Edición Nº 1044 - Viernes 18 de julio de 2025

Dime quiénes son tus amigos...

Edición Nº 1044 - Viernes 18 de julio de 2025. Lectura: 2'

El presidente Yamandú Orsi sigue cultivando amistades que deberían, al menos, llamar a la reflexión. Su diplomacia de afinidades ideológicas lo ha llevado a rodearse de figuras en franco deterioro político o con prontuario judicial en construcción. El último episodio de esta preocupante deriva es su participación en el “retiro” de presidentes progresistas que se celebrará en Santiago de Chile, donde compartirá mesa y aplausos con Lula da Silva, Gabriel Boric y Pedro Sánchez.

Sorprende que Orsi prefiera rodearse de líderes que representan el ala más dogmática, tambaleante o corrupta de la izquierda internacional. En menos de un mes pasó de la cumbre de los BRICS —foro que alberga con entusiasmo a autócratas como Putin y regímenes como el iraní— a una “retirada” ideológica con figuras cuyo presente político es todo menos ejemplar.

Llama la atención el lugar especial reservado a Pedro Sánchez, presentado por la propia prensa afín como el gran artífice de la invitación al mandatario uruguayo. El mismo Pedro Sánchez que llega a nuestro país cercado por un escándalo mayúsculo de corrupción, que involucra no solo a sus colaboradores más estrechos —uno ya preso— sino también a su esposa, su hermano y el fiscal general del Estado. Un presidente cuya permanencia en el cargo responde más a su destreza para maniobrar alianzas espurias que a su legitimidad institucional.

¿Es esta la compañía que Uruguay necesita para proyectar su voz al mundo? ¿Debemos aplaudir la sintonía ideológica con gobiernos débiles, desgastados o directamente impresentables? Porque la pregunta que queda flotando, mientras Orsi se fotografía con líderes en caída libre, es muy simple: ¿en qué beneficia esto al país?

Sánchez no es hoy un socio útil ni un garante de nada. Su palabra pesa poco en Europa. Su autoridad política está comprometida. Y sin embargo, se lo recibe en Uruguay con honores, como si su visita fuera un activo diplomático. La realidad es que el presidente español arriba debilitado, marcado por escándalos que él mismo ha contribuido a alimentar. Y si aún sobrevive políticamente es gracias a los pactos que tejió con separatistas y extremistas, muchos de ellos denunciados en su propio país por ser la “ultraderecha del otro lado”.

La imagen de Orsi abrazando estas compañías refuerza la impresión de que la política exterior del gobierno no responde a un interés estratégico nacional, sino a la lógica de una camarilla ideológica. Así, Uruguay se desmarca de su histórica neutralidad y credibilidad internacional, para plegarse a proyectos políticos frágiles, desacreditados o en abierta contradicción con los valores democráticos que dice defender.

Parece que en el nuevo mapa internacional del Frente Amplio, cuanto más cuestionado esté un gobernante, más cálido será su recibimiento. Nada nuevo bajo el sol...



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