Nada de rendir cuentas
Viernes 17 de octubre de 2025. Lectura: 3'
Por Susana Toricez
El poder sin control ni transparencia transforma a los dirigentes en privilegiados que viven del esfuerzo ajeno.
Tuve la fortuna de haber sido compañera de “trabajo” de quien fuera presidente de la central de trabajadores del Uruguay. Y digo la fortuna, porque por conocerlo tan de cerca, nadie puede decirme algo sobre él que no sea verdad, ni cuestionar lo que yo diga al respecto.
Nunca obtuve respuesta a mi pregunta de cómo hacía ese ser para representar a todos los trabajadores del país, si él no solo no trabajaba ni una hora al mes, sino que no tenía idea de lo que pasaba con sus propios compañeros. Su función no era ni técnica ni administrativa. Su función era actuar como sindicalista, promover movilizaciones, aceptar invitaciones de la OIT para viajar por el mundo, sin dejar de percibir no solo su sueldo, sino también cuanto beneficio pudiera obtener en simultáneo.
Recuerdo una vez que hubo concursos administrativos. Los concursantes votaban en forma secreta un delegado que los representara por cada Tribunal de Evaluación. Esa tarea se pagaba aparte, porque se hacía fuera del horario laboral. Entre los delegados elegidos por los concursantes, entre otros, estábamos él y yo, en distintos tribunales.
A él se le solía ver por la institución únicamente cuando, por alguna razón, venía la prensa. Se constituyeron los tribunales con sus respectivos delegados un día sábado. Y a pesar de que hacía meses que no lo veía, ese día él apareció.
Pero antes de comenzar la tarea, se me acerca y me dice: “¡Me tengo que ir sí o sí! ¿Podrás «aguantarme» el tribunal? Mañana me voy de viaje por la OIT con todo pago y no puedo quedarme”. Mi respuesta fue molesta y firme: “¡De ninguna manera! Los concursantes te votaron a ti para ese tribunal, ¡es una falta de respeto no representarlos!”.
O sea que el señor quería no solo no perder su viaje, sino que tampoco quería dejar de cobrar ni su sueldo ni el trabajo extra para el que había sido elegido.
Sentí fastidio, enojo e impotencia, porque los trabajadores uruguayos desconocen esa realidad.
Lo ven en televisión hablando como un letrado que supiera mucho del tema, pero ignoran que todo es un escenario para actuar como dirigente y beneficiarse.
Así es la parodia de los sindicatos: de trabajar, nada. No solo no son trabajadores, sino que además siempre aspiran a representarlos.
Y por ese desconocimiento y apoyo a ciegas de una mayoría, a veces hasta llegan a ser ministros de Trabajo. Es increíble, además, que a quienes pagan cuota sindical no les haga ruido ver casi a diario en los noticieros que todo lo que tiene que ver con dinero es irregular y poco claro cada vez que está involucrado algún sindicato o el mismísimo PIT-CNT.
Qué triste. Pobre gente. Y encima pagan una cuota por estar afiliados a una institución que no solo no los representa, sino que jamás les rinde cuentas de dónde va a parar ese dinero que aportan.
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