Por Julio María Sanguinetti
El domingo empieza una larga carrera, en que más allá de lo estrictamente electoral, importa lo que se verá al final.
Las opciones empiezan a ser claras, a medida que el debate ha avanzado. Y si bien no es de mucha sustancia, las definiciones y las contradicciones van revelándose.
Los candidatos del Frente, especialmente el favorito Yamandú Orsi, reconocen que ya no hay debate sobre la necesidad de cuidar el equilibrio económico y mantener reglas claras que hagan posible la necesaria inversión. Esto es estricta mente incompatible con la suicida reforma de la seguridad social que, al confiscar los 22 mil millones de los depósitos propiedad de los trabajadores, hunde al país en la perspectiva de un fuerte desequilibrio económico parecido al que desbarrancó a la Argentina después de que el gobierno de la Dra. Kirchner hiciera lo mismo, en 2008. El Uruguay de la previsibilidad, de la seguridad jurídica, el que promovemos los expresidentes de los tres partidos, muere el último domingo de octubre de este 2024, que pasaría a ser históricamente catastrófico.
Solemos oír el argumento de que no hay que preocuparse porque finalmente no se aprobará, ya que los candidatos frentistas no están de acuerdo, como Orsi, o no se han pronunciado, como la ingeniera Cosse. El hecho es que luego de tres años de discutir -y tres más antes con Astori y Mujica diciendo que había que resolver la desfinanciación del sistema- no es aceptable que una candidata diga no tener opinión. O que si la tiene, como su competidor, reconozca que en todo caso hará lo que resuelva el Partido. Ello demuestra, una vez más, que el PIT CNT es la gran fuerza y que ninguno de los dos, más allá de intenciones, no podrá dominar ese poder detrás del trono.
A nuestro juicio bastaría este tema para definir el voto de un uruguayo que piense en su jubilación a largo plazo y el trabajo de sus hijos. El solo hecho de que se esté pensando en esa propuesta, ya es concluyente de que por ahí no pasa el porvenir.
Pensemos un minuto en la educación. La propuesta es derogar la Transformación Educativa y no hacer nada. O sea, continuar con lo mismo que nos llevó a esos pésimos resultados que se han enfrentado y cuya reversión recién empieza a asomar.
Se dice y repite que la opinión de los docentes no fue tomada en cuenta cuando hay dos miembros del Codicen que los representan, como también ocurre en el Consejo de Formación Docente. Lo que aspiran las gremiales -no los docentes- es a retornar a los Consejos de cada rama, que fue el escenario donde su presión constante era determinante. Se tergiversan las cifras, como ante una información que dice que el 50% no terminó secundaria, cuando era casi el 60%. Pero con tutorías, exámenes especiales y otros apoyos, se ha mejorado sustancialmente. Ese dato es el del año pasado y todo indica que en el actual se seguirá mejorando.
Volver al gobierno de las gremiales sería condenar a una generación al fracaso El propio Presidente Mujica llegó a decir que habría que "reventarlas", cansado de su constante oposición a todo cambio.
Los encuestadores dicen que el tema educación "no mueve la aguja". Eso es gravísimo y todo esfuerzo que hagamos será poco frente a la urgencia de los desafíos que nos propone la nueva economía digital.
En cuanto a la mirada sobre el trabajo, está claro que los últimos cinco años frentistas significaron 60 mil puestos menos y que en este período se generaron 80 mil, mejorando incluso la formalización, que alcanzó a sumar 100 mil aportantes más al BPS. Lo mismo pasa con el salario real, que cayó -como en el mundo entero- cuando la pandemia y las tribulaciones posteriores y se ha recuperado al punto que está por encima del 2019. Todo esto se puede comprometer. Cuando la Ing. Cosse promete crear ya mismo 30 mil empleos sin financiar, a cuenta de un "crecimiento" que no se dará, está claro hacia dónde vamos: al retorno de la inflación. Seamos claros, si el salario real mejoró es porque la inflación bajó al 4% y, aunque no siempre se lo advierta, esa inflación es el peor de los impuestos para quienes viven de un sueldo.
El gran tema de discusión sigue siendo la seguridad. El Frente arrancó sus gobiernos con 9 mil rapiñas y terminó con 30 mil. El año pasado fueron 23 mil. Es mucho todavía, pero lo importante es que se cortó el avance que, año a año, venía dándose. La escalada se comenzó a revertir. En los homicidios no se ha bajado, pero tampoco ha crecido su número. Ningún año alcanzó los 400 del 2018, desmintiendo esa idea que estamos poco menos que en Chicago cuando la ley seca. Es evidente, sin embargo, que hay que continuar en un permanente reenfoque del tema, a partir de la droga, las adicciones, el narcotráfico y todo lo que viene rodeando a ese mundo. Por supuesto, el Frente fracasó estentóreamente y están de vuelta los capitanes de la derrota. Con ellos, sin embargo, habrá también que sentarse a discutir, para construir una política de Estado, que este gobierno intentó y no pudo con el obstruccionismo opositor.
No hay solución simple para temas complejos. La opción Bukele es para un país que alcanzó otros niveles de violencia y desprotección de los derechos humanos. Hay que seguir por el camino emprendido, continuar incorporando tecnología, generando espacios de coincidencia, en la convicción que todo pasa por asumir una actitud clara y definida que lleve al temor al bando contrario .
Todo empieza el domingo. El Partido Colorado está en marcha y será el factor decisivo en octubre. Pero repitamos: todo empieza este domingo.