Sanguinetti: los ministros actuaron bien porque "una cosa es no informar y otra es mentir"
El Frente Amplio propició "un acto de naturaleza fascista" durante la inauguración del Hospital del Cerro, argumentó el ex Presidente Sanguinetti en una extensa entrevista con el semanario Búsqueda que aquí compartimos.
-Renunciaron dos ministros, un subsecretario y el principal asesor presidencial en la última semana. ¿Es el momento más difícil del gobierno?
-Elegir momentos fáciles o difíciles en un gobierno es una tarea imposible, porque depende de la magnitud del abordaje. Quizás lo más difícil que tuvo que afrontar este gobierno fueron las grandes reformas como la seguridad social, la educación, o lograr la baja de la inflación. Son temas que generan tensión y tienen dificultades importantes a montar. Este es un episodio, con sus características, que indudablemente tuvo una repercusión muy paradójica. Es un acto jurídicamente válido, legal, cuya legalidad nadie discute, pero genera luego en sus derivaciones y consecuencias, una suerte de daño autoinfligido del gobierno, por el modo en que los ministros manejaron el tema, la información y las comunicaciones, etc. Esto generó un conflicto político importante, relevante, que nadie puede minimizarlo. Se pierden dos ministros y dos subsecretarios capaces. Desde ese punto de vista, ha sido un momento sin duda difícil, y además penoso porque para cualquier presidente tener que promover las renuncias de figuras que son cercanas es duro.
-¿El daño autoinfligido es por una decisión del gobierno de ocultar información y no quedar mal parado? ¿A qué la atribuye?
-No hay duda de que hubo errores en la comunicación. Una cosa es no informar y otra es mentir. Hay cosas que de pronto se informan en el momento o no se informan porque no se generan en el debate... Lo que fuere. El hecho es que hoy el tema ocurrió y tuvo el desenlace político que tiene. Generó un clima que exponía a estos dos ministerios en una situación de fragilidad política que llevó a esta situación.
-¿Y el presidente estuvo bien en solicitar las renuncias?
-Naturalmente. Era además lo que pedía la oposición. Lo que reclamaban eran estos alejamientos y se cumplieron. Ahora agregan otros reclamos aparentemente, pero lo que habían reclamado era esto: solicitarle al presidente el alejamiento de estas figuras jerárquicas y eso es lo que ocurrió.
-¿Y por qué está bien que hayan renunciado? ¿Porque todo el mundo lo pedía o porque le habían mentido al Parlamento?
-Porque cuando se genera una situación de conflicto... Cuando esta situación de conflicto estalla y aparecen contradicciones y se genera un clima de este tipo, hay que de algún modo resolver la situación, descomprimiéndola con el alejamiento de las personas que están involucradas en esto. Es la solución política para un problema político. Repito una vez más: partimos siempre de un hecho jurídico legal y válido. No estamos discutiendo una ilegitimidad ni un abuso de funciones ni nada que se le parezca. Por eso es que resulta más paradójico que las derivaciones añadidas a eso terminen generando esto. Todo esto es la entrega del pasaporte, pero lo que ocurrieron acá son las derivaciones.
-¿Y el error es no ponerse de acuerdo en la estrategia?
-El error es ofrecer versiones diferentes sobre los hechos.
-Desde su experiencia como presidente, ¿estas son crisis que se viven en todos los períodos?
-En todos los períodos de gobierno siempre hay crisis políticas que se producen y estallidos inesperados. El que está en la Presidencia siempre está temeroso cada vez que atiende el teléfono. Cuando salí de la Presidencia, la diferencia estuvo en que el teléfono volvía a sonar en el oído y no en la boca del estómago. Cada vez que llega un llamado a la Presidencia es porque hay un problema y no se sabe dónde, que un funcionario en algún lado cometió una situación no deseada. Son situaciones que se dan, enojosas, sin ninguna duda, dolorosas, pero en el plano político el tema es resolverlas y se resolvió.
-¿Qué pasaría si el fiscal entiende que Lafluf cometió un delito al destruir un documento?
-No me quiero adelantar al fiscal. Estamos viviendo una vida judicial nueva. Cuando era joven periodista había una cosa que se llamaba el secreto del presumario, en virtud del cual antes de que se llegara al final del presumario y hubiera procesamiento o formalización, todo eso era reservado y secreto, y los periodistas nos la veíamos muy mal. Hoy es un striptease constante. Todo lo que ocurre adentro transcurre afuera. Y no es un trascendido ni una palabra, ahora salen las declaraciones enteras. Entonces hay que tener mucho cuidado y prudencia, que personalmente la tengo. Creo que lo mejor que podemos hacer es que la fiscalía actúe con la objetividad y la serenidad necesarias. Personalmente puedo tener una opinión sobre estos episodios, que la tengo. Creo que puede haber errores pero no delitos. Es una opinión personal.
-¿No es peligroso para un mandatario poner a su asesor presidencial tan cercano a involucrarse en un tema como estos?
