El precio de la aventura imperial: Gazprom entre pérdidas y deuda
Viernes 17 de octubre de 2025. Lectura: 3'
La combinación de guerra, sanciones y ruptura de contratos transformó a Gazprom de palanca de poder en un actor financiero vulnerable, dependiente del Estado ruso.
La aventura imperial de Vladimir Putin en Ucrania tuvo un costo tangible para uno de los mayores activos económicos de Rusia: Gazprom. El gigante del gas, durante décadas herramienta clave de la política exterior rusa y pilar de ingresos del Estado, se encuentra hoy debilitado y con niveles de deuda que encendieron las alarmas. En 2024, la compañía registró pérdidas que rondaron los 13.000 millones de euros, según los reportes publicados, un retroceso considerable respecto a años anteriores en los que alcanzaba beneficios récord. Aunque en 2025 la empresa anunció un retorno a ganancias bajo sus cuentas consolidadas, esta recuperación parcial se sustentó más en ingresos financieros y en la reorganización interna de sus filiales que en una recuperación real de su mercado principal.
El impacto comenzó con la invasión de Ucrania y las sanciones occidentales que cambiaron de golpe el mercado al que Gazprom había apostado buena parte de su futuro: Europa. La interrupción de flujos de gas por rutas tradicionales, incluida la paralización efectiva de Nord Stream, junto con la política europea de diversificación y almacenamiento, desplomó la demanda rusa. A pesar de los esfuerzos por redirigir ventas hacia Asia, la capacidad comercial de Gazprom quedó limitada y sus márgenes de beneficio se redujeron drásticamente.
La estrategia del Kremlin convirtió al gigante energético en un instrumento expuesto a riesgos políticos. Medidas como exigir pagos en rublos y las interrupciones de suministro como represalia erosionaron la confianza de clientes históricos y de los mercados financieros. Esta ruptura del vínculo comercial y político con Europa se tradujo en menores ingresos en divisas y en una dependencia creciente de mercados alternativos, que ofrecían contratos menos favorables.
Con un mercado europeo reducido, Gazprom tuvo que recurrir a financiamiento interno y a mecanismos estatales para sostener operaciones e inversiones, acumulando niveles de deuda que la colocan entre las empresas estatales rusas más endeudadas. La compañía también ha utilizado filiales, como Gazprom Neft, para equilibrar flujos y cubrir déficits, una señal de la reconfiguración interna que enfrenta para mantener su actividad.
Operativamente, Gazprom ha tratado de compensar la caída europea con exportaciones hacia China y otros socios asiáticos, pero los volúmenes y los precios no alcanzan los niveles previos. La pérdida o daño de infraestructuras estratégicas, como los gasoductos, y la inseguridad jurídica derivada de sanciones y conflictos internacionales han aumentado los costos de operación. La presión financiera limita además la inversión en modernización tecnológica y expansión de proyectos, complicando la sostenibilidad de su modelo de negocio tradicional.
Gazprom sigue siendo un actor enorme, con acceso a vastos recursos de gas y un know-how técnico considerable. Sin embargo, ya no puede imponer condiciones comerciales y políticas como antes. La invasión de Ucrania y la utilización del gas como instrumento geopolítico demostraron que el arma energética tiene un costo: pérdida de mercados confiables, restricciones financieras y tecnológicas y la necesidad de reestructurarse internamente.
Hoy, Gazprom sigue siendo grande, pero vulnerable. La rápida transición de proveedor europeo seguro a compañía dependiente de un mercado reducido y condicionado por la geopolítica muestra que los riesgos asumidos por Moscú en su política exterior se tradujeron en un debilitamiento de uno de sus activos económicos más valiosos. Europa acelera su divorcio energético de Rusia, mientras Asia ofrece alternativas parciales. El precio lo paga Gazprom: deuda elevada, pérdida de mercados y una estructura corporativa puesta a prueba por la confrontación internacional.
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