Edición Nº 1066 - Viernes 19 de diciembre de 2025

Fin de año

Viernes 19 de diciembre de 2025. Lectura: 5'

Por Julio María Sanguinetti

Un repaso crítico del presente político y económico, atravesado por la defensa de las instituciones y la experiencia de una vida pública.

El año termina. El gobierno no se puede quejar, porque está sacando el presupuesto sin mayores problemas y las interpelaciones que han tenido sus ministros han sido más de esclarecimiento ante la opinión pública que de voluntad de censura. La oposición ha cumplido su rol con dignidad.

El presidente ha actuado con moderación y equilibrio. Ha sido respetuoso y, en lo personal, tengo motivos muy gratificantes de reconocimiento.

Su equipo económico, aun a costa de sacrificios, mantiene la carpa en pie, pese a los empeños de sus correligionarios por derrumbarla. Dos puntos empañan la gestión. Uno, el modo como se planteó todo el tema de Cardama, en el que paso a paso nos vamos hundiendo en el magma que desde el principio estamos temiendo: perder el dinero entregado, quedarnos sin lanchas y sumergirnos en un gigantesco pleito en el que el gobierno que viene será deudor o acreedor según nos vaya. El otro es el intento de descalificar al secretario general del Partido Colorado sin causa jurídica suficiente ni crédito moral.

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La situación económica no será muy buena el año que viene. Por suerte habrá una exitosa temporada turística, que aliviará penurias, pero está claro que no están creciendo ni Argentina ni Uruguay y apenas Brasil.

Todo el programa económico está basado en el crecimiento, lo que no se advierte que asome cerca. La construcción ha bajado y el ingreso de exportación solo se ha mantenido por el precio de la carne. En el resto, no hay un mercado demandante. Y, aunque no hablemos de atraso cambiario porque el dólar flota libremente y se ahoga aquí como en todo el mundo, está claro que nuestros costos internos son elevados a nivel internacional. Nuestros precios de servicios públicos y salarios (especialmente de sectores no transables) son difíciles de exportar.

Los anuncios del PIT-CNT y compañía ya están produciendo efectos negativos. Bajan los depósitos en moneda extranjera y bajan también los proyectos de nuevas obras. No se entiende que, con medidas o sin medidas, los solos anuncios estén desalentando el clima de negocios.

Por esa vía, se reducen las oportunidades de empleo. Realmente cuesta entender que no se vea algo tan obvio.

Queremos crecer. Para ello, hay que invertir. Por eso el país, en los últimos años, en todos los gobiernos, ha ofrecido beneficios fiscales, con excelente resultado, como por ejemplo en forestación, construcción o zonas francas. Si en vez de beneficios amagamos con impuestos, proclamamos el odio a los “ricos”, simplemente desalentamos la inversión y, por ende, el crecimiento y el empleo. Así, vamos mal.

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Sigue virando el clima político en América Latina. Al triunfo de Paz en Bolivia se añade ahora el muy contundente de Kast en Chile. Ya Ecuador había logrado desplazar al “correísmo”.

Retroceden los gobiernos populistas de izquierda. Este año puede cambiar también Colombia.

No es solo un cambio de opciones ideológicas, sino el resultado de procesos de insatisfacción que han debilitado a los partidos y ahora se oscila entre unos y otros, al compás de las promesas. Milei emergió de la nada frente al vacío monumental del fracaso peronista con Alberto Fernández. Los argentinos no votaron por von Hayek, sino en contra de la inflación, la inseguridad y la corrupción.

Hoy el tema de la inseguridad y el narcotráfico se ha hecho prioritario. Notoriamente, los gobiernos de la izquierda no asumen el tema con el criterio de rigor que se necesita para enfrentarlo y, de ahí, su caída. Ahora la responsabilidad cambió de cancha. El desafío está abierto.

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Un detalle electoral para los partidarios del voto en el extranjero. Fuera de Chile ganó la candidata comunista. En Chile perdió por goleada. Una vez más, está claro que se vota con el clima del país en que se vive.

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En lo personal, cerramos el año con la celebración que nuestro partido hizo de mis 90 años, ya casi cumplidos del todo. No se esperó al 6 de enero, en que los uruguayos están para los Reyes Magos y no para regalar un día de vacaciones en una celebración.

La planteó en el Comité Ejecutivo nuestro amigo el senador Tabaré Viera, se aprobó unánimemente y, cuando se nos ofreció, lo aceptamos por ser una oportunidad más de afirmación de nuestro republicanismo. Así fue, felizmente, y se ha destacado hasta en la prensa internacional. Que estuvieran presentes el presidente Orsi y la vicepresidenta de la República, Carolina Cosse; los dos expresidentes Lacalle Herrera y Lacalle Pou; más los titulares de los partidos políticos (Pereira, Delgado, Mieres) es una expresión cívica que distingue al Uruguay por lo excepcional. Así lo definió el profesor Natalio Botana, eminente historiador argentino que, con una mirada serena desde la otra orilla, señaló con elocuencia que los uruguayos ni nos damos cuenta del valor del que somos titulares. En lo partidario también estuvieron todos quienes tenían que estar, no solo el secretario general Ojeda, sino los senadores Bordaberry, Viera, Silva y Zubía, que representan todas las corrientes de nuestra colectividad.

Capítulo aparte merece el planteo de la celebración, alejado de lo habitual, sin discursos, con la simpática presencia de humoristas e imitadores que finamente satirizaron a nuestros políticos y una intervención nuestra comentando fotografías, con historias y anécdotas de nuestra vida con Marta luego de 65 años de casados.

Naturalmente, hay una gratificación personal que, por encima de cualquier otro sentimiento, mueve a la gratitud. Inmensa gratitud. Para quienes estuvieron el martes y aquellos que, en esa larga vida, nos marcaron con su magisterio o con su colaboración generosa, como los vicepresidentes Tarigo, Batalla y Fernández Faingold.

Terminamos el año, entonces, con sentimientos muy fuertes. De reconocimiento. También de esperanza. Aunque no comulguemos con el gobierno y no esperemos de él los cambios que nosotros procuraríamos, estaremos al pie de las instituciones republicanas. Cuidando de nuestras libertades, de nuestra prensa, de nuestra separación de poderes, de nuestra reputación internacional.

El martes, los 90 años de Sanguinetti fueron un pretexto para vivir una gran jornada del republicanismo uruguayo. Más no se puede pedir.



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