o reguladores que le resulten incómodos.
Lisa Cook: símbolo de resistencia ante la embestida
Cook no solo es una funcionaria con credenciales impecables, sino también un símbolo. Su destitución arbitraria no sólo sería un atropello institucional, sino también un mensaje nefasto sobre quiénes incomodan al poder.
Mientras Trump despliega su narrativa de “fraude” —un mantra que usó para deslegitimar elecciones y que ahora aplica a funcionarios—, Cook recurre a los tribunales para defender algo más grande que su cargo: la independencia del banco central y el respeto a la ley.
Un paso hacia el abismo
Trump no está simplemente jugando a ser presidente; está ensayando un modelo de concentración de poder incompatible con la democracia. Este ataque a la Fed no es aislado: se suma a años de presión sobre Jerome Powell, insultos públicos a funcionarios y la obsesión por subordinar instituciones a su voluntad.
Si logra su objetivo, el costo lo pagarán todos los estadounidenses: inflación más alta, tasas más caras y un precedente que erosiona el pilar básico de cualquier república: la separación de poderes. Hoy es la Fed. Mañana, ¿qué sigue?
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