La lucha por el control del Ártico se está acelerando y es más arriesgada que nunca
Edición Nº 1044 - Viernes 18 de julio de 2025. Lectura: 12'
Mientras el presidente estadounidense, Donald Trump, busca anexar Groenlandia, Rusia está modernizando sus bases militares en el Ártico. Por su parte, los rompehielos chinos están abriendo nuevas rutas y espías son desenmascarados, asegura el analista de seguridad de la BBC, Gordon Corera, en un interesante reportaje que recomendamos leer.
A medida que se intensifica la batalla por uno de los lugares más fríos del mundo, un equilibrio de seguridad cada vez más frágil podría estar rompiéndose, lo que conduciría a una creciente carrera armamentista.
Para comprender por qué el Ártico es importante para estas superpotencias, hay que mirar el mundo de otra manera, literalmente.
Debes olvidar los mapas planos: mira el Ártico desde la parte superior del globo.
Cuatro países se encuentran dentro del Círculo Polar Ártico: Rusia, Canadá, Groenlandia y Estados Unidos. Desde esta perspectiva, queda claro por qué la región se considera crucial, y por qué se está intensificando la disputa por su tierra, mar y cielo.
Frontera para la disuasión
El presidente Trump ha reiterado su deseo de controlar Groenlandia. "Necesitamos Groenlandia por motivos de seguridad nacional", ha asegurado. "Me lo han dicho durante mucho tiempo".
La pregunta sobre por qué es importante un territorio con unos 56.000 habitantes se reduce a su geografía.
Durante la Guerra Fría entre EE. UU. y la Unión Soviética, las armas nucleares eran lo más temido: el terror que mantenía el balance. Y la forma más rápida de que estas bombas alcanzaran su objetivo era a través del Polo Norte.
En los albores de la Guerra Fría, Estados Unidos estableció una base importante en el remoto norte de Groenlandia, en un lugar llamado Thule (recientemente rebautizado como Base Espacial Pituffik), que visité en 2008.
En la base, un enorme radar se alza como un centinela gigante, escudriñando el cielo y el espacio en busca de cualquier cosa que se dirija hacia el tope del mundo. Al acercarme, el motor del coche empezó a zumbar y los controles del tablero saltaron descontroladamente debido a sus emisiones.
Una vez dentro de la base, oficiales militares estadounidenses me explicaron cómo el radar les permitía ver objetos tan pequeños como una pelota de tenis mientras se movían por el espacio.
Puede que la Guerra Fría haya terminado, pero la importancia de este lugar no ha disminuido. Es una parte crucial del Sistema de Alerta Temprana de Misiles Balísticos de Estados Unidos (BMEWS, en inglés)
El presidente Trump ha mencionado que le gustaría tener una “Cúpula Dorada” para proteger a Estados Unidos, en referencia a la “Cúpula de Hierro” que ayuda a Israel a defenderse de misiles. Para algo así, serían clave las bases de alerta temprana, y Groenlandia tendría un enorme potencial como base que está operando, tanto para la defensa como para el ataque.
“Groenlandia es un territorio envidiable para Washington; es básicamente un seguro físico para el territorio estadounidense”, explica Elizabeth Buchanan, exfuncionaria de defensa australiana y autora de un libro de próxima publicación sobre el territorio. “No es de extrañar que siempre se haya considerado una frontera disuasoria”, sostiene.
Esto preocupará a Rusia, que desde hace tiempo teme que la defensa antimisiles estadounidense pueda socavar su capacidad de disuasión. Pero también está distanciando a sus aliados.
Groenlandia sigue formando parte de Dinamarca, donde hubo indignación por las declaraciones de Washington a principios de este año sobre adquirir el territorio. Muchos en Canadá también se han mostrado conmocionados por los comentarios de Trump sobre convertir al país en el estado 51 de EE.UU. Justin Trudeau, el entonces primer ministro, lo descartó rotundamente.
Obtener un mayor control sobre Groenlandia es una ambición con mayores posibilidades, y los europeos están preocupados, en silencio y en privado, por cómo la OTAN –una alianza diseñada para defenderse de Rusia- podría lidiar con una situación en la que su miembro más poderoso, Estados Unidos, quiera tomar un territorio de otro miembro, Dinamarca.
Una potencial de escalada en los mares
Rusia es el actor más importante de la región. Una quinta parte de su territorio se encuentra en el Ártico y abarca más de la mitad del litoral.
Es el país que más preocupa a los demás cuando se trata de militarizar el Ártico, pero también es el país que más tiene que perder con esa evolución.
Si bien hasta hace poco las potencias occidentales se habían retirado en gran medida de la región, Rusia ha pasado años invirtiendo en su presencia y modernizando bases aéreas como Nagurskoye, que está en funcionamiento desde la Guerra Fría y ahora puede recibir aviones de gran tamaño en el extremo norte.
