Edición Nº 1066 - Viernes 19 de diciembre de 2025

Bicentenario de la Batalla de Ayacucho

Viernes 13 de diciembre de 2024. Lectura: 2'

Por Daniel Torena

9 de diciembre de 1824. La Batalla de Ayacucho fue una gran victoria de las fuerzas patriotas, que significó el fin del dominio del Imperio Español en América del Sur.

Es menester destacar que las fuerzas militares creadas anteriormente por el general Don José de San Martín, retirado desde 1822, tuvieron los rioplatenses un rol muy trascendente en lo profesional, pese a que la mayoría de los patriotas eran peruanos, colombianos y venezolanos.

El general Antonio José de Sucre fue premiado por el Libertador y dictador del gobierno del Perú, el general Simón Bolívar, con el alto grado militar de Gran Mariscal, además de otorgarse premios a todos los combatientes patriotas. Bolívar, además, era presidente vitalicio de la Gran Colombia. Sucre era considerado como el hijo espiritual de Bolívar y comandó el Ejército Patriota en esta histórica batalla.

Posteriormente, se creó la República de Bolivia en homenaje a Bolívar, quien inicialmente no quería que el Alto Perú se separara de las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1825. Bolívar creía en la necesidad de crear grandes estados hispanoamericanos, tratando de mantener las jurisdicciones que tenían los antiguos virreinatos coloniales por razones estratégicas y geopolíticas.

Estaba absolutamente convencido de que la antigua América Española debía mantenerse unida, pues de lo contrario estaría bajo el dominio de los grandes imperios coloniales o de nuevas potencias emergentes, como los Estados Unidos. También desconfiaba del Imperio del Brasil, al que veía como un aliado de la "Santa Alianza" de las grandes potencias europeas, creada por el zar Alejandro I de Rusia. Esta alianza había organizado un plan, a pedido del rey Fernando VII, para reconquistar los dominios americanos, que no se llevó a cabo debido al fallecimiento del zar Alejandro I, emperador de todas las Rusias.

Bolívar conocía los peligros que acechaban a los nuevos estados soberanos hispanoamericanos. Por ello, siempre luchó por la unidad en una gran confederación de estados soberanos, como lo expuso en el Congreso de Panamá de 1826.

España mantuvo sus dominios en América en Cuba y Puerto Rico, los cuales perdió en la guerra contra los Estados Unidos entre 1896 y 1898.



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