Cuando el “cambio de mando” se vuelve atropello
Edición Nº 1031 - Viernes 11 de abril de 2025. Lectura: 2'
Hace pocos días, el país asistió a un penoso espectáculo que ha pasado casi desapercibido: la llegada de nuevas autoridades a las oficinas de Secundaria, UTU y el Consejo de Formación en Educación (CFE) en un acto de toma de posesión que, lejos de ser un traspaso pacífico, se transformó en un atropello. No hablamos del relevo natural de autoridades, sino de una movida propia de una novela, donde se “apersonan” de golpe, sin aviso, para comunicar el cese de quienes ejercían el cargo hasta el día anterior.
Según denuncian los exjerarcas, no hubo la más mínima cortesía de coordinar una transición. Nadie –o casi nadie– se enteró de la asunción, que se realizó en un acto “cerrado”. Peor aún: las nuevas autoridades cayeron en tromba a las oficinas de quienes habían estado al frente de la gestión, exigiendo llaves, contraseñas y despachos. Ese proceder suena tan ajeno a la cultura republicana que conviene subrayarlo, aunque no extrañe.
¿No es de estilo que, en un país civilizado, exista un traspaso ordenado, se discuta la situación de cada subsistema y se firme un acta pública? Claro que sí. Sin embargo, los exjerarcas de CFE, Secundaria y UTU relatan una secuencia de atropellos. Por ejemplo, la exdirectora de Secundaria, Jenifer Cherro, se queja de que ni siquiera tenía noticia de la fecha de asunción de su sucesor; el exdirector de UTU, Juan Pereyra, se encontró con que lo desalojaban, sin margen para coordinar nada. En un arrebato que roza el ridículo, se dice que alguna subdirectora vio cortado hasta el acceso al sistema de expedientes… algo más parecido a un golpe de escritorio que a un acto administrativo.
Lo curioso es que, en la propia historia de la educación pública, solía haber un protocolo bastante elemental: se coordina la fecha de la asunción, se hace un acto público (o, al menos, un acto formal aunque sobrio), y las partes se dan un apretón de manos. Cada oficina sabe con antelación la hora en que llega la nueva dirección, se planifica la entrega de información y se permite la continuidad administrativa. Nada de eso ocurrió ahora. Y la exdirectora de Secundaria, con razón, califica el suceso de “inaceptable”.
Lamentablemente, a lo largo de estos años, hemos visto cómo el Frente Amplio –que se llena la boca hablando de participación y democracia– ejerce a veces un modo autoritario de “tomar posesión”, como si la oficina fuese un botín de guerra. Lo grave, en este caso, es que, por tratarse de la educación, uno esperaría un comportamiento ejemplar, una pedagogía del respeto y la conversación. Pero no. Quienes hablan de “construir ciudadanía” y “fortalecer la convivencia” se mandan una exhibición de prepotencia. Ni llamadas previas, ni acuerdos de traspaso, ni un cronograma de mudanza. De la noche a la mañana: “esto ahora es nuestro.”
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