Paro industrial: cuando el remedio puede ser peor que la enfermedad
Viernes 26 de setiembre de 2025. Lectura: 2'
La Confederación de Sindicatos Industriales (CSI) reclama por el cierre de fábricas y la pérdida de empleos. Pero al mismo tiempo promueve un paro que castiga a las mismas empresas cuya supervivencia dice querer garantizar.
La Confederación de Sindicatos Industriales (CSI) anunció un paro parcial para el próximo martes en Montevideo, de 09:00 a 13:00 horas, con concentración frente a la Dirección Nacional de Trabajo (Dinatra). La medida se justifica, según sus organizadores, en la preocupación por los cierres de fábricas y la pérdida de miles de puestos laborales en distintos sectores de la industria nacional.
El presidente de la CSI, Danilo Dárdano, reconoció que la situación es “muy preocupante”, señalando que entre febrero y julio se perdieron alrededor de 2.000 empleos formales, cifra que podría ascender a 5.000 si se incluyen los puestos informales e indirectos.
Hasta aquí, la inquietud sindical parece razonable. Pero el propio Dárdano, quizás sin advertirlo, dejó expuesta la contradicción de fondo. Consultado sobre críticas a la acción sindical, respondió: “Somos trabajadores del sector privado; por lo tanto, si no hay inversión privada en la industria y si no hay fábricas abiertas, no hay trabajadores y no hay sindicato”.
Y ahí está la clave. Si la solución pasa —como el dirigente reconoce— por la inversión privada y por mantener abiertas las fábricas, ¿cómo puede justificarse un paro que detiene la producción, desalienta a los empresarios y genera la sensación de un clima hostil para invertir? Es, en los hechos, pegarse un tiro en el pie.
La industria atraviesa una crisis que no se resuelve con discursos de barricada ni con medidas que agravan la fragilidad de las empresas. Un sindicato que dice defender la industria no puede, al mismo tiempo, golpearla con paros que solo aumentan la incertidumbre. La contradicción es evidente: reclamar por más empleo mientras se adoptan medidas que lo ponen en riesgo.
El sindicalismo uruguayo enfrenta aquí un dilema de fondo: ¿quiere ser parte de la solución, trabajando para crear un clima que atraiga inversión y genere empleos sostenibles? ¿O prefiere quedarse en el cómodo lugar de la protesta, aunque eso implique empujar a las fábricas hacia el cierre definitivo?
Porque, como bien dijo el propio Dárdano, sin inversión no hay fábricas, sin fábricas no hay trabajadores y, por ende, tampoco hay sindicatos. Ese razonamiento debería bastar para entender que el camino no es paralizar la industria, sino fortalecerla.
|
|
 |
Orsi en la ONU: luces y sombras de un discurso
|
Único Frade Julio María Sanguinetti
|
Rivera, Verdad y Libertad
|
Escrachados no por lo que hacen sino por lo que son
|
Una semana de violencia: crónica del descontrol criminal en Uruguay
|
La judeofobia del Comité del FA en Madrid
|
Subsidio que no se justifica
|
Paro industrial: cuando el remedio puede ser peor que la enfermedad
|
Los dos Estados Luis Hierro López
|
Iniciativas para una educación financiera desde la infancia Santiago Torres
|
El secreto bancario: entre la libertad y el despotismo Elena Grauert
|
Extemporáneo proyecto de ley limitando la propiedad de los corrales de engorde Tomás Laguna
|
El desafío de no retroceder Ruth Furtenbach
|
Un comisionado para la infancia y la adolescencia: ¿nueva institucionalidad o superposición de roles? Laura Méndez
|
¿Queremos dar lástima o despertar admiración? Susana Toricez
|
¿Una revolución cultural a la Gramsci en Uruguay? Juan Carlos Nogueira
|
El capitán del puerto de Montevideo Jorge Ciasullo
|
Mercosur - EFTA: un acuerdo que reconfigura tiempos y presiones en la agenda con la Unión Europea Alvaro Valverde Urrutia
|
El peligroso negacionismo anticientífico de Trump y Kennedy Jr.
|
Argentina: “La historia vuelve a repetirse...”
|
Afuera con las voces femeninas en Afganistán
|
Sarkozy condenado: un juicio que sacude la imagen de Francia
|
Frases Célebres 1054
|
Así si, Así no
|
|