Pobreza: la verdad contada por los números
Viernes 16 de mayo de 2025. Lectura: 4'
Hay algo que el Frente Amplio no logra comprender, o que tal vez entiende demasiado bien pero finge ignorar: los datos son tercos. Y frente a los datos, el relato se desinfla y la mentira queda expuesta.
Durante años –y especialmente en los meses previos a las elecciones– la dirigencia frentista repitió hasta el cansancio una frase hecha, pero de alto rendimiento político: que la coalición republicana había incrementado la pobreza. Como si la pandemia no hubiese existido, como si el país hubiese atravesado años normales, como si los indicadores sociales fuesen moldeables a voluntad del discurso.
Ahora, con los datos finales del quinquenio en la mano (publicados por el INE el viernes pasado), la realidad se impone: en 2024, Uruguay redujo la pobreza al mismo nivel que tenía antes de la pandemia. O incluso por debajo, si se toma el segundo semestre como referencia. Según la medición tradicional utilizada por el INE desde 2006, la pobreza bajó al 8,3%, una caída de casi dos puntos respecto al año anterior. Y lo que es más relevante: cuando se compara el último semestre del gobierno del Frente Amplio (2019) con el último semestre del gobierno de la coalición (2024), el resultado es inequívoco: pasamos de un 9% a un 7,5%. Es decir, 50.000 personas salieron de la pobreza. Cincuenta mil. No es una cifra menor, ni un margen estadístico. Es una vida distinta para decenas de miles de uruguayos.
¿Dónde están los supuestos “años de retroceso” que denunciaban con tono apocalíptico? ¿Qué explicación pueden dar ahora quienes hicieron de la pobreza una bandera electoral sin sustento? La respuesta es una sola: mintieron. Y lo sabían. Mintieron con intención política, con desprecio por la evidencia y con el objetivo de dañar a un gobierno que, con sus errores y sus aciertos, enfrentó la mayor crisis sanitaria del siglo sin dejar a nadie atrás.
Y como si no bastara con eso, el episodio reciente con el Instituto Nacional de Estadística suma una mancha más a esta estrategia. La nueva dirección del INE, en lugar de mantener la transparencia, decidió postergar sin explicación la publicación de los datos de pobreza. Cuando finalmente los divulgó, lo hizo junto con una nueva metodología –técnicamente defendible, sí– pero presentada de manera confusa, con resultados que mostraban una tasa de pobreza del 17,3%, casi el doble que con la medición anterior. ¿Cuál fue la consecuencia? Titulares engañosos, operadores repitiendo que la pobreza se había disparado y una nueva operación de desinformación que, por fortuna, duró poco.
Porque los números no mienten. Y cuando se desagregan con seriedad, se ve que la nueva metodología –más exigente y con criterios distintos– da para 2024 el mismo nivel de pobreza que en 2019: 17,3%. Ni más, ni menos. Es decir, incluso cambiando las reglas de juego, la coalición republicana logró devolver la situación al punto de partida, luego de una pandemia, una sequía y una crisis económica internacional.
Mientras tanto, el país generó más de 110.000 empleos, bajó la informalidad en cuatro puntos, aumentó el salario real en tres, y expandió las jubilaciones y pensiones. Y todo esto con equilibrio fiscal, sin caer en populismos ni gastar lo que no había. En cinco años marcados por la incertidumbre global, Uruguay mantuvo la estabilidad, protegió a los más vulnerables y apostó al crecimiento. El resultado es claro: hay menos pobreza, más empleo, más ingresos. Y no lo dice un spot publicitario: lo dicen los datos oficiales.
Por supuesto, hay problemas pendientes. La pobreza infantil sigue siendo inaceptablemente alta. La desigualdad estructural persiste en ciertas zonas del país. Y los indicadores educativos, por ejemplo, deben mejorar si se quiere sostener una reducción de la pobreza en el largo plazo. Pero nadie puede negar que el rumbo fue el correcto. Que se avanzó. Que, lejos del relato catastrófico del Frente Amplio, el Uruguay de 2024 cerró mejor que el de 2019.
El Frente Amplio ha demostrado una vez más que, cuando no tiene razones, recurre al relato. Pero los relatos, por más emotivos que sean, no cambian la realidad. El gobierno de la coalición republicana enfrentó una tormenta y salió adelante. No sólo contuvo los daños: mejoró los indicadores sociales y económicos. Que la izquierda no pueda admitirlo no sorprende. Pero que algunos medios y analistas lo avalen, sí debería preocuparnos.
La ciudadanía ya no se deja engañar tan fácilmente. La verdad, al final, siempre aparece. Y esta vez, está escrita en cifras. En estadísticas. En vidas mejoradas. Que no se olvide: en 2024, cinco años después de la pandemia, Uruguay tuvo menos pobreza que en 2019. Esa es la verdadera noticia. Lo demás, como siempre, es humo.
|
|
 |
Cien días, seis escándalos y un Frente sin-vergüenza
|
¿Universidad pedagógica? Julio María Sanguinetti
|
Una biblioteca cerrada, un relato abierto
|
Un sindicato anclado en el pasado
|
Revanchismo disfrazado de reforma
|
Otra vez los Centros MEC
|
Una ciudad desbordada de excusas
|
Cuando los que se dicen del pueblo roban al pueblo
|
Desaparecidos Santiago Torres
|
Subsidiar a la Caja Profesional: ¿justo o injusto? Elena Grauert
|
¿Se habrá aprendido la lección? Leonardo Vinci
|
La Nobleza obliga Susana Toricez
|
Batalla de Covadonga (28 de mayo del 722) Daniel Torena
|
LGBTQ+ no es sinónimo de izquierda
|
El extravagante bipolarismo argentino
|
¿Qué queda de las maras en El Salvador después de más de 3 años de régimen de excepción de Bukele?
|
Cuando cayó la Unión Soviética, ¿la KGB dejó un regalo para los espías actuales en Brasil?
|
Frases Célebres 1037
|
|