Edición Nº 1039 - Viernes 13 de junio de 2025

Cien días de gobierno: mucho ruido, pocas nueces y varios bochornos

Viernes 13 de junio de 2025. Lectura: 4'

El Frente Amplio cumplió sus primeros cien días en el poder con una serie de anuncios tan vacíos como los resultados de su gestión. Presentaron una campaña en redes para anunciar logros tan poco creíbles como el “plan de salud mental” aún sin contenido, la “estrategia de drogas” que nadie conoce, un supuesto relanzamiento del Sistema Nacional de Cuidados que no existe, y una pausa en el proyecto Arazatí justificada por capricho ideológico. A esto se suma la fijación de una nueva regla para los combustibles, que castiga a los consumidores al antojo de decisiones arbitrarias.

Hablan de reactivar el diálogo social, pero solo lo usan como excusa para preparar ajustes disfrazados en la seguridad social. Hablan de luchar contra el crimen organizado, pero lo hacen creando comisiones y no generando resultados. Anuncian acuerdos comerciales con China como si fueran una novedad, cuando se trata de procesos heredados. Dicen haber asistido a las ollas populares, pero ¿no era que con ellos las ollas se terminaban?

No hay plan. No hay rumbo. No hay seriedad.

Tampoco hay mayorías parlamentarias. El frentismo no ha logrado imponer sus proyectos clave, como la creación de nuevos municipios ni la reforma de la Caja de Profesionales. La falta de habilidad para negociar evidencia la debilidad de su liderazgo. Y si fuera solo eso, podría tolerarse. Pero es mucho más.

El desfile de escándalos que atraviesa al nuevo gobierno es una muestra cabal de su doble vara. En estos 100 días, el Frente Amplio ha normalizado la falta de transparencia, ha relativizado la responsabilidad ética, y ha blindado a jerarcas cuestionados como si el poder otorgara impunidad. A nuestro editorial ya publicado que repasaba los casos de Cairo, Arim, Viera, Pereira, Koch y compañía, podríamos agregar la reciente designación de Rosario Portell como embajadora en Rusia. Una figura cuestionada por todos los gobiernos anteriores, incluso por Tabaré Vázquez, que la cesó dos veces por razones de “buena administración” y “contención del gasto”.

Mientras el gobierno intesta aplicar controles tardíos para corregir desprolijidades en la ANP, guarda silencio ante las irregularidades de Colonización. La compra exprés de una estancia por parte de ese organismo, justo durante el velorio de Mujica, revela no solo mal gusto, sino también improvisación y opacidad. No hubo estudio previo. No hubo informe técnico. Se compró, y después se vio si servía.

Los problemas no son solo de forma. Son de fondo. El escándalo de la vice de Colonización, que usó a su marido como testaferro para evadir la prohibición constitucional de ser colona, es una afrenta al orden jurídico, como sostuvo recientemente el Senador Robert Silva.

En el ámbito económico, los cruces entre el ministro de Economía, Gabriel Oddone, y las bases sindicales del Frente Amplio han dejado en evidencia que no hay unidad interna. Oddone habla de moderación salarial, de desindexación, de equilibrio fiscal. Las bases, mientras tanto, lo acusan de neoliberal. Es el mismo drama de siempre: un gobierno dividido entre la razón tecnocrática y la pulsón asamblearia.

En política exterior, el manotazo de ahogado fue proponer la llegada de jóvenes palestinos para trabajar en el campo, en medio del escándalo por la declaración del Frente Amplio sobre Gaza. Una idea lanzada sin plan, sin garantías, sin transparencia. El diputado Felipe Schipani preguntó con razón: ¿Cómo se los va a elegir? ¿Quién financia el proyecto? ¿Se consultó a la colectividad judía?

También se ha revelado el fracaso en la protección de los más vulnerables. Dos personas en situación de calle murieron por hipotermia. Un niño falleció en custodia del INAU. Un paciente con problemas psiquiátricos murió tras una situación crítica en el Hospital de Clínicas. El Estado no llegó. El Estado falló. Y pensar que hace unos años hablaban de “muertes evitables” y “Estado ausente” para criticar la gestión de la pandemia.

Finalmente, en materia legislativa, el Frente Amplio ha demostrado una alarmante falta de visión estratégica. Su incapacidad para impulsar proyectos clave ha generado un parálisis institucional que contrasta con el entusiasmo reformista prometido en campaña. No solo no ejecutan, sino que estorban el debate. Ni una ley importante, ni una reforma sólida, ni una iniciativa convocante. Solo improvisación, declaraciones altisonantes y gestos simbólicos.

Los cien días de gobierno de Orsi son el retrato de una administración que llegó al poder sin plan. Lo que hay es marketing, blindaje político, lealtades partidarias y gestión a prueba y error. En tan poco tiempo, han producido más retrocesos que avances. Y, lo peor, sin asumir culpa alguna.

El frentismo había prometido transparencia. Ofreció eficiencia. Juró que venía a reparar injusticias. Lo que hay, en cambio, es un gobierno desprolijo, enfrentado consigo mismo, incapaz de liderar, y envuelto en una sucesión de escándalos que no hacen más que confirmar que, para muchos de sus integrantes, la ética es solo un discurso para los micrófonos.

Cien días. Y ya estamos agotados.



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