La reciente controversia suscitada por los comentarios de una periodista de TV Ciudad, en relación a los grafitis realizados en un edificio del centro de Montevideo, ha vuelto a poner en el tapete un tema tristemente recurrente: el vandalismo y la percepción pública que sobre este recae.
El hecho de que una movilera de un canal municipal califique de "lindos" unos grafitis realizados sin consentimiento sobre la propiedad privada no solo es revelador de una minimización preocupante del vandalismo, sino que también refleja una falta de sensibilidad ante la violación a la propiedad privada.
No podemos olvidar que el acto de vandalizar -sea en forma de grafitis sin consentimiento, daños a monumentos patrimoniales o la destrucción de mobiliario urbano- constituye una falta de respeto a la comunidad, una transgresión a la ley y, en última instancia, un reflejo de una falta de civismo y educación.
El episodio en cuestión debería servirnos como punto de reflexión y acción. No basta con condenar el vandalismo de palabra; es imperativo adoptar medidas concretas que disuadan estas conductas y promuevan el respeto por nuestro entorno.
En este sentido, el papel de los medios de comunicación, y especialmente el de aquellos con financiación pública, debería estar alineado con la promoción de valores cívicos y el respeto por la ley. Minimizar actos de vandalismo o, peor aún, encontrarles un lado estético, es una irresponsabilidad que desinforma y contribuye a normalizar conductas que deberían ser repudiadas y sancionadas.
Retomando los puntos expuestos en una nota que publicamos recientemente en estas páginas, es urgente que las autoridades apliquen con firmeza la legislación vigente contra el vandalismo. La aplicación efectiva del artículo 367 del Código Penal, que sanciona los actos de deterioro o destrozos en espacios públicos, debe ser un primer paso. Sin embargo, debe acompañarse de políticas públicas que eduquen sobre el valor del patrimonio común y promuevan la participación ciudadana en su conservación.
No podemos seguir tolerando que unos pocos destruyan lo que es de todos (y/o la propiedad privada, protegida en nuestra Constitución), ni que voces irresponsables desde plataformas de amplia difusión banalicen estas acciones. Es hora de exigir un cambio de actitud frente al vandalismo...