Por Tomás Laguna
Por estos días se está celebrando una nueva edición de la ya centenaria Exposición Internacional de Ganadería, Muestra Agroindustrial y Comercial, en su edición 118. Más conocida como Rural del Prado, una denominación que resume bien los objetivos de la muestra, o bien su nombre más comercial y marketinero "Expo Prado", en el cual se diluye su origen y esencia histórica. La oportunidad es propicia para alguna reflexión sobre la relevancia histórica del acontecimiento ferial más importante y tradicional del país.
118 ediciones no son 118 años. De hecho, la continuidad anual ininterrumpida se cumple desde 1914. De las anteriores, 5 fueron en los inicios del siglo XX y 3 en el siglo anterior. En 1883 la primera, la siguiente 1885/1886 (entre diciembre y enero), y la tercera recién en 1895. Existe una interesante historia en referencia a los esfuerzos institucionales de aquellos primeros directivos de la Asociación Rural del Uruguay por lograr llevar a la ciudad una muestra ferial "para dar ánimo a las industrias rurales, fomentando los diversos ramos de riqueza pastoril que constituyen la ocupación primordial de los habitantes de la República" según lo expresara con convicción su primer presidente, Don Juan Ramón Gómez en la revista institucional número 8, año 1872. A partir de entonces hubo intentos frustrados, hasta que en el año 1883 el por entonces presidente, don Domingo Ordoñana, respondía a los más escépticos: "Haremos la Exposición Ganadera; si los elementos con que contamos no alcanzan para hacerla bajo galpón, la haremos al aire libre, pero la haremos." En octubre de ese año se concretó la primera muestra ganadera llevada al corazón de Montevideo, en un predio cedido por el directivo Emiliano Ponce de León ubicado en el cruce de la Avda. 18 de Julio y la calle Magallanes, frente a la por entonces Plaza Artola (hoy de los Treinta y Tres). Recién será la 2da presidencia de Don José Batlle y Ordoñez la que aportara los recursos y establecerá las formalidades para que hasta el día de hoy la exposición se celebre en el histórico predio del Prado.
De las múltiples iniciativas que desde sus orígenes fueron promovidas por esta gremial rural fundada en 1871, en medio de guerras civiles, tiempos de la tierra purpúrea, son 2 las que a la fecha mantienen plena vigencia y relevancia. La propia Rural del Prado y los Registros Genealógicos, creado en 1887 por la misma ARU, único registro de carácter público administrado por un privado en beneficio del mejoramiento genético de la producción animal. Incluso hoy como insumo relevante en la estimación del mérito genético con el advenimiento de la genómica. Pero hay otros legados. El primer Código Rural, que con sus modificaciones mantiene plena vigencia, los aportes surgidos de los múltiples congresos ganaderos en el superior compromiso con el desarrollo de la ruralidad, sea en temas económicos, administrativos, legales, vialidad, crédito rural, la creación de un banco nacional con sucursales a lo largo y ancho de la República, hasta la máxima preocupación por la enseñanza rural y el poblamiento de la campaña. La propia vitivinicultura fue un rubro que acaparo el desvelo institucional por su desarrollo inicial, también ya avanzado el siglo XX lo fue la misma apicultura. En fin, la infinidad de aportes exceden las posibilidades de esta columna. Basta mencionar a los historiadores José Pedro Barran y Benjamin Nahum, seguidores de la corriente que intenta explicar la historia a partir de los procesos y las estructuras sociales, quienes en su obra "Historia rural del Uruguay moderno", (1967) al analizar la fundación e incidencia de la Asociación Rural del Uruguay, mencionan "una nueva clase, formada en su mayoría por hombres no pertenecientes a la jerarquía social tradicional" reconociéndoles "la apertura psicológica al cambio, la recepción apasionada de este y el tono combativo con que se lo procuró implantar".
Es interesante reconocer entre las principales personalidades iniciadoras de la gremial rural la vinculación de varias de ellas con la masonería, lo que de la pauta de los valores librepensadores y progresistas que eran compartidos en la génesis de la institución. De los 66 fundadores, 21 pertenecían a alguna logia masónica. De ellos merecen mencionarse:
Don Juan Ramón Gómez, primer presidente de la institución (1871/1872), reelecto para el período 1873/1875. Hombre público destacado, ministro de Hacienda, Senador, Diputado y Miembro de la Comisión de Caridad, habiendo contribuido a la creación del Hospital de Huérfanos y el Hospital de Caridad. Siendo presidente de la Asociación Rural y al ocurrir el golpe que destituye al Dr. José Ellauri, es detenido integrando el grupo de ciudadanos desterrados en penosas condiciones en la barca Puig. En aquella circunstancia fue su famoso mensaje editorial desde la revista institucional: "Al trabajo y adelante", instando a la directiva a preservar la obra civilizadora de la institución más allá de las circunstancias adversas.
Don Ricardo Bannister Hughes, hacendado y comerciante británico, introductor de la raza Durham, con vocación colonizadora, debido a su iniciativa en 1868 se plantó y cosechó lino en Paysandú. Fue el primero en alambrar sus campos, además introductor de herramientas de acero en sustitución de las de madera que por entonces se utilizaban para los trabajos agrícolas.
Don Lucio Rodríguez, integrante del activo grupo primario de pioneros, secretario de la Comisión Organizadora que estableció el objetivo de la nueva asociación. El único socio fundador que no era propietario de campo alguno.
Don Luis Lerena Lenguas, introductor de la raza Holando en el país. En su presidencia fue que se crearon los Registros Genealógicos.
También don Lucas Herrera y Obes, integrante de la directiva de emergencia en oportunidad del destierro de Juan Ramón Gómez. En aquella circunstancia fue quien propuso mantenerlo en el ejercicio de la presidencia de la gremial aun a pesar de su condición de destierro, en abierto desafío al gobierno de la época. Además del Dr. José María Castellanos, impulsor y primer director de la revista institucional, editada desde marzo de 1872 hasta la fecha.
En definitiva, solo comprender que más allá de la fanfarria que rodea hoy a la histórica muestra ganadera, bien vale el esfuerzo por retroceder en el tiempo y comprender la esencia misma de su realización. En ese proceso se podrá descubrir gran parte de la historia del ruralismo, de su desarrollo, de su construcción institucional, razones para que nuestro país sea hoy un destacado actor en el agro negocio de exportación.