La base rusa de Nagurskoye se encuentra en la Tierra de Francisco José, un desolado archipiélago cubierto de hielo. La foto muestra un amplio edificio triangular rodeado de edificios circulares, todos con franjas de los colores rusos: blanco, rojo y azul.
La península de Kola alberga gran parte de la flota rusa de submarinos nucleares. Los sumergibles rusos parten de bases aquí para acechar bajo el hielo ártico, listos para recibir la orden de lanzar cualquier ataque necesario contra algún adversario. Moscú lo considera vital para su disuasión y su capacidad de proyectar fuerza.
"El Mar Báltico se ha vuelto menos accesible para las operaciones militares rusas tras la incorporación de Suecia y Finlandia a la OTAN, lo que significa que la Flota del Norte se vuelve más importante", me dijo en junio el vicealmirante Nils Andreas Stensønes, jefe del servicio de inteligencia noruego.
"Y se recurre más a la disuasión nuclear. Y una parte considerable de sus armas nucleares se encuentran en la península de Kola, en el Ártico".
El vicealmirante Stensønes dice que Rusia considera que es de su propio interés mantener baja la tensión para evitar que el Ártico se militarice aún más, lo que pondría a prueba a su ejército, que todavía está centrado en una guerra contra Ucrania.
Pero la escalada rusa, su deseo de proyectar fuerza y ??sus acusaciones de que las potencias occidentales están militarizando el Ártico están a su vez provocando alarma, y Stensønes ??advierte que el “potencial de escalada” es real.
Noruega se ha centrado más en reducir la tensión, pero otros países están dando la voz de alarma. El informe de inteligencia más reciente de Dinamarca advierte que Rusia "demostrará su poder mediante un comportamiento agresivo y amenazante, lo que conllevará un riesgo de escalada mayor que nunca en el Ártico".
Las islas de Svalbard son otro lugar para tener en cuenta. Por virtud de un tratado, Noruega tiene el control sobre ellas, pero otros países, incluida Rusia, tienen permitido operar allí, lo que las convierte en un posible foco de tensión, ya que Moscú afirma que están siendo militarizadas para representar una amenaza en su contra.
La brecha entre Groenlandia, Islandia y el Reino Unido (GIUK) es estratégicamente importante
El Reino Unido no es formalmente una potencia ártica, pero su participación está creciendo, en parte para contrarrestar a Rusia. Una razón histórica es la llamada brecha GIUK, un tramo poco conocido pero de importancia estratégica.
Para llegar de manera fácil al Atlántico, la Flota del Norte rusa necesita atravesar la brecha, un cuerpo de agua que corre entre Groenlandia y el Reino Unido, con Islandia en el medio.
Durante la Segunda Guerra Mundial, su importancia fue una de las razones por las que Estados Unidos estableció una base militar en Groenlandia para combatir a los submarinos nazis. Durante la Guerra Fría y hasta la actualidad, este cuello de botella sigue siendo el lugar donde se buscan submarinos. Para encontrarlos, la OTAN despliega sensores bajo el agua.
El ministro de Asuntos Exteriores de Reino Unido, David Lammy, visitó el Ártico a finales de mayo y anunció un nuevo plan conjunto con Islandia para utilizar tecnología de inteligencia artificial para monitorear actividad hostil en la región. Esto implica la búsqueda de submarinos y barcos rusos.
Sin embargo, aunque Reino Unido busca un papel más importante, un informe parlamentario reciente expresó preocupación por el hecho de que el país no tiene “suficientes activos militares clave, como submarinos y patrullas marítimas o aeronaves de alerta temprana para tener un mayor enfoque en el Ártico”.
La reciente Revisión Estratégica de Defensa de Reino Unido prometió aumentar el número de submarinos, pero algunos expertos creen que aún se podría hacer más.
"El Ártico es una región donde los intereses de seguridad de Estados Unidos, Canadá y Europa convergen clara y crecientemente", afirma Peter Watkins, exalto funcionario del Ministerio de Defensa británico.
“Como potencia euroatlántica clave, el Ártico debería atraer más atención y recursos de Reino Unido”.
Pero ciertos titulares en torno a la visita de David Lammy, como "El plan británico para negar a Rusia el control del Ártico", podrían irritar a Moscú. Rusia puede estar reforzando su propia presencia, pero se resiste firmemente a que otros hagan lo mismo; hará todo lo posible para evitarlo.
“Rusia intentará disuadir a otros países de amenazar su posición en el Ártico, por lo que es muy probable que reaccione agresivamente a las actividades militares occidentales cerca del Ártico ruso”, dice un reciente informe de inteligencia danés.
“Rusia ahora está dispuesta a adoptar medidas más arriesgadas en el Ártico y se ha vuelto más asertiva y beligerante”, advierte el informe.
