Sin pena y sin gloria
Viernes 21 de marzo de 2025. Lectura: 2'
Por Susana Toricez
Cometo un error, me disculpo y todo bien.
Lo mismo con una infracción de tránsito: la pago y sigo.
Solicito un préstamo, lo pago y vuelvo a tener otro disponible sin inconvenientes.
Termino de pagar un crédito y automáticamente vuelvo a tener el mismo crédito a mi disposición.
Sin embargo, a quien cometió un delito y, aun cumpliendo la totalidad de su condena, casi ninguno de nosotros le da otra oportunidad.
Así los vemos rodando por las calles, sin comida, sin un baño digno y, lo que es peor, sin trabajo.
¿Tanto le cuesta a nuestra sociedad volver a creer?
En el Parlamento hay gente embanderada con el discurso de los Derechos Humanos. ¿Por qué, entonces, no se ha hecho nada para que esta situación cambie radicalmente?
Durante tres lustros tuvimos un gobierno de izquierda.
El mismo gobierno que hoy sigue promoviendo la defensa de los derechos del individuo.
Solamente los promueve, porque aplicar y establecer algún beneficio que ampare al expresidiario, no.
Al salir con la pena cumplida, si dentro de la cárcel el recluso se comportó correctamente, si generó instancias de superación personal o si estudió, ¿no merece que el Ministerio del Interior, la Dirección de Cárceles o la autoridad correspondiente le brinde una certificación oficial de su nueva condición, para que sea un respaldo que lo impulse a volver a empezar?
Un certificado oficial que pueda exhibir y donde conste claramente que esa persona no le debe nada a la sociedad.
Sería apenas una merecida herramienta que le permitiría a quien ya cumplió y pagó por su falta insertarse otra vez en el circuito laboral, promoviendo el trabajo digno.
De esa manera, se intentaría apenas comenzar la reeducación de esos individuos.
No seguiría pagando por su delito, como hoy, que, aun estando ya en libertad, sigue prisionero y casi sin derechos.
Se debe hacer algo, pero con hechos concretos, no con el discurso fácil solamente.
Dejaría de haber tantas de esas personas sin trabajo, en situación de calle, sin alimento, víctimas del consumo de sustancias y a un paso de volver a delinquir.
Sabemos que todo es posible si hay voluntad para hacerlo.
Ya es hora de comenzar, por lo menos, a sembrar.
Luego ya vendrá el tiempo de valorar la cosecha.
Principio piden las cosas.
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