Escepticismo cauteloso ante el acuerdo Mercosur-UE
Viernes 27 de setiembre de 2024. Lectura: 5'
Por Alvaro Valverde Urrutia
Mantengo un enfoque cauteloso respecto al acuerdo Mercosur-UE. Reconozco que existen serios desafíos que complican su firma, lo que genera una percepción de escepticismo. Sin embargo, también hay factores que podrían facilitar el avance hacia un acuerdo, por lo que no lo considero totalmente inviable. Existen algunas razones para ser optimistas sobre la posibilidad de que se concrete, aunque la negociación se encuentra en una fase crítica y prolongada.
Este escepticismo cauteloso sobre el acuerdo Mercosur-UE se debe a que su futuro depende de varios aspectos que influyen en su viabilidad. Los avances intermitentes en varios temas siguen retrasando la firma definitiva, y estos incluyen tanto cuestiones de larga data como emergentes, que han creado una brecha significativa entre las expectativas de ambas partes.
¿Por qué decimos que somos escépticos, pero con cautela? Porque el acuerdo no sería inviable, pero depende de la voluntad política de ambas partes y de un reequilibrio de las posiciones en torno a las regulaciones ambientales y el acceso a mercados. Ambas tienen incentivos económicos para cerrar el acuerdo, como el interés de la UE en diversificar sus fuentes de importación.
El reciente discurso del mandatario argentino, Javier Milei, ante la Asamblea General de la ONU dejó clara su postura hacia la política internacional, y en particular, su visión sobre el Mercosur y las relaciones con la UE. Las implicaciones políticas y comerciales de estas posturas destacan los posibles riesgos y beneficios de la propuesta del presidente argentino.
En este contexto, durante una reunión con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen hizo un llamado a Milei para avanzar en las negociaciones del acuerdo de libre comercio entre ambas partes. Milei, por su parte, aprovechó la plataforma de la ONU para defender su visión de un Mercosur más flexible y abierto a la posibilidad de que los países miembros negocien acuerdos bilaterales de manera independiente, sin depender del bloque en conjunto. Este planteamiento representa un cambio profundo en la dinámica del Mercosur y genera tensiones dentro del mismo, especialmente con Brasil, que ha mostrado reservas frente a esa flexibilización. Uruguay, en cambio, ha sido uno de los impulsores más firmes del acuerdo con la UE y se ha alineado con la postura de apertura comercial propuesta por Argentina.
El enfoque de Milei refleja una política de liberalización comercial que contrasta con las tendencias globales de consolidar bloques regionales. Su propuesta de que los países del Mercosur puedan negociar individualmente con otros mercados plantea el riesgo de una fragmentación en la política comercial externa común del bloque. Esta fragmentación podría ofrecer oportunidades para que países como Argentina accedan más rápidamente a acuerdos comerciales específicos con terceros mercados, como el europeo. Sin embargo, también pone en riesgo la cohesión del Mercosur y plantea dudas sobre el impacto que una política comercial fragmentada tendría en el desarrollo económico regional y en las relaciones intra-bloque.
La ausencia de Milei en la pasada Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur ya había sido interpretada como un indicio de esta nueva orientación en política exterior. Ahora, con su propuesta de negociar acuerdos bilaterales fuera del esquema del bloque, se consolida una visión que se opone al consenso existente. Si bien la UE ve con buenos ojos cualquier avance en las negociaciones, la política de liberalización impulsada por el gobierno de Milei plantea un desafío considerable para la estabilidad del Mercosur y las relaciones comerciales futuras entre Argentina y la UE.
En resumen, las recientes declaraciones y acciones de Milei podrían abrir la puerta a una mayor liberalización comercial, con un sustancial cambio en la postura tradicional e histórica del Mercosur.
El estado actual de las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea sigue siendo complejo, marcado por una serie de factores económicos y políticos que han retrasado el avance hacia la firma del acuerdo. Persisten desacuerdos significativos, especialmente en temas relacionados con cuestiones ambientales, los subsidios agrícolas y las preocupaciones sobre el acceso al mercado.
Uno de los principales puntos de fricción es la propuesta de la UE en 2023, que añadió una adenda al acuerdo original de 2019, incluyendo mayores compromisos ambientales para los países del Mercosur. Sin embargo, miembros como Brasil han expresado su descontento con esta propuesta, considerándola una imposición de nuevas condiciones que no estaban en el acuerdo original y que dificultan su implementación. La reunión de Brasilia a principios de septiembre de 2024 no arrojó resultados concluyentes, y la UE manifestó que no estaba lista para firmar el acuerdo en ese momento.
Mercosur enfrenta también desafíos internos que han influido en el ritmo de las negociaciones. Sin embargo, el actual gobierno argentino ha adoptado una postura más favorable hacia el acuerdo y hacia una apertura comercial bilateral, alineándose en parte con las posiciones uruguayas, que desde hace años han defendido la flexibilidad para negociar acuerdos de forma individual.
Las posibilidades de que el acuerdo se firme en el corto plazo dependen de varios factores. Brasil, como uno de los actores clave del Mercosur, ha cambiado su postura desde la elección de Lula da Silva. Su gobierno ha expresado apoyo al acuerdo, pero también ha subrayado la necesidad de que la UE no imponga condiciones ambientales adicionales que Brasil considera injustas.
El compromiso en materia ambiental será fundamental. Si bien los países del Mercosur buscan flexibilidades, no está claro hasta qué punto la UE estaría dispuesta a ceder en estas demandas sin comprometer su propia agenda verde. En este punto, la capacidad de Brasil para negociar una solución de compromiso será crucial.
Las presiones internas en la UE también juegan un papel importante. Mientras que países como Alemania apoyan el acuerdo debido a sus intereses en la expansión de los mercados industriales y tecnológicos, la resistencia de Francia e Irlanda sigue siendo un obstáculo significativo. Para que el acuerdo avance, será necesario encontrar un equilibrio entre los intereses de los países agrícolas de la UE y aquellos que buscan mayores oportunidades comerciales con el Mercosur.
En consecuencia, las negociaciones enfrentan un camino difícil. Aunque hay un renovado interés por parte de ambas partes en finalizar el acuerdo, los temas ambientales y agrícolas, junto con la necesidad de consenso tanto dentro del Mercosur como en la UE, hacen que la firma del acuerdo siga siendo incierta en el corto plazo.
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