Cargos, sueldos y poder: la polémica en torno a Álvaro Danza desemboca en una interpelación que el gobierno pudo evitar.
El presidente de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), Dr. Álvaro Danza, se encuentra de nuevo en el centro de una tormenta política y ética que, lejos de amainar, ha terminado por arrastrar a la ministra de Salud Pública, Cristina Lustemberg, a una interpelación parlamentaria por parte de la Coalición Republicana.
La multiplicidad de empleos del Dr. Danza, varios de ellos incompatibles constitucionalmente con su calidad de presidente de ASSE, como los que desempeña en instituciones privadas con las que hace contrata/compite, algunos con horarios incompatibles entre sí ?marcando asistencia en ambos al mismo tiempo?, a los que ahora se suma un proyecto de investigación por el que cobra un incentivo del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) (su séptimo empleo simultáneo), hacen la situación insostenible.
Como señaló el diputado colorado Felipe Schipani a La Diaria, “no podemos tener un presidente part-time que tome ASSE como un kiosquito más de los tantos que tiene”, agregando la ministra Lustemberg, reconocida pediatra que ha tenido sacrificar cuantiosos ingresos profesionales para dedicarse al servicio público “va a tener que defender a alguien que se ve que no quiere resignar un solo peso para presidir ASSE”.
El interpelante será el diputado del Partido Independiente Gerardo Sotelo, quien afirmó que la situación “no solo compromete a un jerarca, sino que afecta la credibilidad de la gestión pública”. En su visión, el gobierno ha optado por encubrir un caso evidente de incompatibilidades en lugar de resolverlo con una sustitución oportuna.
El núcleo del problema no radica únicamente en la acumulación de empleos, sino en la resistencia del propio Danza a renunciar a alguno de ellos y en la tozudez del gobierno en mantenerlo, incluso cuando el caso ya había erosionado la confianza en ASSE.
Este empecinamiento llevó a un punto de no retorno: la interpelación a la ministra Lustemberg, una de las ministras más competentes de este gobierno, un hecho que podría haberse evitado si se hubiera actuado con prudencia y respeto por las normas. En lugar de cortar por lo sano, el oficialismo eligió sostener a un jerarca cuestionado, abriendo un frente político innecesario en un momento de alta sensibilidad en el sistema de salud pública.