Edición Nº 1041 - Viernes 27 de junio de 2025

Compañeros solidarios

Viernes 27 de junio de 2025. Lectura: 2'

La sentencia contra Cristina Fernández de Kirchner por corrupción fue clara: seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por administración fraudulenta agravada. El máximo tribunal argentino ratificó la condena. Pero para el Partido Comunista de Uruguay, nada de eso importa. Como si se tratara de una presa política, el PCU corrió a solidarizarse con quien fue protagonista de uno de los esquemas de corrupción más groseros de América Latina. La solidaridad, parece, también puede ser selectiva... o cómplice.

El comunicado, difundido el 10 de junio, acusa a la Justicia argentina de actuar como “arma política”, habla de “degradación democrática”, y denuncia un supuesto “lawfare” contra la expresidenta. Nada nuevo bajo el sol. El PCU repite el mismo libreto que ensayó el kirchnerismo durante años: que Cristina no robó, sino que fue víctima de un sistema judicial digitado por oscuros intereses. Lo dicen pese a la sentencia firme, pese al fallo del Tribunal Oral Federal, pese al voto de la Corte Suprema.

Pero lo más preocupante no es que el PCU sostenga estos delirios. Lo verdaderamente grave es que lo hace desde adentro del gobierno uruguayo. Porque el Partido Comunista no es una agrupación marginal. Tiene ministros, directores y parlamentarios. Integra la coalición oficialista del Frente Amplio. Y desde ese lugar institucional, decide alinearse públicamente con una figura condenada por robarle al Estado. ¿Qué clase de mensaje transmite eso? ¿En nombre de qué ética se pretende gobernar?

Recordemos que la condena a Cristina no cayó del cielo. Se basa en hechos, pruebas, testimonios y peritajes. La causa conocida como “Vialidad” expuso un esquema millonario de desvío de fondos públicos a través de la obra pública, beneficiando a empresarios amigos del poder. Una operación sistemática, sostenida por más de una década, y coordinada desde los más altos niveles del Ejecutivo. Eso es corrupción, no persecución.

Sin embargo, el PCU prefiere ignorar todo eso y aferrarse a la narrativa del martirio político. Como si defender a Cristina fuera un acto de heroísmo revolucionario. Como si atacar a la Justicia —cuando no les gusta el fallo— fuera prueba de compromiso democrático. Pero no lo es. Es puro oportunismo. Es blindaje entre pares. Entre corruptos, como dice el dicho, hay entendimiento.

El comunicado del PCU es más que una vergüenza diplomática: es una confesión de principios. Y no son buenos.



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