Sanguinetti: “El FA sigue lejos del mundo contemporáneo y de la idea de competitividad”
Viernes 13 de setiembre de 2024. Lectura: 9'
El ex Presidente Sanguinetti concedió una entrevista al Semanario Crónicas en su última edición del mes pasado. La compartimos aquí con los lectores de CORREO.
¿Cómo ve al Partido Colorado (PC) hoy en día?
-El PC hizo una buena elección interna y a partir de ello ha cambiado claramente el ánimo, para seguir la perspectiva de un proceso de renovación generacional importante. Hace dos años nos preguntaban cómo veíamos el futuro del partido, cómo veíamos su instalación y supervivencia en el espectro nacional, y hoy los periodistas nos preguntan si creemos que le podemos ganar al Partido Nacional (PN), lo cual revela el cambio de ánimo y de perspectiva en la opinión pública. El PC está en un buen momento y confío en que esto se va a consolidar como un aporte sustancial a la coalición.
-¿Un buen momento pese a la baja votación que tuvo en la interna?
-Lo de baja o alta votación en la interna es muy relativo. Primero, porque votó la mitad del electorado, y segundo, porque importa el porcentaje, que en sí no la hace tan baja a la votación colorada. Además, los números de la interna están bastante distorsionados por la presencia de un Frente Amplio (FA) que antes no competía en las internas y que en esta apareció con fuerza por su situación. Los hechos son estos y estamos mirando el futuro con optimismo.
-¿Usted imaginaba este proceso que tuvo la coalición cuando se acordó en 2019?
-En mayo de 2018, cuando fui a ver a Larrañaga y a Lacalle para hablarles de la idea de la coalición, veíamos que había que construir una alternativa al FA, que estaba agotado. Yo estaba convencido de que ese era el camino y las cosas ocurrieron como todo en la vida política, con una constante adaptación a la realidad. Imaginábamos un programa previo, que no se hizo de impronta, e imaginábamos una coordinación permanente, que no se dio, principalmente porque las circunstancias fueron muy particulares. No nos olvidemos que en octubre de 2019 los partidos de la coalición tuvimos casi siete puntos de ventaja y luego en la segunda vuelta apenas ganamos. Entonces, eso implicaba que lo primero era fortalecer al gobierno y al presidente. Y la dinámica de los hechos llevó a un protagonismo personal del propio presidente. La próxima coalición seguramente sea más institucionalizada y consensuada de lo que ha sido esta.
-Mencionaba a un FA agotado. ¿Cómo lo ve hoy en día?
-Tuvo dos períodos de gobierno en el que sopló el viento a favor. Uruguay es sensible a las bonanzas y desgracias del exterior, cuando los mercados crecen es una cosa y cuando caen, es otra. Uruguay administra esa situación, no la crea. Y el FA, cuando llegó al gobierno por primera vez, tuvo la suerte de tener un viento a favor fantástico, con los precios internacionales volando, y eso le dio una holgura. Esa holgura se terminó en el entorno del 2013 y 2014, y en el segundo gobierno de Vázquez el país se estancó, para lo que el FA no tuvo respuestas. Hoy el FA ha recobrado la fuerza, está exageradamente optimista y convencido de que gana, pero nadie tiene el triunfo asegurado. El FA sigue lejos del mundo contemporáneo y de la idea de competitividad. Hoy hay un FA muy atenido a los criterios que vienen del sindicalismo, que son de una visión muy limitada y particularista, sin ideas del fenómeno universal del cual somos parte. Creo que la propuesta de la seguridad social es una expresión característica de eso, que a su vez el FA la lleva a su propio programa conceptualmente. Esto revela que hay una visión distorsionada de la realidad mundial, que nos está imponiendo cambios en una dirección totalmente distinta.
-En la coalición el único que alzó una voz disonante fue Cabildo Abierto (CA). ¿Fue un socio incómodo?
-La perspectiva que dan estos cuatro años es que el PC apostó a ser el socio leal y CA jugó a ser el socio díscolo, con propuestas a veces confrontativas. Algunas veces coincidimos, muchas veces no. Mi impresión es que eso al PC le ha ratificado y a CA le ha jugado en contra.
-¿Cómo ve esa posición que tuvo el PC al mostrarse aliado del PN, teniendo en cuenta que es un partido que ha gobernado más de 100 años el país y por el que usted fue presidente en dos ocasiones?
-El gran cambio se ha producido en la conducción del presidente Lacalle Pou. Cualquiera que escuche sus discursos, su defensa de las empresas del Estado y su famoso discurso en Buenos Aires cuando coincidió con Milei, escuchará un discurso que podemos firmar como el más batllista de los batllistas. Es decir, de la ideología herrerista tradicional, tanto la más antigua como la más moderna, no hemos visto nada, de modo que nos hemos sentido muy cómodos. La última gran confrontación que tuvimos con el herrerismo fue por la privatización de Antel, de la cual hoy el propio presidente y el gobierno es orgulloso defensor. Las empresas del Estado tienen un sentido muy importante en la estructura del Estado uruguayo, pero deben estar en competencia. Estas empresas son un buen síntoma de lo que son las visiones ideológicas. En definitiva, al batllismo le ha resultado muy cómodo trabajar dentro de esta coalición.
