Edición Nº 1041 - Viernes 27 de junio de 2025

Ni discriminación ni estigma: sentido común

Viernes 20 de junio de 2025. Lectura: 2'

Al diputado Preve le pareció "patético" que en un supermercado le pidieran quitarse el gorro por razones de seguridad. Lo realmente patético es que un legislador no comprenda algo tan elemental. La medida no es nueva ni antojadiza: se implementó hace años, incluso bajo gobiernos del Frente Amplio, en respuesta al aumento de rapiñas y hurtos. Forma parte de los protocolos básicos de prevención. No es un acto de discriminación, es una forma de cuidar a los clientes y trabajadores. Si el diputado quiere contribuir a la convivencia, lo primero que debería sacarse es la soberbia.

La realidad es simple. Desde hace años, y por razones estrictamente vinculadas a la seguridad, muchos comercios —no solo supermercados— solicitan a los clientes que se retiren los gorros, capuchas o anteojos oscuros al momento de ingresar a sus locales. La medida busca facilitar la identificación de personas en las cámaras de videovigilancia y desalentar actos delictivos, no discriminar a nadie. No es un capricho empresarial, ni un gesto clasista: es un protocolo adoptado precisamente porque en el Uruguay del diputado indignado la inseguridad campeó (y vuelve a hacerlo hoy) sin freno. De hecho, esta norma fue implementada y reforzada durante gobiernos del propio Frente Amplio, cuando los delitos violentos crecían y las rapiñas eran moneda corriente.

¿Acaso Preve ignora que en los anteriores 15 años de gobiernos frenteamplistas la tasa de homicidios y hurtos alcanzó niveles récord? ¿Olvidó que durante más de una década los comerciantes clamaban por mayores garantías y los vecinos se encerraban antes de que cayera el sol? Fue en ese contexto que muchas cadenas adoptaron este tipo de medidas. Entonces, ¿por qué ahora el diputado se ofende?

El punto más inquietante no es que Preve haya sido mal asesorado, sino que crea que su condición de legislador lo exime de respetar los protocolos que rigen para todos. No se lo discriminó: se le aplicó el mismo criterio que a cualquier otro ciudadano. Pretender que un supermercado haga una excepción por su investidura no solo es ridículo, sino profundamente antidemocrático.

Y hay un segundo elemento que no puede pasarse por alto: la necesidad compulsiva de transformar cualquier hecho menor en una cruzada moral. En vez de tomarse el asunto con la madurez y sensatez que se espera de un representante nacional, Preve decidió montar una escena pública en redes sociales, acusando sin pruebas, señalando con liviandad, y poniendo en duda la reputación de una empresa por hacer cumplir sus protocolos.

El Frente Amplio haría bien en cuidar el nivel de su representación parlamentaria. Las bancas se ganan para legislar, no para montar espectáculos. Y si Preve quiere hablar de discriminación, que empiece por condenar las verdaderas expresiones de odio que proliferan desde sectores de su propia coalición hacia quienes piensan distinto.

En lugar de gorros y posteos indignados, lo que este país necesita es más seriedad. Y menos shows.



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