La guerra y la paz
Edición Nº 1031 - Viernes 11 de abril de 2025. Lectura: 2'
Cuanto nos cuesta hacer la paz…
En la Casa del Partido Colorado convocamos nada menos que al Presidente de la República y a los expresidentes para conmemorar los 40 años del retorno democrático.
Fue todo histórico. Porque nunca se había visto un acto similar en una sede partidaria, con presidentes de los tres partidos que gobernaron el país. Uno de ellos, incluso, que en su tiempo perteneció a una organización terrorista y fue preso por los jueces de la democracia aun en democracia, en 1972. Hace más un medio siglo. Otro, nuestro actual Presidente, que tenía solo 7 años cuando el golpe y apenas llegaba a la mayoría de edad cuando nosotros arribábamos a la Presidencia por vez primera.
Somos gente que estuvo enfrentada, pero hizo la paz. Y de ella han disfrutado todos los uruguayos que hemos vivido en este país desde entonces. Con nuestros problemas, naturalmente, incluso con pesados remanentes de aquellos tiempos. La dictadura nos dejó la llaga de los desaparecidos; la democracia está dejando la del incumplimiento judicial de una ley de amnistía a los militares, ratificada dos veces por la ciudadanía uruguaya pero desconocida por una justicia internacional de dudosa competencia.
Desgraciadamente, toda guerra, todo conflicto violento, siempre traslada algún legado penoso. Felizmente, sin embargo, hemos logrado preservar lo más importante que es la paz social, el acatamiento por todos de las leyes y las instituciones.
Desgraciadamente, hay quienes no lo entienden y en estos días he oído algunas voces cuestionando la presencia de Mujica en la Casa del Partido. No sé dónde estaban quienes así hablan. Nosotros estuvimos enfrente de la guerrilla. Fuimos Ministro de Pacheco y Bordaberry. El 14 de abril pedí para hablar en el Cementerio en nombre del gobierno, ante el ataúd de los asesinados y desafiar a sus asesinos en nombre de la ley. Cuando después de 11 años de dictadura pudimos volver fue para hacer un cambio en paz. Y lo hicimos. ¿Con quién? Con los adversarios. Es con ellos que se hace la paz. Con los guerrilleros y con los golpistas. A Mujica lo amnistió la ley pero fue el pueblo uruguayo quien, además, lo llevó a la Presidencia. No lo voté, pero he trabajado con él para no trasladar a los jóvenes nuestros viejos rencores, hoy amortizados.
Lamento que haya gente que no lo entienda. Pero no por ello debemos alejarnos de este camino de reconciliación. Todo lo contrario. Si de ambos lados se escucha todavía el grito airado, más que nunca hemos de persistir en el camino de la convivencia, de la tolerancia, para dejar librado a la historia lo que ya es historia.
JMS
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