Edición Nº 1039 - Viernes 13 de junio de 2025

Fortaleza y resistencia

Viernes 13 de junio de 2025. Lectura: 3'

Por Susana Toricez

Últimamente y con creciente frecuencia, escucho diferentes comentarios respecto a los partidos políticos tradicionales de nuestro país y a su desempeño como oposición.

Algunos sin esperanza, aluden a la falta de energía de sus partidarios para luchar por sus principios, pero —por suerte— son muchos más los comentarios alentadores.

Me siento en la obligación en este momento de apelar a todos los recursos para rescatar a aquellos que van perdiendo la paciencia, a quienes piensan que todo está perdido.

Lo he dicho en otras oportunidades: todos debemos ponernos a trabajar con firmeza y convicción defendiendo nuestras ideas hasta lograr el país que queremos.

Y aplicado a lo que estoy escribiendo, recurro al fragmento de un texto que circula en la web, que conservo desde hace tiempo y al que me acerco cada vez que siento que necesito un momento de reflexión.

Se refiere al bambú japonés y a ese milagro de fortaleza que es:

“No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes. Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas, la planta de bambú crece... ¡más de 30 metros!

¿Tardó sólo seis semanas en crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento de cada uno y que requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente, justo cuando estaban a punto de conquistar sus objetivos.

Quienes no se dan por vencidos, van creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando se materialice.

El triunfo de las ideas no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.

Es un proceso que exige aprender nuevos hábitos de militancia para descartar otros.

¡Un proceso que exige cambios, voluntad, acción y perseverancia!

Por lo que expuse al comienzo, si alguien cree que el proceso de fortalecimiento de nuestros partidos históricos ya no era posible, ¡a no desesperar y a seguir para adelante!
 



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