El historiador Milton Vanger
El mes pasado falleció, a los 93 años, el historiador Milton Vanger, en su lugar de residencia en Massachusetts. Estuvo profundamente vinculado a nuestro país, ya que fue el principal historiador extranjero que dedicó su obra a José Batlle y Ordóñez. El ex vicepresidente Luis Hierro López publicó en el diario El País la carta que acá transcribimos, en la que se hace un reseña de las investigaciones de Vanger.
El fallecimiento de Milton Vanger debería provocar, en nuestro país, una auténtica sensación de vacío, ya que fue uno de los más importantes historiadores del Batllismo y, en consecuencia, del Uruguay moderno.
Vanger vino a Montevideo en 1952, a hacer una tesis de post grado sobre José Batlle y Ordóñez, y su vínculo con quien sería su esposa, Elsa Oribe, le conectaron para siempre con nuestro país. Su primer libro sobre José Batlle y Ordóñez es de 1963 y el último es de 2012, por lo que protagonizó una vida completa y fecunda dedicada a la investigación y difusión.
Todos esos libros fueron editados aquí por Banda Oriental y son en todo sentido notables, por la documentación que manejan y por una redacción accesible y amena. Los textos son: 1) “José Batlle y Ordóñez, el creador de su época”. La edición original es de Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 1963. 2) “El país modelo”, sobre la segunda presidencia de don Pepe. 3) “Reforma o Revolución”, sobre la polémica entre Batlle y Mibelli, un texto fundamental para interpretar la ideología batllista. 4) “José Batlle y Ordoñez, 1915-1917, Humanizando el capitalismo, Uruguay y el Colegiado”, 2009, y 5) “José Batlle y Ordóñez y la elección de 1926”, del año 2012.
Además, diversos reportajes permitieron ampliar esos puntos de vista, especialmente uno que le hicieron los profesores Gerardo Caetano y José Rilla en los cuadernos del Claeh, en 1990. Por mi parte, tuve el gusto de obtener el que quizás fue su último escrito para Uruguay, en enero de 2014, cuando me contestó unas consultas que publiqué en mi libro de ese año, “Las raíces coloradas”.
Vanger se había hecho colega y amigo de Juan E. Pivel Devoto, quien no solo le dio algunas claves para la fidedigna interpretación de la historia uruguaya, sino que además le vinculó con la familia de Batlle y Ordóñez, lo que le permitió al historiador norteamericano acceder al archivo de don Pepe, manejando entonces documentación de primera mano.
También hizo acá varias entrevistas con personalidades contemporáneas de Batlle, como José Serrato, extrayendo información directa. La lectura parsimoniosa y completa de El Día y de otros diarios de la época, así como la revisión de las actas parlamentarias –una enorme tarea de búsqueda y de investigación– le permitió a Vanger completar una obra magna, que arroja no solamente luz y fidelidad histórica sobre Batlle y Ordóñez sino sobre la civilización uruguaya.
Además del relato estricto y cuidadoso de la obra de Batlle y Ordóñez, Vanger hace un aporte fundamental con la transcripción de la polémica que mantuvo don Pepe con Celestino Mibelli –en “Reforma o Revolución”– que permite definir la orientación ideológica del Batllismo y las diferencias con el socialismo y el marxismo. La lectura de esos artículos, escritos por ambos contendientes en 1917, sigue siendo de enorme actualidad.
Además, Vanger contradice a algunos historiadores uruguayos y por lo tanto enriqueció la conciencia histórica del país, que no debe aceptar ni las verdades oficiales ni las imposiciones de la Academia. Sostuvo que Batlle y Ordóñez se basó casi exclusivamente en la fuerza del Partido Colorado para realizar su obra transformadora y que ese elemento fue más importante que otros que se manejaban habitualmente, como la influencia del segundo viaje a Europa que realizó Batlle entre sus presidencias; o los factores sociales como la emergencia de la clase media o de los trabajadores. También asegura Vanger, en contra de lo que acá se predicaba, que el impulso reformista de don Pepe no decayó tras la elección constituyente de 1916 ni tras el “alto de Viera”.
Para los lectores atentos, Vanger agrega a sus enfoques históricos de larga duración, muchos rasgos de interés, de esos que parecen menores pero que conforman también el personaje y su época. Por ejemplo, Ordoñez, el segundo apellido de Batlle, no llevaba tilde, pero ante la insistencia de los correctores de El Día don Pepe terminó aceptándolo. Asimismo: Batlle, a quien de joven sus adversarios le decían “Pepe Botella” para atacarlo, no tomaba alcohol y hacía campañas contra su consumo, al punto que en su quinta de Piedras Blancas hizo varios experimentos para producir jugo de uvas sin alcohol, de algunas vides que tenía allí plantadas.
Lo que deseo expresar es que Milton Vanger fue un historiador completo, aferrado siempre a la base documental pero capaz de retratar con gracia las pequeñas historias de la vida.
Uruguay le debe mucho y sería muy oportuno que haya un reconocimiento y homenaje oficial.
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