El cogobierno inevitable
Viernes 13 de diciembre de 2024. Lectura: 5'
El regreso del Frente Amplio al gobierno no puede entenderse sin el protagonismo del PIT-CNT, que no solo jugó un papel crucial durante la campaña electoral, sino que ahora se posiciona como un actor central en el futuro gobierno.
Las señales de cogobierno entre el Frente Amplio y el PIT-CNT son claras. Una vez más, la subordinación parece inevitable, con la central sindical marcando los límites de la agenda política de nuestro país. Si algo quedó claro durante las últimas décadas es que el PIT-CNT no es simplemente un actor sindical, sino una “fuerza política” que influye directamente en las decisiones estratégicas del Frente Amplio. Este esquema, que ya ha mostrado sus nefastas consecuencias en el pasado, amenaza con convertirse en una realidad institucionalizada en el nuevo período.
Desde el inicio del gobierno, el PIT-CNT jugó un papel clave en la vuelta del Frente Amplio al poder. Durante la campaña electoral, su protagonismo fue evidente, tanto en la promoción del plebiscito contra la reforma de la seguridad social como en la movilización de sus bases. Aunque la consulta fue rechazada en las urnas, el esfuerzo de la central sindical, a base de mentiras, unificó a la militancia y canalizó las frustraciones de sectores descontentos con el gobierno. Abdala, presidente del PIT-CNT, dejó en claro que la lucha del movimiento sindical no terminó con la derrota del plebiscito. Para él, y lo dijo sin vueltas, el referéndum fue apenas un paso –“la lucha no terminó”– en un proceso más amplio que pretende desmantelar las reformas estructurales impulsadas en los últimos años. Primer aspecto a tener en cuenta.
Como segundo hecho, es necesario analizar la reciente negativa del PIT-CNT al acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. Otro ejemplo contundente del peso que ejercerá sobre el próximo gobierno. Lejos de reconocer la importancia de este avance, tras dos décadas y media de negociaciones, el PIT-CNT rechazó el acuerdo con una rapidez que resulta, cuanto menos, llamativa. A pesar de que el tratado consta de 7.000 páginas y aborda temas complejos que requieren un análisis detenido, la central sindical optó por rechazarlo categóricamente, recurriendo a argumentos que parecen extraídos de otra época. Calificaron el acuerdo como un “pacto desigual” que fomenta el extractivismo y sacrifica los derechos sociales en favor de las corporaciones. Ignoran, obviamente, que este tipo de acuerdos son fundamentales para un país pequeño como Uruguay, cuya economía depende de su capacidad de insertarse en los mercados globales.
El rechazo del PIT-CNT no se limita a cuestiones ideológicas. Es un rechazo práctico, dirigido a proteger un modelo económico y laboral que ya no responde a las necesidades del siglo XXI. Como bien señaló el canciller Omar Paganini, resulta difícil entender cómo una central sindical puede oponerse a un acuerdo que promete abrir mercados, fomentar la inversión y generar empleo. El lector bien sabe: este tipo de posturas no son nuevas. Durante años, el PIT-CNT ha sido un freno constante a cualquier intento de modernización económica. Su reticencia a los tratados de libre comercio, su oposición a las reformas estructurales y su insistencia en un modelo de seguridad social insostenible son ejemplos de una visión profundamente conservadora, más preocupada por mantener el statu quo que por adaptarse a las nuevas realidades globales.
Volvamos al tema de la seguridad social; el más representativo de esta dinámica. A pesar de que la reforma aprobada recientemente buscaba garantizar la sostenibilidad del sistema en un contexto de envejecimiento poblacional, el PIT-CNT lideró una campaña en su contra, proponiendo una vuelta al sistema anterior, con una edad mínima de jubilación de 60 años y la eliminación de las AFAP´s. Este planteo no solo es económicamente inviable, sino que refleja una desconexión alarmante con las realidades demográficas del país. Sin embargo, el Frente Amplio, en lugar de cuestionar estas propuestas, parece dispuesto a considerarlas como parte de un eventual “diálogo social”. Yamandú Orsi, en un guiño al movimiento sindical, ya ha señalado –contraviniendo a su futuro Ministro de Economía– que su gobierno explorará formas de regresar a los 60 años como edad mínima de retiro, ignorando las advertencias de economistas y expertos sobre las consecuencias de una medida tan regresiva.
El Frente Amplio no parece en condiciones de establecer límites claros a la influencia del PIT-CNT. En el pasado, ya vimos cómo la central sindical dictó la agenda en temas de vital importancia. Sin ir más lejos, no debemos olvidar su “cruzada” anti-LUC, que obligó al frentismo a intentar derogar artículos de una ley que habían apoyado en el Parlamento meses antes. Este patrón se repite ahora con la seguridad social y el acuerdo Mercosur-UE, dos temas en los que el PIT-CNT ya ha dejado claro cuál será su posición, mientras el Frente Amplio evita confrontarlo directamente.
La “pitcnización” del Frente Amplio no es un fenómeno nuevo, pero en este período amenaza con alcanzar un punto crítico. Si el próximo gobierno no logra establecer una relación de independencia con la central sindical, Uruguay corre el riesgo de quedar atrapado en un modelo de cogobierno que privilegia los intereses de un grupo reducido sobre las necesidades del país en su conjunto. El rechazo al acuerdo Mercosur-UE, la insistencia en una reforma previsional insostenible y el protagonismo político del PIT-CNT son apenas las primeras señales de un período en el que la autonomía del Frente Amplio estará, una vez más, en entredicho.
Como señaló el ex Presidente Julio María Sanguinetti en el pasado, antes decíamos que el PIT-CNT era un brazo sindical del Frente Amplio; hoy parece que el Frente Amplio es el brazo político del PIT-CNT. Esta afirmación, que en su momento fue considerada “alarmista”, parece cada vez más difícil de refutar. Si el Frente Amplio no corrige el rumbo y establece límites claros en su relación con el PIT-CNT, el cogobierno no será una percepción, sino una realidad que marcará el futuro político y económico del país.
|
|
|
A propósito del próximo gabinete frentista
|
Final y comienzo Julio María Sanguinetti
|
Sanguinetti en Punta del Este
|
Hasta febrero!
|
A propósito de las nuevas plazas de Montevideo
|
¿Una Intendencia en falso? (queremos creer que sí)
|
El último partido: la Coalición Republicana frente al desafío de las municipales
|
El agua no puede esperar
|
La “institución invisible”
|
Malas noticias
|
Argentina, Brasil y sus Macroeconomías: una región convulsionada
|
Antel cumplió 50 años Elena Grauert
|
¿Qué esperar para el campo y sus industrias a partir de marzo próximo? Tomás Laguna
|
En lo que nos toca, ¡date corte mujer, date corte! Angelina Rios
|
Pirotecnia Jorge Ciasullo
|
Se avecinan tiempos difíciles. Primero fue Ámsterdam, luego le tocó el turno a París: ¿cuál será la próxima? Jonás Bergstein
|
¿Es viable cumplir con el proceso de ratificación en el Parlamento Europeo? Alvaro Valverde Urrutia
|
Aniversario del fallecimiento del Libertador Simón Bolívar Daniel Torena
|
Por qué Garibaldi, uno de los fundadores de Italia, es también celebrado como un héroe en Uruguay y Brasil
|
Celebrar en cadena nacional
|
Acuerdo UE-Mercosur: un imperativo geopolítico
|
Paiporta, zona cero
|
Frases Célebres 1021
|
Computadora. La caída de la red clandestina del PCU LA LIBRERIA
|
|