Poco importan los niños
Viernes 21 de noviembre de 2025. Lectura: 4'
Por Susana Toricez
El derecho al reclamo no debería implicar negarle el plato de comida a un niño.
Desde el año 1985, ya con la vuelta de la democracia, comenzaron los reclamos sindicales del PIT-CNT y también los paros.
Los días de paro y viviendo en el interior, pude ver de cerca y no sin tristeza a muchos niños que llegaban a la escuela y encontraban las puertas cerradas.
Ese día no concurrían las maestras; por lo tanto, no había comedor. Para muchos de ellos la comida de la escuela era la única del día, pero a pesar de eso, ese día en la escuela no comían. Me llamaba la atención cómo a nadie le importaba. Muchos recorrían kilómetros a pie, a caballo o en bicicleta para llegar al local escolar donde pasaban más de medio día. Aun así, esperaban que alguien abriera la escuela. Pero para los promotores de esos movimientos sindicales, poco importaba si los niños no comían.
Con el tiempo se implementó otra forma de gestión, y no quedaron niños sin almuerzo.
Pero, ¡oh tristeza!
Actualmente, y con el tema de que muchos paros por agresión a docentes son resueltos por Ademu-PIT-CNT a horas muy tarde del día y no hay tiempo de hacer las coordinaciones necesarias, nuevamente no ha habido comida en las escuelas donde los docentes no concurren por el paro.
En Montevideo también quedan niños sin comer por priorizar intereses del sindicato. Nuevamente los niños son rehenes de los reclamos de los adultos.
Pienso: ¿y los derechos humanos de esos niños? ¿Quién ve por ellos? ¿Para nadie son prioridad?
La pregunta sin respuesta me golpea otra vez: ¿vale la pena priorizar un reclamo, por válido que sea, dejando así sea a un solo niño sin comer? Alguien con un poco de sentido común y responsabilidad debería, al menos, hacerse esa misma pregunta.
Pero es precisamente al mismísimo PIT-CNT, al mismo que no le preocupa que haya niños que queden sin comer, el que, invocando la pobreza infantil, pretende gravar a quienes ellos llaman “ricos”.
Y, a propósito, hago este razonamiento:
Un padre que siempre estuvo en pie a las 6 de la mañana sale a trabajar. Llueva o truene, sale.
Una madre que, luego de dejar encaminada la casa y mandar los hijos a la escuela, también sale a trabajar. Llueva o truene, sale.
No existen gripes, ni dolores de cabeza, nada. Es dar el ejemplo, primero y principal.
En ese hogar humilde, pero trabajador, un hijo logra obtener un título universitario. Ese mismo joven, que a base de esfuerzo logra primero un título, accede luego a un coche y también más adelante a una casa. Trabaja 12 horas, con guardias de 24 horas día por medio, y es únicamente en base a su esfuerzo personal que hoy forma a sus hijos sin sobresaltos económicos. Viajan, salen de vacaciones y logran vivir bien.
Ahora resulta que si ese esforzado ciudadano logra llegar a más riqueza, siempre por su esfuerzo, para el PIT-CNT ese hombre es millonario, está en deuda con la sociedad y debe pagar, como si hubiera cometido un delito. Y sin más ni más, la central de “trabajadores” propone un plan para gravar con mayores impuestos a esos que, para ellos, son una élite. Una propuesta absolutamente injusta, que sanciona a quienes tuvieron el coraje de desafiar al destino y se pusieron a trabajar fuerte.
A esos que son millonarios en fuerza de voluntad, en fortaleza de espíritu, en perseverancia, alejados absolutamente de la queja improductiva y sistemática. Quitarle al rico para darle al pobre. Principios filosóficos de una izquierda obsoleta, que ha fracasado en el mundo entero. Y todavía se llenan la boca hablando de justicia y que lo recaudado va a ir para asistir a la pobreza infantil. Seguramente hay niños con necesidades, esos mismos que utilizan como rehenes para promocionar sus proclamas obsoletas, dejándolos sin comer.
Pero también es cierto que, de esos propulsores de la iniciativa, que son los dirigentes del PIT-CNT, ninguno arranca para las 8 horas para tratar de vivir mejor. Porque la realidad es que a ningún integrante de la central de trabajadores, es decir, a ningún dirigente gremial, le importan realmente los niños de nuestro país.
Eso está más que comprobado. Lo vemos a diario. ¿Y saben por qué? Porque ellos viven mejor que nadie. Siendo socios vitalicios del club “Esfuerzo Cero”, ganan lo que quieran, y más también.
Le guste a quien le guste, esa es la auténtica realidad. ¡Y que alguien me desmienta!
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