Edición Nº 1037 - Viernes 30 de mayo de 2025

Evasores compulsivos...

Edición Nº 1035 - Viernes 16 de mayo de 2025. Lectura: 3'

La doble moral del frentismo ya no sorprende. Pero lo de Fernando Pereira supera todos los límites de descaro, desvío ético y cinismo político. Esta semana, el presidente del Frente Amplio reconoció haber construido una casa de veraneo en Maldonado sin regularizarla, sin permisos, sin habilitación, sin pagar impuestos durante seis años. Lo hizo entre 2015 y 2021, en plena presidencia del PIT-CNT. Es decir, mientras exigía redistribución, mientras paraba el país en nombre de los trabajadores, mientras reclamaba “contribuir con los que menos tienen”, él evadía tributos que —nada menos— van destinados a la educación pública.

Y no hablamos de una omisión administrativa menor. Hablamos de alguien que decidió conscientemente no declarar una edificación ante Catastro ni ante la Intendencia de Maldonado. Hablamos de alguien que usufructuó una propiedad sin pagar el Impuesto de Primaria, que no abonó la Contribución Inmobiliaria como corresponde, que no cumplió con BPS ni con los permisos municipales. Y lo más grave: no lo regularizó hasta que se lo señalaron con pruebas en la mano. El periodista Ignacio Álvarez, como en tantos otros casos, lo expuso con documentos. Solo entonces, acorralado, empezó a moverse. El primer trámite lo hizo en diciembre de 2021. El último, hace apenas días. La legalidad llegó a empujones, no por convicción.

Y sin embargo, Pereira habla como si fuera la víctima. Como si lo que le sucede —ser descubierto como evasor— fuera parte de una campaña orquestada contra su persona. Dice que “cuesta creer el hostigamiento”, que su casa es “un rancho”, que solo va “diez días al año”, que fue “un techo primero” y que después se transformó en lo que es. Que el trámite es difícil, que es como cualquier hijo de vecino. Se queja de las fotos, de los comentarios, de las denuncias. Lo dice sin sonrojarse.

El problema, señor Pereira, es que usted no es cualquier hijo de vecino. Usted es el presidente del “principal partido del país”, como tanto les gusta recordar. Usted fue el dirigente sindical más poderoso de la última década. Usted fue quien dirigió paros, ocupaciones y campañas políticas enteras exigiendo “ética en la gestión pública”.

Más aún: ¿con qué autoridad critica a quienes exigen una convivencia en la legalidad, si usted construyó primero y declaró después? ¿Dónde queda la prédica del “Estado fuerte” si evade al propio Estado? ¿Dónde está la tan cacareada sensibilidad por los más débiles, si dejó de pagar un impuesto que financia nada menos que la escuela pública y la alimentación de los niños? Porque no estamos hablando de tasas municipales dudosas, ni de impuestos regresivos. Estamos hablando del Impuesto de Primaria, que tiene un destino directo y claro. Lo evadió quien más lo declama.

Este episodio es más que una anécdota personal. Es la evidencia de una conducta sistemática dentro de la dirigencia del Frente Amplio. El caso Arim, el caso Cairo, ahora el caso Pereira. Todos ellos han quedado expuestos como infractores fiscales, como usuarios ilegítimos de bienes públicos, como ciudadanos que piden sacrificios a los demás mientras gozan de privilegios que no están dispuestos a pagar. Y cada uno de ellos ha respondido con la misma lógica: negación, minimización, victimismo.



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