Por Julio María Sanguinetti
La elección del domingo pasado nos ha dejado una carga fuerte de conclusiones y desafíos.
Para empezar, la Coalición Republicana revalidó su mayoría de la segunda vuelta de la elección anterior y de la LUC, tercer tiempo de aquel proceso electoral. No es poca cosa, porque aunque la calidad del gobierno merecería otro apoyo, el hecho es que todas las encuestas –salvo una– estaban asumiendo una supremacía frentista que no apareció.
El Partido Nacional disminuyó sobre la elección anterior (pasando de 28,88% a 26,77 %), el Cabildo Abierto sufrió una gran caída (de 11, 11% a 2,45%), el Partido Independiente no logró crecer lo suficiente para alcanzar el Senado (de 1,01% a 1,71%), y el Partido Colorado creció (de 12,08% a 16,03%). No solo ante la elección anterior, sino ante sí mismo, luego del terremoto partidario que significó la abrupta renuncia de Talvi. Felizmente, la autoridad partidaria mantuvo estos años una vida institucional activa, preservó la representación política y así se llegó a una elección interna en que se comenzó la recuperación.
La elección nos ha dado ahora una presencia parlamentaria mayor, con un Senado en que están representados dos sublemas, cinco movimientos y por encima de todo la variedad de matices cualitativos que configuran el valor político e intelectual del Partido Colorado.
Es justo decir ante todo que la fórmula colorada hizo honor a la tradición partidaria como una renovada expresión generacional. Ojeda es la grata novedad de un abogado brillante y un comunicador novedoso, que lució no solo por su propaganda disruptiva sino por su capacidad dialéctica y su empatía con la gente; Robert, la reafirmación de una figura política que si ha configurado un perfil propio en la educación, luce hoy en el escenario mayor. Mucho puede esperarse de ambos, de su consolidación hacia el futuro. Como también de la presencia de Pedro Bordaberry, que encabezó el Partido en dos elecciones, fue un relevante parlamentario y continúa vocacionalmente empeñado en ser un factor de propuestas. Tabaré Viera es el cabal portavoz del interior, pero, mucho más allá, también la autenticidad batllista que sigue latiendo con fervor en la masa partidaria y debemos hoy afirmar en una juventud que ha reaparecido en la militancia. El Dr. Zubia, por su parte, es un perfil definido en la seguridad jurídica y la afirmación del Estado de Derecho. No es poco aporte a la vida del país.
Nos espera ahora un esfuerzo grande para que en la segunda vuelta no haya la dispersión que en la elección anterior redujo la clara ventaja inicial. Somos optimistas, porque hoy el concepto de Coalición está asumido, hasta psicológicamente. No vemos colorados, cabildantes o independientes desmarcándose en favor de un candidato frentista que no provee razón alguna para ese pasaje.
Luego, vendrá el gobierno. La madurez cívica del sistema institucional y político estará puesta a prueba. Nadie podrá eludir su responsabilidad. Ni el que esté en el gobierno ni el que quedó afuera, porque del todo no podrá estar. Si Delgado es el Presidente, como deseamos y esperamos, podrá gobernar con una Coalición cohesionada, que tendrá que amalgamar sólidamente con su oficio y paciencia. Si no hay nuevo Presupuesto, no hay tragedia, porque fusionaríamos como hoy. Si no hay acuerdo para los entes seguirán como en el Tribunal de Cuentas per saecula saeculorum. El rol opositor puede sí, ser desgastante para el gobierno, con interpelaciones y comisiones investigadoras, pero también desgastante para el que abuse. No creemos que la ciudadanía premie hoy al que no ayuda y pase a ser parte del problema. Si el Frente no logra domeñar el impulso revanchista del PIT-CTN que hasta amenaza con desconocer el referéndum e insiste con eliminar las AFAP’s, enturbiará su horizonte y rebajará sus posibilidades. En suma, todos tendremos responsabilidad fuertes ante una ciudadanía que ya no es tan tolerante con los gestos demagógicos y las posiciones destructivas. El sistema todo le impone, a cada actor, más grande o menos relevante, una responsabilidad importante. Confiamos en que así se entenderá.
Más que nunca, todos los uruguayos estamos en el mismo barco. Pero es fundamental que en el puente de mando siga adelante una Coalición Republicana que mire al futuro y logre que se innove más y se eduque mejor.