-En todos los gobiernos siempre hay un asesor en comunicación. Hay alguien que interviene cada vez que hay que comunicarle algo a la audiencia. De algún modo ejercen un rol político. No es extraño que en un asunto que iba a ser comunicado a la población el asesor del presidente en la materia dijera "vamos a ver cómo coordinamos y de qué modo se va a explicar este episodio". No me parece extraño, sino lo que ocurre normalmente en la vida de un gobierno.
-¿Usted tenía su propio estratega?
-Sí. Más que estratega... En el primer gobierno era el prosecretario Walter Nessi, que era un periodista y actuaba un poco en ese rol. En el segundo gobierno, ya más bien prensa, otro periodista, Zanochi. Siempre hay alguien al cual uno le carga esas situaciones para que las administre de modo que no ocurra lo que ocurrió acá: un daño autoinfligido.
-El sábado en la reunión con el presidente, ¿el mensaje fue dar vuelta la página y mirar hacia adelante?
-La reunión que convocó el presidente fue para informarnos lo que luego hizo y nos pareció bien, y ofrecer cada uno nuestros comentarios. En el terreno de elegir el adjetivo adecuado, yo diría que no me fui satisfecho, porque nunca es satisfactoria una situación de este tipo, pero sí tranquilo, porque me parecía que era el modo de actuar.
-¿Cuánto hay de responsabilidad del presidente en esta situación de daño autoinfligido?
-El presidente termina siendo el responsable de todo lo que ocurra en su gobierno. Ese es el principio general, lo cual no quiere decir que eso lo involucre en sus decisiones personales. Después que ocurren los hechos, uno podría decir: "Si el presidente hubiera tomado cartas en el asunto desde el primer momento, se hubiera manejado todo y cada una de las situaciones, el resultado podría haber sido distinto". Pero eso no ocurre así en la vida de la administración, porque el presidente tiene ministros, que para eso están, y los ministros tienen subsecretarios, y los temas se manejan en ese terreno. No estamos hablando de una devaluación sino del otorgamiento de un pasaporte.
-El tema de que haya sido un narcotraficante le agrega otro condimento...
-Le agregó después porque ninguno tenía noticias de la existencia de este personaje. Eso es lo que luego le dio a este episodio la repercusión que tuvo. En aquel momento el país no tenía conocimiento de eso.
-¿Cree que esto va a impactar electoralmente?
-Estos machucones nunca hacen bien al gobierno ni al sistema político en general. A veces también le hacen daño a la oposición. El lunes estuve en la inauguración del Hospital del Cerro y vi a una oposición que se autoinflige un daño, porque actúa con metodologías fascistas de presión, agravio e insulto personal, creo que se degrada.
-¿El Frente Amplio actuó de ese modo?
-Sin lugar a duda.
-¿Fue una performance organizada?
-Sin ninguna duda. Y además con agravio. Vamos al contenido: agravio, insulto, presión personal de introducirse en el acto. Cuando yo digo que es un acto de naturaleza fascista es porque es un acto de presión indebida, contra el ejercicio de una libertad natural, las dos o tres mil personas que habíamos ido a un hecho tan grato como la inauguración de un hospital en un lugar que lo necesitaba. Estas cosas miden a los gobiernos y también a las oposiciones. Creo que a este gobierno lo miden bien, en la medida que ante un problema político generado actúa con el rigor necesario. Quizás podríamos discutir si el rigor fue excesivo en algún caso, pero lo que trataba era de buscar una descompresión política y se la encontró.
-¿Y la decisión de los ministros de ocultarle información al Parlamento no es censurable?
-No, es deseable y necesario: si hay dos ministros que van a ir al Parlamento para debatir un tema, es natural que se pongan de acuerdo en los tonos y en las modalidades en que van a exponer. Eso es lo normal. No se me ocurre otra cosa.
-Pero se habla de ocultar información e intentar destruirla después...
-No. Yo diría que de inventar o no inventar... vamos a ver. No asumo eso.
-¿Le parece que el Frente Amplio no está dando la talla?
-Está actuando de modo descontrolado, desgraciadamente. Trata de hacer una explotación política de esta situación. La hace con daño para el país, porque estas cosas al adquirir ese tono de virulencia tienen repercusiones al país e internacionalmente. Y ese tono airado de discrepancia tan fuerte o episodios de violencia como el del día de ayer -porque es un episodio de violencia ir a gritar, interferir e introducirse en un acto con ciertas características para poder alterar la normalidad del acto- son procedimientos que terminan haciendo daño. Lo lamento mucho. El propio Pereira más de una vez nos invitó a ver cómo bajábamos el tono de los debates y creo que eso hoy no está ocurriendo. Pereira ha pasado de ser un sindicalista prestigioso y componedor a un comunicador político exacerbado.
-Hace poco, en una entrevista con El País, Robert Silva dijo que al Partido Colorado le faltan liderazgos. ¿Usted comparte la apreciación?
