Promesas vacías
Viernes 27 de setiembre de 2024. Lectura: 5'
Las medidas anunciadas la semana pasada por el Prof. Orsi son un ejemplo más de la inconsistencia que ha caracterizado a la izquierda vernácula en los últimos años. Un cúmulo de generosos propósitos sin contenido ni sustento real. Con sus “48 prioridades”, el Frente vuelve a demostrar que no tiene ni la capacidad ni la seriedad para gobernar Uruguay en los tiempos que corren.
Aunque las propuestas puedan sonar bien en los titulares de los diarios o en los “tuits” del propio candidato frentista, cuando son examinadas con detenimiento, dan cuenta de su superficialidad. Orsi propone, por ejemplo, implementar un Plan Nacional de Agua y comenzar la construcción de la represa de Casupá. Esta propuesta no es más que un eco de promesas incumplidas durante los 15 años en que el Frente Amplio tuvo el poder y no hizo absolutamente nada por fortalecer la infraestructura hídrica del país. Recordemos que la reciente crisis del agua evidenció la negligencia del frentismo en materia de inversión. Durante su gobierno, no solo no se avanzó en proyectos hídricos, sino que se dejó al país al borde de un colapso sin precedentes, dependiendo de obras que jamás se iniciaron. Eso sí, priorizaron el Antel Arena, como confesó Astori poco antes de fallecer.
Otro ejemplo de esta falta de honestidad es la propuesta de duplicar la cobertura de jardines y escuelas de tiempo extendido, sin mencionar, obviamente, que en este gobierno se crearon medio centenar de Centros María Espínola de tiempo completo y otros tantos Centros CAIF. Es lo mismo que hemos escuchado una y otra vez durante los gobiernos del Frente, pero sin resultados tangibles. Mientras que el sistema educativo se desplomaba en términos de calidad y resultados, la izquierda llenaba sus discursos de promesas de mejora (“educación, educación y otra vez educación”) que nunca llegaron. Digan lo que digan, la necesaria reforma educativa la emprendió la Coalición.
En el área de la seguridad, una de las preocupaciones más apremiantes para los uruguayos, el frentismo repite los mismos clichés de siempre. Proponen crear un Centro Coordinador Unificado de Seguridad en las Fronteras y aumentar el número de cámaras de vigilancia. Medidas tan básicas como estas ya se están implementando y no pueden, por si solas, frenar el avance del crimen organizado, que es lo acuciante. Pero, más preocupante aún, es que no hay ni una sola idea nueva para abordar los problemas reales. Hablan de incorporar 2.000 nuevos efectivos policiales, como si la mera incorporación de agentes sin una reforma estructural fuese a cambiar algo. No hay una estrategia innovadora o un plan integral que ataque las raíces de la inseguridad. Todo lo contrario. Como hemos analizado hasta el hartazgo en estas páginas, en este tema las propuestas son las mismas que nos dejaron en la situación de anomia que este gobierno heredó.
Otro ejemplo claro de la superficialidad de las propuestas frentistas, es la promesa de reestablecer la Tarifa Consumo Básico de energía, que se eliminó porque estaba beneficiando a hogares de clase media alta, subsidiando la energía a sectores que no lo necesitan. A raíz de ese cambio, UTE pudo incrementar los recursos para el Plan de Inclusión Social, que atiende a miles de familias vulnerables, muchas más de las que atendían los gobiernos “progresistas” ¿De dónde saldrán los recursos para cubrir los costos de esta medida? ¿El Frente propone volver a subsidiar a la clase media alta en detrimento de los más vulnerables?
La propuesta de aumentar el poder de compra de los trabajadores, sin especificar cómo se logrará, es igual de populista. Este tipo de promesas, que apelan a una supuesta mejora del poder adquisitivo sin considerar la generación de riqueza, son el claro ejemplo de lo que hundió a muchos países de la región. No se puede mejorar el nivel de vida de los trabajadores prometiendo repartir dinero, cuando no hay un plan claro para fomentar la inversión, la innovación y la productividad. Obviamente, en este punto, también se soslaya la actuación del gobierno, que aumentó el poder adquisitivo de los trabajadores reduciendo la inflación y aumentando el salario real. Dos hechos indiscutibles.
También, la idea de crear parques tecnológicos dedicados al desarrollo de soluciones en ciencia de datos, inteligencia artificial e Internet de las Cosas parece una propuesta sacada de un folleto de ciencia ficción, pero sin ningún plan claro de cómo se implementaría en la realidad del Uruguay. Este tipo de promesas, que suenan modernas, carecen de sustento en un país que aún no ha resuelto problemas mucho más básicos, que el frentismo ya prometió solucionar, fracasando rotundamente.
El verdadero problema de este programa es que, más allá de la falta de innovación, tampoco se explica de dónde saldrá el dinero para financiar todas las promesas. Es fácil hablar de aumentar subsidios, mejorar la educación, aumentar las becas o financiar obras públicas, pero en ningún momento se aborda el tema central: ¿cómo se va a pagar todo esto? La respuesta parece clara: más impuestos y más deuda, lo que pone en riesgo la estabilidad fiscal del país, con todo lo que ello conlleva.
En definitiva, una extensa lista de asuntos que ahora se deben “priorizar”, “analizar en profundidad” e “impulsar”, como si no hubieran gobernado 15 de los últimos 19 años. El frentismo vuelve a demostrar que no ha aprendido de sus errores y que sigue sin ofrecer un camino realista para Uruguay. El país no necesita una obra de retórica con tintes idealistas, necesita acciones, capacidad, seriedad y visión a largo plazo. Y eso, estimado lector, no es lo que ofrece Orsi y su equipo.
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