IICA - Oportunidad perdida
Edición Nº 1060 - Viernes 7 de noviembre de 2025. Lectura: 5'
Por Tomás Laguna
El pasado 4 de noviembre, por elecciones secretas entre los 32 países miembros, se eligió por amplio margen al director general del Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA) al candidato de origen caribeño, postergando así las aspiraciones del candidato uruguayo.
En abril de este año (Edición N° 1030) reflexionábamos desde estas páginassobre qué tan relevante era acceder a la dirección general del Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola. Motivaba la nota el hecho de que, por primera vez en 83 años, un uruguayo competía por el cargo a través de un proceso electivo en el que 32 países concurrían mediante el voto secreto.
Para ilustrar al lector sobre este instituto de amplia difusión continental pero relativa relevancia nacional, basta con referir que el mismo se origina en una iniciativa de los Estados Unidos (año 1940) para crear una institución encargada, a nivel continental, de las ciencias y el desarrollo agrícola. En su primera etapa fue financiado por la Unión Panamericana, antecesora de la Organización de Estados Americanos. Hoy depende de los aportes que realiza cada país miembro. Desde hace un buen tiempo, a sus objetivos originales se le agrega el bienestar rural, incorporando un marcado condicionamiento social.
Hacíamos mención en aquella oportunidad a las dificultades que el instituto enfrenta para su financiamiento, considerando el atraso en los aportes de varios países miembros. Al 2024 (desconocemos la situación actual), solo 21 de los 34 países estaban al día en sus aportes. De hecho, en las elecciones fueron 32 de los 34 países los habilitados a votar. Recordábamos entonces que El Salvador y Venezuela estaban en cesación de pagos. Esta realidad económico-financiera condiciona la capacidad de intervención del instituto en todo el continente. En particular en nuestro país, donde siempre está la pregunta respecto a cuál ha sido el diferencial aportado por el IICA en los últimos años. Adicionalmente, surge la interrogante sobre cuáles deberían ser las áreas de contribución más relevantes del IICA al Uruguay de hoy, y se cuestiona si los programas existentes son una justificación para su existencia.
Terminamos aquella nota de abril expresando cuán necesario era reconocer que la silla de director general en la sede de Costa Rica no era para reclinarse cómodamente; antes bien, este sillón implica una enorme responsabilidad para encauzar esta institución de alcance continental pero de presencia diferencial en el territorio.
Así las cosas, llegamos al acto electoral del martes pasado. La República Cooperativa de Guyana presentó la candidatura del Dr. Muhammad Ibrahim, ingeniero agrónomo con más de 35 años de experiencia en instituciones internacionales como el CATIE (Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza) y el IICA (Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura). Según sus referencias, es profesor, investigador y autor de una prolífica literatura sobre agricultura, agroecología, sistemas silvopastoriles, seguridad alimentaria y pagos por servicios ecosistémicos en América Latina y el Caribe. Nuestro país, por su parte, impulsó la candidatura del Ing. Agr. Fernando Mattos, cuya trayectoria refiere a su condición de productor agropecuario, vinculado al desarrollo ganadero, presidente de la Asociación Rural del Uruguay, presidente del Instituto Nacional de Carnes y Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca.
Claramente, dos perfiles diferentes a partir de una misma preocupación: el desarrollo socioproductivo y económico de la producción agropecuaria del continente. Por un lado, un académico y consultor vinculado a las instituciones que justifican su existencia por los servicios de consultoría; por otro, un profesional de la agronomía vinculado, por arraigo familiar y vocación personal, directamente a la producción agropecuaria. Pero además con amplia experiencia en el gremialismo rural y en la institucionalidad sectorial más importante del país, tanto aquella vinculada al desarrollo y acceso a mercados externos como la del Secretario de Estado responsable de la totalidad de los rubros del agro en su más amplia acepción. Estas elecciones eran la oportunidad para marcar un quiebre en el sillón de Costa Rica, ubicando en el mismo a profesionales de la producción antes que a consultores académicos internacionales, integrantes de tan selecto y distinguido grupo.
Finalmente, solo ocho países de 32 dieron su voto al candidato uruguayo.
Estamos inclinados a suponer que la geopolítica también metió la cola en las elecciones del IICA. Todo el CARICOM (Comunidad del Caribe), apoyado explícitamente por Estados Unidos, votó por el candidato guyanés. A nadie escapa la escalada de tensión en aguas del Caribe, sumada al conflicto limítrofe entre Guyana y la infame dictadura venezolana. En litigios de esta dimensión, la elección en un instituto de alcance continental no tiene relevancia; no obstante, no deja de sufrir la discrecionalidad al momento de configurar apoyos.
Es necesario mencionar, y de acuerdo a lo que nos han informado, que el status quo interno del IICA hizo también lo suyo, reivindicando la candidatura vencedora.
Siendo la votación secreta, resulta difícil identificar cómo se expresaron las distintas voluntades. Debemos creer que los países del MERCOSUR fueron parte de esos ocho votos, incluidos Chile y Bolivia. Salvo Paraguay, malherido con nuestro país luego de que Uruguay, apenas asumido el actual gobierno y ante la inminente elección para un nuevo Secretario General de la OEA, firmara una declaración junto a Brasil, Bolivia, Chile y Colombia proclamando su voto por el candidato de Surinam y, por lo tanto, negando su apoyo al canciller paraguayo presentado por su propio país. Acto penoso e innecesario de nuestro gobierno, torpemente enancado sobre sus compadres ideológicos, hecho que no es motivo de esta nota. De todos modos, no hubiera significado la diferencia. Lo cierto es que el Caribe mantiene hoy fuerte predominancia sobre tres importantes instituciones panamericanas: OEA, SELA y ahora el IICA. Lo del título: se perdió una oportunidad para que el IICA sea, por una vez, dirigido por un profesional del agro externo al sistema y su status quo…
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