-Fue Talvi en 2019 y Ojeda en 2024. ¿Es hoy el PC una plataforma para la emergencia de nuevos líderes?
-El PC durante los últimos años ha mostrado una clara preferencia por la renovación, pero, desgraciadamente, hemos tenido mala suerte. Porque el proceso de renovación que representó Pedro Bordaberry se interrumpió y luego el proceso de Talvi también. Hoy estamos en nuevo proceso que representan Ojeda y Silva. Confiamos, deseamos y estamos trabajando para ello, que ese proceso se consolide. Pero el PC ha votado, en los últimos años, a gente joven. Confío en que esta nueva opción se consolide.
-¿Cómo es su vínculo con Andrés Ojeda?
-De toda la vida. Tengo un vínculo personal afectuoso desde el primer momento.
-¿Le ha tenido que pegar algún tirón de orejas en este tiempo?
-No. Mi rol de veterano no es pegar tirones de oreja, sino más bien interpretar los tiempos y los estilos. Yo represento una generación con sus características. Luego viene una generación intermedia que ronda los 60 años y, por último, la generación de los 40 y 50 años, que tiene un estilo distinto. Basta ver a Lacalle Pou y compararlo con su padre.
-¿Le sorprendió su triunfo y su emergencia como nuevo líder del partido? Porque en un principio se le cuestionó el hecho de tirarse como precandidato, sin antes tener experiencia parlamentaria o candidatearse a la Intendencia de Montevideo.
-Siempre vi en él un gran potencial y se lo he dicho. En aquel momento pensé que podía ser un escalón intermedio armar un proyecto montevideano y por eso mismo creo que él fue muy prudente cuando comenzó la campaña, porque nunca puso «Ojeda presidente». Luego creció y la realidad demostró la posibilidad de ser candidato a presidente y lo fue, y a la prueba está que tuvo éxito.
-¿Quedó preocupado por las declaraciones cruzadas que surgió en la interna, luego de que Ojeda planteara la postulación de Pedro Bordaberry a la Intendencia de Montevideo?
-La presencia de Pedro fue saludada por el partido y su presencia es un aporte, porque naturalmente es una figura importante y ha producido alineamientos hacia un lado y hacia el otro. Pero hoy todo el partido está mirando hacia la elección nacional. No estamos en una nueva interna.
-¿Pedro Bordaberry se salió con la suya, luego de que Talvi en 2019 le diera la negativa para integrar una lista al Senado?
-Son situaciones totalmente distintas. En aquel momento el partido estaba dividido en dos bloques claramente diferenciados y fuimos a una confrontación definida entre dos sectores. En estas internas había siete candidatos, entonces lo que se precisaba eran principios unificadores. Desde ese punto de vista, hoy es distinto.
-¿Hoy el partido no está dividido en dos bloques?
-Está reagrupado, circunstancialmente, en dos sublemas. No sé cuánto perdurará, pero en todo caso es algo bueno tener dos sublemas y no una situación de fragmentación. La situación de aquellos años no es comparable con la de ahora.
-¿Es descabellado pensar en un PC compitiendo en el ballotage?
-Podríamos pensarlo como imposible hace muy poco tiempo, hoy lo podemos considerar como muy difícil, pero no necesariamente imposible.
-¿Cómo evalúa la política económica de este gobierno?
-Las prioridades a veces cambian, en algunos momentos la prioridad es bajar la inflación, en otros las prioridades pueden ser otras. Nuestro gobierno optó por ir hacia la baja inflacionaria, que ha producido dos fenómenos diferentes: una cierta restricción del sector exportador y una importante mejoría social. Desde ese ángulo creo que ha sido una política adecuada en el contexto que se dio. Quizás le pudo haber faltado un poco de flexibilidad para mejorar de algún modo la competitividad en algunos aspectos. Pero en lo sustancial ha tenido efectos benéficos, porque la economía se recuperó y el salario real también. Distinto sería si por bajar la inflación hubiéramos estancado la economía o condenado el salario o la tasa de empleo. Si la economía logró devolverse a los niveles que estaba en 2019, la política monetaria cambiaria no fue fundamentalmente equilibrada y negativa. Eso no quiere decir que en algunos momentos no hubiera sido mejor tener una cierta flexibilidad.
-Un gran determinante dentro de lo que usted narra es el Mercosur. ¿Qué postura tiene al respecto?
-El Mercosur es un destino casi ineluctable en cuanto nos lo impone la geografía y la historia. No nos imagino fuera del Mercosur; con Brasil y Argentina asociados y nosotros afuera. Brasil sigue siendo nuestro principal mercado junto a China, lo que muestra muchas cosas. El Mercosur tuvo ocho años muy positivos hasta la famosa devaluación brasileña del 99, donde asumimos la asimetría de que éramos muy dependientes de esa economía. Sin dudas, en los últimos tiempos, ha sido una restricción para algunos cambios fundamentales. Por eso mismo el PC sostuvo insistentemente que debíamos recurrir al Acuerdo Transpacífico (Cptpp, por sus siglas en inglés). Lo mismo se intentó del lado de China, sin suerte. No me desanimo de pensar que todo el Mercosur pueda hacer un acuerdo razonable con China.
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