El agua no puede esperar
Viernes 20 de diciembre de 2024. Lectura: 2'
En el centro del debate de la transición se encuentra el proyecto Neptuno, una obra estratégica que busca garantizar el suministro de agua en el área metropolitana, pero que hoy enfrenta la oposición del Frente Amplio, que insiste en detener su avance tras su victoria electoral. Detener este proyecto sería un error histórico que el país no puede permitirse.
El expresidente Julio María Sanguinetti lo resumió con claridad: “Arazatí tendría que empezar ayer”. Este no es un simple capricho político ni un asunto de preferencias ideológicas, como lo plantea el Frente Amplio. Es una cuestión de supervivencia. Uruguay ya vivió una crisis hídrica grave en 2023, que dejó en evidencia la fragilidad de nuestra infraestructura y nuestra excesiva dependencia del río Santa Lucía. Tres eslabones sostienen el suministro de agua para Montevideo: el río, la planta de Aguas Corrientes y la represa de Paso Severino. Si uno de ellos colapsa, el resultado será un desastre de proporciones inimaginables ¿Quién se hará cargo si el país enfrenta una nueva emergencia sin una solución alternativa?
El Frente Amplio se opone al proyecto Neptuno con el argumento de que incluye participación privada, lo que delata una posición ideológica que prioriza dogmas por encima de las necesidades de la población. Como bien ha señalado Sanguinetti, si esta obra fuese financiada exclusivamente por OSE, la izquierda la celebraría sin objeciones. Pero esa no es la realidad: los recursos públicos son limitados, y los gobiernos frenteamplistas tuvieron 15 años para desarrollar las obras necesarias, como la planta de Casupá, sin hacer prácticamente nada al respecto. Hoy, mientras el Frente Amplio propone un análisis interminable de alternativas, los ciudadanos enfrentan el riesgo de un nuevo colapso hídrico.
Es imposible no recordar las palabras del expresidente Mujica durante la crisis de 2023: “Tendríamos que haber arrancado antes, nos dormimos todos”. La crisis del agua no es un tema ideológico ni partidario. Es un desafío urgente que requiere soluciones inmediatas. El proyecto Neptuno, con todas sus posibles imperfecciones, es la mejor respuesta disponible en este momento. No podemos darnos el lujo de detener su avance por intereses políticos. Si el Frente Amplio insiste en paralizar esta obra, será responsable de cualquier crisis futura que el país enfrente por falta de agua.
Ya nos dormimos antes; no podemos permitirnos cometer el mismo error de nuevo.
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