Limitación a la Exportación en pie, un desatino inexplicable
Edición Nº 1044 - Viernes 18 de julio de 2025. Lectura: 6'
Por Tomás Laguna
El nivel óptimo de exportación en pie es cuando la misma no existe aún estando libremente permitida. Será cuando sea más conveniente vender a la industria nacional que exportarlos vivos. ¿Quién es el responsable de otorgarle a nuestra pujante industria frigorífica ese nivel de competitividad tan deseado? No será por cierto a costa de los productores ganaderos…
No por sospechada deja de ser insólita la limitación a la exportación de ganado en pie, en particular con destino a faena. Hace poco más de un mes atrás la preocupación se hizo tangible cuando en una reunión de la Mesa de Mercados Internacionales de Frutas, ámbito de trabajo de la Unidad de Asuntos Internacionales del MGAP, el director de esta última comunicó a las gremiales granjeras presentes que se iba a limitar la exportación de ganado en pie, lo que se compensaría con un potente programa de apoyo a la cría. Este último un concepto equivocado, carente de racionalidad que puede merecer nota por separado.
Ya habíamos advertido nuestra preocupación sobre la continuidad de la exportación en pié en este mismo espacio el pasado mes de diciembre. Por entonces hicimos referencia a la percepción contraria a esta actividad que podría tener el Ec. Gabriel Oddone, actual ministro de Economía, cuando siendo consultor en CPA-Ferrere participó del trabajo encargado por las gremiales de la industria frigorífica “Análisis del impacto de la exportación de ganado en pie en Uruguay” (presentado en enero de 2017). No obstante, con la racionalidad que lo ha caracterizado en el cargo, el Ec. Oddone fue contundente al decir que no fue consultado por la medida tomada por el MGAP, la que calificó de inconveniente. Preocupantes ruidos en lo que debería ser una acción coordinada del gabinete.
Se puede afirmar que no hay condición mas adversa para el campo que aquellas regulaciones que cierran la economía y la tornan proteccionista. La mas de las veces justificándose en supuestas razones altruistas con las que se confronta a la producción primaria, lo que determina que ésta transfiera recursos a otros sectores de la actividad, sea para favorecer el empleo o bien el consumo. Necesario es recordar la ley promovida por el Pdte. Jorge Batlle por la cual se prohibieron las retenciones a las exportaciones. Limitar la exportación en pie es parte de estas regulaciones que ya deberían considerarse un relicto anacrónico que obedeció a otros tiempos de la economía mundial.
La libre exportación en pie rige desde el gobierno del Dr. Luis Alberto Lacalle Herrera, justo es decirlo. Los posteriores gobiernos, todos, la respetaron al punto de que, para bien de la ganadería, se transformó en política de Estado. Tal vez haya sido la medida más trascendente para la producción ganadera desde las recordadas medidas de agosto de 1978, cuando a posteriori de la liberalización de la economía que impulso el Ing. Alejandro Vegh Villegas, quien luego lo sucedió en el cargo, el Cr. Valentín Arismendi, liberalizo las infinitas regulaciones que pesaban sobre el complejo agroindustrial ganadero. Tiempos de dictadura, es verdad, no obstante fueron disposiciones de alta significación.
Más acá en el tiempo recordamos cuando el presidente José Mujica, siendo Ministro de Ganadería (1er gobierno del Dr. Vázquez), sugirió fijar administrativamente el valor del ternero de reposición para que los criadores, en general la actividad menos rentable, mas atomizada de la cadena y definitivamente tomadora de precio, pudiera tener mayor participación en el valor final del producto ofrecido en los mercados externos. Tiempos en que el Dr. Fratti era presidente de INAC. Nunca fue necesario tal extremo, de por sí muy absurdo. La demanda agregada a través de la exportación en pié determinó que el sector criador pasara de participar en algo menos del 20% del valor final del novillo una vez faenado y colocado en sus múltiples destinos a casi un 30% como lo disfruta hoy. En otras palabras, el criador recibe hoy a través del ternero vendido para reposición un valor significativamente mayor al que habría recibido en un mercado cautivo. En la ganadería actual el ternero una vez criado pasó a ser más relevante en la ecuación de producción que su madre, la vaca de cría, una vez engordada para frigorífico. Una constante en aquellos años de bajos valores y liquidación de stock…
Si bien la industria frigorífica fue resignando su participación en el valor final del producto para beneficio de la cría, el margen industrial por animal faenado (valor final del producto colocado en todos sus destinos menos valor del novillo gordo) se incrementó sustancialmente desde que se lo puede estimar objetivamente a partir del valor final producido por la cadena (Novillo Tipo, enero/2007). En 18 años ese margen se incrementó entre el 70% y el 150% (dependiendo cual año tomamos de base). En otras palabras, el negocio se ha vuelto muy dinámico al punto de que las plantas exportadoras no dejan de invertir en la ampliación de su capacidad de faena (Tacuarembó, Marfrig). En el 2009, plena vigencia de la exportación en pié, un inversor de origen británico construyo en Durazno y desde cero uno de los frigoríficos más grandes del país (capacidad de faena para 2.000 animales) y a su vez mas modernos del continente. Hoy propiedad de MARFRIG. Para tales decisiones no incidió la llamada “capacidad ociosa” de la industria. Para algunos (entre ellos el Ministro Fratti) parecería que son los productores los responsables de abastecer esta sobre dimensión en la capacidad de faena.
Para mayor referencia. En la década de los ’90, apenas autorizada la exportación en pie, la extracción total medida a través de la faena oscilaba en torno al 15% de un rodeo que promediaba las 10 millones de cabezas. En los últimos 10 años, sobre un rodeo de algo más de 11 millones de cabezas la extracción total por la faena oscila en torno al 20%. La exportación en pie agrega a esa extracción entre 1 y 4 puntos porcentuales más, según el año. En ningún caso una cifra que erosione la base productiva de la cadena. Pero aún más, entre ambos períodos comparados la ganadería redujo sensiblemente el área de pastoreo, resignando tierras que fueron ocupadas por la agricultura y la forestación. Así es que hoy tenemos un rodeo consolidado, más eficiente y en menos territorio. No ha sido la exportación en pie obstáculo para ese desarrollo que pauta hoy nuestra competitiva ganadería, por el contrario es parte de su razón.
Todo este sainete puede dejar algo positivo. La libertad para exportar en pié debería quedar consolidada tras la reacción de la totalidad de las gremiales rurales, ninguna dejo de expresarse contraria a su limitación, más la contundente definición del Ministro de Economía avalando su plena vigencia. Definitivamente que se la reconozca como una política de Estado.
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