Edición Nº 1037 - Viernes 30 de mayo de 2025

Coalición más que nunca

Viernes 16 de mayo de 2025. Lectura: 4'

Por Julio María Sanguinetti

Cuando allá por mayo de 2018, nos reunimos con los Dres. Lacalle Pou y Larrañaga para abrir el debate sobre la necesidad de construir una coalición con los partidos tradicionales (a la que luego se sumarían Cabildo Abierto, el Partido Independiente y el Partido de la Gente) teníamos claro que era la única alternativa para el país. Un Frente Amplio agotado ya no ofrecía nada y era imprescindible abrirle a la ciudadanía un canal de esperanza. Ninguno de nuestros partidos por sí solo mostraba posibilidad de alzarse con la victoria pero el conjunto, si actuaba con la sabiduría necesaria, bien podía lograrlo. Así fue, hubo éxito y el gobierno del Dr. Lacalle Pou se asentó en esa nueva alianza política para llevar adelante una gestión exitosa.

Para demostrar que la política no es fácil de encasillar, un gobierno con una evaluación de opinión pública arriba del 50% y un Presidente aún más reconocido, no trasladaron ese éxito a lo electoral. La primera vuelta fue de ventaja para la Coalición Republicana (casi un 5%) pero 28 días después se invirtió el guarismo y el Prof. Yamandú Orsi resultó electo. Esta perplejidad ha sido ampliamente analizada y ninguna de las razones alegadas por sí sola alcanza para explicar lo que ocurrió. Como mucho menos aún lo son las que aluden a la economía y otras variables sociales, que deberían haberse reflejado ya en octubre. Para nosotros, lo principal es: 1) la desmovilización del Partido Nacional en el interior, luego de la elección parlamentaria, como se demuestra porque nuestra Coalición en Montevideo y Canelones no perdió un voto y sí ocurrió en el interior; 2) el voto del Dr. Salle, que mayoritariamente debe haber ido hacia el lado opositor, acorde a su actitud contestataria; 3) retorno hacia el Frente Amplio de un voto en blanco de frentistas enojados, que ante la inminencia de la derrota, no se resignaban al triunfo de la llamada “derecha” ante su inminente consagración; 4) los rechazos de algunos colorados algo recalcitrantes que cuestionaban a la candidata a la Vicepresidencia; 5) la sintonía de Orsi con el tan mentado “uruguayo promedio”. Se podrían agregar otros elementos, pero estos nos parecen suficientemente explicativos de nuestra visión personal del tema.

El domingo pasado nos vuelve a hablar de la importancia de la Coalición. Salto ha sido rotundo en el resultado, imponiéndole al Frente Amplio una derrota muy relevante en un departamento emblemático. Lo mismo habría ocurrido claramente en Río Negro y Lavalleja de haber hecho lo que el Partido Colorado propuso sin éxito: votar en el mismo Lema en los 19 departamentos.

Por eso me permití afirmar, a título personal, en la mañana de la elección, que era ésta la última vez en que concurríamos con este esquema. Hoy los hechos son demasiado expresivos para no advertir que es absolutamente imprescindible la Coalición en los 19 Departamentos. En las candidaturas nacionales hay otras dificultades que crea el sistema electoral, que habrá que analizar con mucho cuidado, pero en lo departamental, sensatamente, no hay otro camino.

Los resultados en general no han sido sorpresivos. Sin embargo, han mostrado claramente que el impacto del triunfo nacional del Frente Amplio no se reflejó en una posible avalancha. Retuvo solo tres Intendencias y aun cuando se adjudicara Lavalleja, la derrota en Salto es electoralmente equivalente. En algún momento de la campaña, las encuestas parecían mostrar otra cosa, con un Frente Amplio con cinco y hasta seis Intendentes. Ese clima empezó a diluirse y nada de aquello ocurrió. En diez departamentos perdió votos con su elección anterior. No es poca cosa. Es un reflejo de la temperatura ambiente, con  una opinión pública expectante y algo desconcertada ante la carencia de iniciativas del nuevo gobierno.

En una mirada amplia, los dos grandes espacios políticos del país vuelven a mostrar su equivalencia. Aun con resultados primarios, es lo que a grandes trazos se advierte. Nadie es dueño del futuro, que sigue al alcance de quien mejor lo interprete.

Estamos sumergidos en un mundo contradictorio, con guerras imperiales y conflictos milenarios de religión, un retorno al proteccionismo comercial y un avance inesperado de las derechas dogmáticas y los populismos demagógicos que asedian la democracia representativa. Predomina la incertidumbre. Occidente, se ha desgajado por la acción irreflexiva del Presidente de los EE.UU., metido a aprendiz de brujo en un mundo que no conoce en profundidad. Desde una América Latina alejada de los escenarios de decisión, nuestro país debe más que nunca cuidar sus equilibrios para no ser arrastrado a esas situaciones críticas en que se pierde el control; al mismo tiempo, emplear toda nuestra inteligencia para aliviar los machucones del proteccionismo y buscar los caminos, regionales y mundiales, que más convengan a la impostergable necesidad de crecimiento de nuestra economía.



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