Por Jorge Ciasullo
En su constante agenda disruptiva, el PIT-CNT-FA convocó a una marcha el pasado lunes 13 bajo la consigna "por la democracia y contra la corrupción". Su objetivo: instalar la idea de que otorgar un pasaporte, respaldado en un decreto del 2014 firmado por José Mujica, es un acto de corrupción, similar al de un Estado dominado por una organización narco.
El gobierno del señor Lacalle Pou ha sido inflexible en cuanto a la transparencia de sus acciones, incluso en hechos que, indirectamente, sin tener parte alguna en el uso político opositor y sin la mínima ética, estiman erróneamente que afectarán la imagen del gobierno.
Lo cierto es que nadie ha sido procesado por este asunto.
Lo llamativo es que no se supone que hay momentos en los que es "mejor callar". El no hacerlo nos obliga a recordar algunas "perlitas" bajo los gobiernos del Frente Amplio.
La ciudadanía recordará: el "plan de viviendas" del PIT-CNT, que terminó en una vulgar estafa; al diputado Placeres, que violó todas las normas laborales en su fábrica de vidrios, cuya documentación probatoria fue destruida por el señor Cendoya; al senador Charles Cabrera, haciendo uso ilegal e incluso falsificando documentos del Hospital Policial, disponiendo irregularmente de fondos públicos; la gestión en Ancap del "licenciado" -título inexistente- Raúl Sendic, que "vio" la Sra. Lucía Topolansky y cuyo desempeño costó millones de dólares, además de un intento de asociación con una empresa ecuatoriana, que nunca fue aclarado, entre otros casos. Además de la vergüenza internacional de tener que exigirle al "licenciado" la renuncia a la vicepresidencia de la República.
Lo cierto es que la economía crece a pesar de la pandemia y la sequía, y que la coalición republicana funciona y no oculta eventuales discrepancias, algo acorde con un Estado de derecho.
En definitiva, el PIT-CNT, bajo nuestras libertades, puede realizar marchas, ocupaciones, paros, etc., acciones generalmente resultados entre gallos y medianoche, pero al menos la convocatoria debería tener un mínimo de ética. Porque nadie, absolutamente nadie, puede negar que existe democracia y libertad absoluta de prensa. En cuanto a la corrupción, es una acusación tan grave como genérica, y quienes la hacen deben presentar las denuncias correspondientes y asumir sus consecuencias. Es difícil.