-Los partidos necesitan de liderazgos que se expresen electoralmente. Y al Partido Colorado le ha ocurrido que no ha logrado la renovación de nuestra generación. A mi edad tendría que estar solamente dedicado a mis libros, y hacerlos un poco mejor, y al periodismo, para escribir con un poco más de cuidado; a contarles a los jóvenes enfoques históricos y doctrinarios, y no a estar en la vida diaria. Si estoy en lo que estoy es la consecuencia de ese proceso de renovación que desgraciadamente no se dio. Tuvimos la etapa muy promisoria de Bordaberry, que luego se pone en pausa. Y luego la etapa también muy promisoria de un Talvi renovador, que luego se pone en salida. Y de ahí que no se haya producido normalmente la sustitución de una generación. Confío en que ahora ocurra, porque estando ya fuera de juego el último exponente de la vieja generación, se supone que la actual, de los 50 y los 60, sea la que asuma las cosas, con candidatos que a todos se les ve con calidad personal y competencia personal para poder ser un candidato válido.
-¿Va a apoyar a algún candidato?
-Voy a propiciar, naturalmente, el candidato de Batllistas, pero naturalmente voy a alentar a todo el resto como ya lo estoy haciendo. He alentado a todos quienes actúan en la vida política, porque el partido y el país lo precisa. Soy un convencido de que esta coalición de gobierno ha hecho una gran obra y ha iniciado un proceso de modernización del país, ha dejado atrás esa antigua visión de un Frente Amplio que no asume las características de un mundo que ha cambiado la civilización industrial por la digital, que nos reclama los máximos niveles de productividad para poder desarrollarnos en este mundo en que la globalización va mutando, también, de modo inesperado. Esta coalición lo ha logrado, y pese aún a episodios anacrónicos y de enorme repercusión como la pandemia y el ataque de Rusia a Ucrania. Me siento muy comprometido con eso y que se está haciendo un buen gobierno. No sería deseable para el país que este rumbo se torciera. No veo a un Frente Amplio con el pensamiento de Astori o la capacidad de construcción de Vázquez. Lo que veo es que allí la fuerza sindical asume un protagonismo determinante. Siempre fue importante pero hoy lo es más, y la prueba está en el rol protagónico de Pereira y de Abdala, que era un tándem sindical, y hoy es político-sindical. Esta es la consecuencia de que el Frente Amplio no tiene hoy un liderazgo político. Tiene, sí, candidatos importantes que son otra cosa. De ahí saldrán o no los liderazgos más definitivos del Frente. Lo mismo pasa en el Partido Colorado. Quizás el que tenga un liderazgo de mayor permanencia es el Partido Nacional porque Lacalle, con lo ya hecho, asume un liderazgo fuerte en el Partido Nacional. En el Frente Amplio se ha producido un cambio cualitativo. Vázquez era un líder político y Astori era un líder político intelectual. Ejerció una enorme influencia para que el Frente Amplio abandonara sus viejos eslóganes de no pagar la deuda externa y nacionalizar la banca, etc., que fueron los grandes emblemas con los que nació, para adaptarlos a la economía de mercado que existe en el mundo. Eso hoy no está, con esa relevancia. Además, creo que el Frente tiene una visión demasiado corporativa, atenida al planteo sindical.
-Usted dice que el Frente Amplio está más radicalizado y la oposición señala que el gobierno es básicamente "herrerista". ¿No son como caricaturas extremas de la contraparte?
-Estamos hablando de cosas distintas: una cosas son ideas y otra procedimientos. Cuando yo digo que el Frente Amplio se ha radicalizado es evidentemente por su modo de actuación. Cuando ellos dicen que este es un gobierno herrerista no lo pueden documentar desde ningún lado. ¿Se ha privatizado alguna empresa del Estado? No. Es más, si hay algo que se ha mostrado fehacientemente son el error de esas acusaciones fue la LUC. Se decía que se desmantelaba Antel, y Antel ha tenido los mejores beneficios de su historia, ha multiplicado por cuatro su tráfico y le ha brindado a la ciudadanía una reducción de tarifas sustantiva de casi 300%. Esa acusación es totalmente ilusoria. Es más, diría que nunca he visto un presidente nacionalista de origen herrerista -no creo que hoy sea herrerista- defender tanto el Estado. Como todos sabemos, el Estado uruguayo es el Estado batllista.
-Hoy las encuestas dan una paridad entre la coalición y el Frente Amplio, que a veces se muestra un poco arriba inclusive. ¿Por qué si es la peor versión del Frente Amplio está tan bien en las encuestas?
-El Frente Amplio es una fuerza política muy importante, asentada en el país y que tiene una base cultural sólida y fuerte. Siempre es una opción de gobierno. Realizando una acción opositora, que siempre resulta más cómodo, está posicionado en un lugar razonable. Pero el gobierno y la coalición también lo están. Creo que la elección no se va a definir por goleada de nadie, pero sí se va a definir por porcentajes relativamente chicos, como ya ocurrió en la elección pasada y en la LUC. El panorama político presenta esos dos hemisferios y luego zonas de frontera, que serán un poco más hacia la izquierda en la coalición republicana o hacia el centro en el Frente Amplio. Hay mucha gente que rechina de cierto tipo de procedimientos.
-¿No esperaron mucho por una definición de Pedro Bordaberry?
-Ni esperamos ni dejamos de esperar. Todavía no ha dicho que no.