Luchas de poder sobre la Ruta de la Seda Polar
En las aguas del Ártico también surge un nuevo desafío en materia de seguridad debido al cambio climático.
La Revisión Estratégica de Defensa del Reino Unido de este año dijo que probablemente el Alto Norte estará libre de hielo cada verano para 2040, aunque algunos expertos creen que eso se queda corto y que el cambio está ocurriendo más rápido de lo que se piensa.
Estas aguas que se están calentando ofrecen nuevas oportunidades, ya que abren el acceso a minerales muy codiciados y zonas de pesca.
Pero esto también podría generar competencia económica y tensión, especialmente a medida que se abren nuevas rutas marítimas.
Aproximadamente una décima parte de la producción económica de Rusia proviene de la extracción de recursos naturales del Ártico y el derretimiento del hielo también contribuirá a que Rusia sea más insegura, ya que le preocupa tener que defender más de su territorio ártico de otras naciones, lo que intensificará la militarización.
Aquí es también donde China entra en escena.
China se autodenomina un Estado “casi ártico” y, a pesar de estar a una distancia considerable de la región y carecer de costa ártica, se está volviendo cada vez más activo.
Esto se debe en parte al derretimiento del hielo, que abre la posibilidad de una nueva ruta comercial a través del Norte.
Para China, una nueva "Ruta de la Seda Polar" ofrece un posible transporte marítimo más rápido y potencialmente más seguro que el Canal de Suez. Por ello, ha buscado proyectar poder allí.
A su vez, eso ha preocupado a Washington, ya que su competencia global con China ahora se extiende al Ártico, con inquietudes sobre influencia y recursos.
“Beijing ha utilizado una estrategia híbrida para profundizar los lazos y vínculos con la región, desde la educación superior, las misiones científicas, los esquemas de cooperación ambiental, los acuerdos pesqueros internacionales y las asociaciones estratégicas bilaterales”, afirma Elizabeth Buchanan.
“Esto normaliza la presencia de China en la zona ártica y convierte cada vez más a Pekín en un socio predilecto para los estados árticos”.
Beijing ha expandido rápidamente su ya numerosa flota de rompehielos, y ha organizado una patrulla conjunta con Rusia en el mar de Bering, cerca de la costa de Alaska. Sin embargo, Rusia también está profundamente preocupada por el crecimiento de la influencia china en una región que considera su patio trasero.
Documentos filtrados recientemente del Servicio de Seguridad de Rusia, publicados por el New York Times, pusieron de relieve las preocupaciones de Moscú de que espías chinos estuvieran realizando operaciones en el Ártico utilizando empresas mineras e investigaciones académicas como excusa.
El Ártico siempre ha sido una región importante para la recopilación de inteligencia, principalmente la llamada inteligencia de señales, que captura las comunicaciones de otras naciones desde bases secretas ubicadas en la región. Sin embargo, otras formas de espionaje también están en auge.
Un presunto espía ruso encubierto, que se hacía pasar por un académico brasileño y se especializaba en temas del Ártico, fue arrestado en Noruega en 2022, donde los avistamientos de drones rusos sospechosos han ido en aumento. Una de las preocupaciones es que la inteligencia rusa esté interfiriendo en la política local de las comunidades del Ártico para fomentar la división.
Y no son solo los espías rusos los que preocupan a los países europeos. En los últimos meses, se ha informado de que Estados Unidos ha intensificado sus esfuerzos de recopilación de inteligencia sobre Groenlandia, aliada de la OTAN gracias a que pertenece a Dinamarca. Esto podría deberse, en parte, a la búsqueda de indicios de si Rusia y China intentan extender su influencia de forma encubierta en la isla, pero los informes sobre esta actividad generaron indignación en suelo danés.
Un diplomático estadounidense en Copenhague fue convocado entonces a una reunión en el Ministerio de Asuntos Exteriores como protesta. "No se puede espiar a un aliado", declaró el primer ministro danés.
En los países europeos, las crecientes tensiones con Rusia, así como la confianza en su socio estadounidense, están generando un debate sobre cómo deberían responder.
“China, Rusia y Estados Unidos son tres potencias globales que se encuentran en el Ártico y ahora estamos presenciando una competencia muy intensa aquí”, afirma Niklas Granholm, subdirector de la Agencia Sueca de Investigación de Defensa. “El resto tendremos que influir y adaptarnos lo mejor posible”.
Algunas naciones están a favor de una mayor cooperación militar mientras que otras temen que esto eleve aún más la temperatura.
El mantra de quienes querían mantener la geopolítica alejada del Ártico solía ser: "Alto Norte, baja tensión". Pero esa era está llegando a su fin gracias a una combinación de deshielo, inseguridad y asertividad.
Y si bien militarizar la región puede no ser del interés de nadie, eso es precisamente lo que parece estar sucediendo.
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