Edición Nº 1064 - Viernes 5 de diciembre de 2025

Dramática y escandalosa pérdida de colmenas afecta a la apicultura uruguaya

Viernes 5 de diciembre de 2025. Lectura: 7'

Por Tomás Laguna

Todos los casos de mortandad de colmenas en la apicultura ocurridos muy puntualmente y con anterioridad han sido dramáticos; solo que en este caso es escandalosamente extendido en la magnitud del daño y las regiones afectadas. Mientras la angustia está instalada entre los apicultores, el ministro Fratti no da respuesta a los pedidos de audiencia de sus gremiales, en tanto desde su cartera solo se atina a emitir comunicados de voluntarismo inconducente.

Llama la atención la magnitud del perjuicio ocurrido en detrimento de la apicultura nacional, sea por la dimensión (más de 11.000 colmenas perdidas) como por la extensión del insuceso (Canelones y San José al norte; generalizado en los departamentos de Colonia, Soriano y Florida; Flores en el oeste y centro; Río Negro y Paysandú, casos aislados). No se trata de un problema sanitario a nivel de colmenas, que puede ocurrir, sino que es claramente por la aplicación negligente de agroquímicos prohibidos o bien mal utilizados en la agricultura comercial. El factor común asociado es el inicio de la cosecha de las brásicas (colza, canola y carinata), práctica en la cual se utilizan desecantes. Se sospecha que asociados a los mismos se hayan utilizado insecticidas. Pero hasta ahora no hay respuesta de las autoridades con responsabilidad en el tema identificando la razón por la cual este año ha ocurrido semejante desastre. Es que estos cultivos se cosechan año tras año en estas fechas y, hasta ahora, no se conoce que esta actividad haya sido en perjuicio de la producción apícola.

Una breve referencia a la relevancia de la producción apícola y a la imperiosa necesidad de preservar este rubro productivo, no solo por su importancia socioeconómica sino también por su complementariedad indispensable con la producción vegetal.

La apicultura es una de las actividades del agro en las cuales la mayor parte de sus cultores no son propietarios de la tierra, más de las tres cuartas partes de condición familiar. Debe ser la única actividad productiva que puede llegar a cobrar por instalarse en determinados emprendimientos, como los semilleros. Esto último se explica porque la producción vegetal, en todos sus rubros de polinización entomófila, requiere de los servicios de polinización prestados por las abejas. Por lo anterior, el valor económico de la apicultura excede al valor de mercado del producto miel: su contribución real debe incluir su aporte para que otras actividades de la producción vegetal sean posibles. A la vez, al considerar la sustentabilidad de los sistemas productivos, la abeja se constituye en el mejor centinela para el control ambiental. Resulta difícil estimar la verdadera dimensión de su valor económico y ambiental, seguramente multiplicado varias veces respecto del valor de la miel y subproductos generados.

La producción nacional fluctúa entre las 9 y las 14 mil toneladas, atendiendo el efecto año; de ellas se exporta en el entorno del 80% de lo cosechado, principalmente a los Estados Unidos, en tanto Israel es quien mejor paga nuestro producto. El valor de las exportaciones oscila entre los 20 y los 30 millones de dólares dependiendo del volumen y los valores en el mercado externo. Sin duda, la apicultura merece ser considerada un rubro más en el agronegocio de exportación.

No obstante lo anterior, la producción nacional se ha visto condicionada desde hace un buen tiempo por precios internacionales deprimidos y por los muy altos costos de producción de nuestra economía, perdiendo pie frente a competidores mucho más competitivos como Argentina, México e incluso Brasil. Como consecuencia, cifras del año pasado y luego de 15 años transcurridos indican que los productores se redujeron un 30% (de 3.244 en 2010 a 2.264 el año pasado, DIEA/MGAP), en tanto que la cantidad de colmenas por productor se incrementó en más de un 60% (155 colmenas en promedio en 2010 a 255 el año pasado, DIEA/MGAP). En buen criollo: los más chicos han ido desapareciendo, siendo otra actividad que responde a la escala para sobrevivir. En la actualidad, ya en la cosecha 2025, el rubro se enfrenta a la economía del empate —al decir de apicultores referentes—, dados los altos costos de producción y un valor deprimido del producto en el mercado externo.

