Por Jorge Ciasullo
En lo que, a través de redes sociales, se denominó la "Velada del Año", el pasado 28 de abril un grupo de jóvenes, calificados por la prensa como "bandas", se citaron -para pelear- en la plazoleta del monumento a Luis Batlle Berres, frente al shopping Nuevo Centro.
El enfrentamiento fue desarticulado por la policía y hubo detenciones. Sin embargo, una semana más tarde, los jóvenes se volvieron a citar para otra pelea en la zona de Tres Cruces. Otra vez la policía instrumentó un operativo y tres adolescentes fueron detenidos.
Uno de los organizadores -o "líder"- fue condenado por asociación para delinquir, quedó en libertad y tendrá seguimiento del Instituto Nacional de Inclusión Social (Inisa) por los próximos siete meses.
Tal vez sociólogos y psicólogos tengan alguna explicación para estas actitudes o desafíos, nosotros no le encontramos explicación.
En efecto, la información establece que la justicia condenó a un menor, es decir se trata de un adolescente ¡menor de 18 años!
Debemos suponer, por su edad, que es un estudiante liceal avanzado, no podemos aceptar ni pensar que se trata de un menor que no estudia ni trabaja y que su "diversión" es pelear con otro sin ningún motivo, sólo por pertenecer a otra "banda", o mejor dicho a otro grupo de amigos.
Una y otra vez más nos preguntamos: ¿dónde están los responsables o tutores de estos adolescentes?
Sin duda algunos de ellos pueden pertenecer a los quintiles más bajos de la sociedad, con carencias, algunas muy significativas y, sobre todo, con ausencia de ideas o conocimiento respecto a valores y convivencia social, que los llevan a "protestar o reclamar" de esta manera. Pero no lo son todos.
La sociedad ha avanzado a velocidades que han obviamente superado la capacidad de asimilación o reacción de la misma.
No es ni será fácil, pero debemos concientizarnos y entre padres, tutores y educadores trabajar en un dialogo en lo posible diario con nuestros jóvenes. Será enriquecedor para ambas partes, pero sobre todo los guiará en un camino, no fácil, pero del que nunca debemos apartarnos: el vivir pacífica y sanamente en nuestra sociedad.