Hacia un nuevo consenso: Impulsando el cambio en el Mercosur
Viernes 25 de octubre de 2024. Lectura: 3'
Por Alvaro Valverde Urrutia
El próximo gobierno de Uruguay se enfrenta al reto de redefinir su participación dentro del Mercosur, en un contexto donde la voluntad de todos los miembros ha sido clave para mantener el obstáculo del consenso interno. Esta barrera, que impide la negociación bilateral de acuerdos comerciales, ha frenado en gran medida las posibilidades de apertura internacional de Uruguay. Es fundamental cuestionar la rigidez de este mecanismo, que contraviene las necesidades de mayor flexibilidad en el comercio exterior de los países miembros.
Uno de los principales inconvenientes de la estructura actual del Mercosur radica en su incapacidad para actuar como una verdadera zona de libre comercio. Aunque se han propuesto excepciones al consenso, estas siguen siendo limitadas y no permiten a los países miembros negociar de forma independiente con terceros mercados. En este sentido, Uruguay ha insistido en la necesidad de una apertura cualitativa, en la que, aunque no se logren acuerdos bilaterales amplios, sí se avance en términos de acuerdos sectoriales o selectivos que optimicen las relaciones comerciales
Uruguay se ha visto particularmente perjudicado por esta situación, ya que su economía, altamente dependiente de la exportación, requiere una mayor diversificación de sus mercados. Sin embargo, el Mercosur ha demostrado ser un obstáculo en este sentido, debido a los problemas internos que afectan su funcionamiento. La imposibilidad de llevar adelante negociaciones bilaterales para acceder a terceros mercados ha dejado a Uruguay en una situación de desventaja frente a otros países que no enfrentan estas restricciones.
Entre los principales inconvenientes que enfrenta Uruguay se puede señalar, en primer lugar, las limitaciones en la apertura comercial. El consenso dentro del Mercosur ha impedido oportunidades clave de acuerdos con economías desarrolladas, lo que ha restringido el acceso a mercados estratégicos para productos uruguayos.
También, la competitividad restringida por la falta de acuerdos comerciales con terceros países que reduce la capacidad de Uruguay para competir en condiciones más favorables de acceso arancelario y normativo, frente a países que tienen la posibilidad de negociar en mejores condiciones por haber suscrito TLCs o acuerdos preferenciales en condiciones más ventajosas
Otro aspecto es la diversificación comercial, ya que la concentración de exportaciones hacia los socios del Mercosur, donde Brasil y Argentina son los principales mercados, aumenta la vulnerabilidad de Uruguay frente a fluctuaciones económicas en estos países, limitando su capacidad para expandir su presencia en los mercados internacionales.
En ese contexto, Uruguay debe avanzar hacia un Mercosur que funcione efectivamente como una zona de libre comercio, aunque sea con excepciones que no necesariamente tengan que ser cuantitativas, pero sí cualitativas. Esto implica la necesidad de flexibilizar el consenso, permitiendo que los países miembros puedan negociar acuerdos bilaterales bajo ciertas condiciones, sin que esto represente una ruptura con la lógica integradora del Mercosur.
El próximo gobierno de Uruguay enfrentará la responsabilidad de impulsar el proceso de cambio del anacrónico consenso basado en la Dec. 32/00, que carece de valor jurídico y técnico. Aunque el país puede no tener la capacidad para hacerlo de manera aislada, podría contar con cierta influencia si se alinea con la política exterior del nuevo gobierno argentino y, juntos, logran impulsar un cambio significativo.
Este enfoque deberá orientarse a equilibrar la preservación de la integración regional con promover la bilateral hacia terceros mercados, lo cual es fundamental para el crecimiento y desarrollo económico del país dentro del Mercosur. En este contexto, aunar esfuerzos con Argentina será clave para fortalecer su posición y alcanzar un cambio efectivo.
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