Este es el escenario, de por sí preocupante, sobre el cual se abate este cataclismo productivo de pérdidas de colmenas y de producción. Porque no solo se trata de mortandad de colmenas, sino también de la afectación de otras que quedan dañadas para la recomposición de abejas a partir de la necesaria reposición de reinas. No solo de pérdida de colmenas se trata, sino también de un fuerte perjuicio productivo en las que logran sobrevivir en las zonas afectadas. La apicultura requiere que desde el Poder Ejecutivo se haga una declaración inmediata de estado de emergencia atendiendo la situación de este sufrido rubro de la producción. En realidad, debió haberse hecho hace rato, pero andan sin atinar qué hacer desde el MGAP.

El actual director general de Servicios Agrícolas del MGAP (DGSA) —cargo de confianza política del gobierno en ejercicio—, en declaraciones a la prensa, se excusa en que los apicultores no denuncian los casos y, por otro lado, argumenta que esta situación no puede enmarcarse en un enfrentamiento entre sectores productivos que deberían complementarse. Que alguien le explique que para el apicultor es muy difícil denunciar a los dueños de los campos de los cuales depende para instalar sus colmenas, por lo que la DGSA debe actuar de oficio en todos los casos. En cuanto al enfrentamiento entre sistemas productivos, se ve que no conoce el estratégico concepto de “convivencia”. Desde que tenemos conocimiento del tema, la Sociedad Apícola del Uruguay (SAU), con sensatez y pragmatismo, ha defendido la máxima de la convivencia productiva. Esto es: respetémonos a partir de las buenas prácticas agrícolas evitando el conflicto y la afectación productiva. Implica que el agricultor realice las aplicaciones de determinados productos durante la noche, evitando las horas de actividad de las abejas; utilizando productos permitidos y sin efecto residual. Por parte del apicultor, la constancia de proteger la colmena ante el aviso de determinadas aplicaciones, incluso retirándolas del predio de ser necesario.

La SAU es gremial socia de la Asociación Rural del Uruguay desde 1935, al año siguiente de su fundación. Esta última ha sido impulsora del rubro desde sus inicios, cobijando la primera escuela apícola del país. Es de esperar que desde su sitial privilegiado como gremial agropecuaria de referencia en la historia del desarrollo rural, la ARU se haga cargo también de la defensa del rubro apícola. Nos consta que así lo ha hecho en el pasado.

¿Qué tan evitable pudo ser este desastre al que está enfrentado el campo uruguayo? Durante la anterior administración de gobierno se hizo un esfuerzo importante con cursos de capacitación para la aplicación de agroquímicos, registro e identificación satelital de los “mosquitos” y otros implementos de aplicación, registro y habilitación de aplicadores y de ingenieros agrónomos responsables, entre otras medidas. No se puede decir que los instrumentos para la supervisión y control no existen. Pero un acto de irresponsable displicencia por parte de los agricultores y de las autoridades competentes permitió que ocurriera esta calamidad. Los agricultores irresponsables no solo generaron un grave perjuicio a la producción apícola, sino que atentaron contra la imagen de la misma agricultura comercial frente a la sociedad toda —aspecto no menor en todo este drama—. Por su parte, las autoridades pecan de negligentes e incapaces. Necedad total por parte del nuevo presidente de la actual Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola, que dicho sea de paso nunca fue formalmente constituida durante el actual gobierno, demostrando la falta de relevancia que le otorgan al rubro. Pero también del ministro Fratti, quien no sabe qué responder a los apicultores y, en consecuencia, no los recibe tras varios meses de pedido de audiencia.



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