La Revolución de los Claveles

Por Santiago Torres

Ayer 25 de abril se cumplieron 50 del incruento golpe militar que terminó con 48 años de dictadura en Portugal. Una historia con final feliz pero que pudo terminar muy mal.

El 26 de mayo de 1926, en Portugal, comenzaba la caída de la llamada Primera República al producirse una sublevación militar alentada por conservadores y monárquicos contra -aparente paradoja- el gobierno derechista del Partido Republicano liderado por el primer ministro António Maria da Silva, que se ve forzado a renunciar. La izquierda -incluidos los sindicatos socialistas y comunistas- miró para otro lado (casi igual que en nuestro "febrero amargo"). No conformes con la renuncia del gobierno, los militares golpistas exigieron la renuncia del presidente de la república, Bernardino Machado, la que se produjo el día 30.

Los militares nombraron a José Mendes Cabeçadas, un marino militar, como presidente y primer ministro simultáneamente. Mendes procedió de inmediato a disolver el parlamento. Mendes Cabeçadas -otra paradoja- había sido de los padres de la Primera República y al mes siguiente fue forzado a dimitir, convirtiéndose a partir de allí en feroz opositor a la dictadura hasta su muerte, ocurrida en 1965.

En remplazo de Mendes Cabeçadas, fue designado presidente y primer ministro el general Óscar Carmona quien, a su vez, nombró como Ministro de Finanzas a un abogado y economista, docente de la Universidad de Coimbra: Antonio de Oliveira Salazar.

En pocos años, con una política de ortodoxia fiscal a rajatabla, Salazar logró reacomodar la economía portuguesa, alcanzando un gran prestigio, especialmente entre las élites de la derecha portuguesa. Ese prestigio le permitió acumular un enorme poder, impulsando entonces la creación de la "Unión Nacional", pensada como el partido único de la llamada Revolución Nacional.

Poco tiempo después, consagrada por una nueva Constitución, comenzaría la Segunda República o "Estado Novo", gobernado por Salazar con mano de hierro, aunque siempre como primer ministro, nunca como presidente, cargo meramente simbólico -como en los regímenes parlamentarios- y por el que circularon varios personajes militares sin peso político propio.

El "Estado Novo" (1933 - 1974)

El nuevo régimen se caracterizó por su fuerte autoritarismo, simbolizado en la temible PIDE ("Polícia Internacional e de Defesa do Estado"), su tradicionalismo católico, el corporativismo de idéntica inspiración católica, el régimen de partido único, como ya vimos, organizaciones paraestatales de reforzamiento del poder de la dictadura (la "Mocidade Portuguesa" como frente juvenil y la paramilitar "Legião Portuguesa") y, naturalmente, un feroz anticomunismo. Todas esas características lo acercan más al régimen de Dolfuss en Austria y al franquismo en España que al nazismo y al fascismo, con los que estaba emparentado por su naturaleza derechista y autoritaria.

Salazar también apoyó a los sublevados durante la Guerra Civil española y mantuvo en general buenas relaciones con el régimen franquista, pese a que no se tenían ninguna simpatía personal con Franco. Y como éste, se mantuvo neutral durante la Segunda Guerra Mundial, pero fue mucho menos colaborativo que España con Alemania e Italia y se preocupó muy especialmente de mantener los puentes tendidos con los Aliados y, muy especialmente, con el Reino Unido.

Salazar, además, rechazaba las pretensiones de superioridad racial del nazismo, se manifestó contrario a las judeófobas "leyes de Nüremberg" y su dictadura ayudó a escapar a muchos refugiados de los nazis, incluyendo judíos.

Al igual que el régimen franquista, el "Estado Novo" conoció diferentes épocas, algunas más autoritarias y otras de mayor aflojamiento en los controles dictatoriales.

El fin del "Estado Novo"

En 1968, a raíz de un accidente doméstico que se negó a tratar médicamente, Salazar termina incapacitado y el entonces presidente, almirante Américo Tomas, convoca a Marcelo Caetano para que asuma como primer ministro, quien mantiene una línea de continuidad aunque introduciendo algunas reformas cosméticas como la redenominación del partido único como "Acción Nacional Popular" y la disolución de la PIDE y su remplazo por la DGS ("Direcção-Geral de Segurança").

Pero las verdaderas razones de la debacle del "Estado Novo" seguramente estriben en el desmembramiento del imperio colonial portugués. A principios de la década del 1960, en diversas posesiones coloniales portuguesas en África comenzaron movimientos de emancipación. Salazar decidió aplastarlos a sangre y fuego, a contrapelo de lo que ocurría en el resto del mundo, donde el Reino Unido, Francia e incluso España iban aceptando los procesos de reconocimiento de la independencia de sus antiguas colonias. Esa resistencia fue aislando a Portugal del resto del mundo aún más. A su vez, Portugal debía destinar cada vez más recursos humanos y materiales a sostener su guerra colonial, afectando a su economía.

La cada vez más costosa guerra colonial pegó muy fuerte en las FFAA. A pesar de que el régimen había privilegiado a los militares, los mandos medios resistían cada vez más el involucramiento en África. Pero no solo los mandos medios, porque a principios de los 70 ya había generales disidentes. Ejemplo de ello fue nada menos que el general António de Spínola, antiguo salazarista y que era el vicejefe del Estado Mayor de las FFAA, quien publicó un manifiesto en contra de proseguir la guerra en África, alcanzando una enorme popularidad y prestigio entre los militares. Caetano destituyó en forma fulminante a Spínola y varios de sus amigos dentro del Ejército.

En 1973 se había constituido clandestinamente el "Movimento das Forças Armadas" (MFA). Eran mandos medios militares, agotados por la guerra colonial, generalmente de ideas de izquierda, cuando no directamente comunistas. Esto es importante porque por esto decimos que la Revolución de los Claveles pudo haber terminado muy mal: el Partido Comunista de Portugal había desarrollado una eficaz tarea de infiltración en el mundo militar.

Luego de un primer y fallido intento de sublevación en marzo de 1974, en un mes lograron una mejor planificación de golpe, comenzando las operaciones en la noche del 24 de abril, culminándolas en la madrugada del 25. A las 4:00 el gobierno de Caetano ordena la represión de los militares rebeldes pero sus órdenes son desconocidas por completo. A las 9:00 el movimiento militar ocupaba ya todos los puntos claves del país.

Miles de civiles se lanzaron a las calles en las principales ciudades del país. En Lisboa, una multitud se volcó a las calles con las flores de temporada los claveles y los entregaron a los soldados, que los fueron colocando en los cañones de sus fusiles y de los tanques.

Al vencer a las 16:00 el plazo dado por los sublevados al ya esterilizado gobierno de Caetano para su renuncia, el general António de Spínola se dirigió al lugar donde se refugiaba el gobierno y recibió de Caetano su renuncia y la de todo su gabinete. Secretamente el fenecido gobierno entero fue autorizado a huir hacia Brasil. Caetano nunca más regresó al país, falleciendo en Rio de Janeiro en 1980.

Una transición de alto riesgo

La flamante Junta de Salvación Nacional nombró al general Spínola como nuevo presidente de la república el 15 de mayo de 1974. El antiguo general de la dictadura, empero, duraría poco en el nuevo gobierno revolucionario. El giro a la izquierda cada vez más pronunciado del nuevo régimen, lo lleva a renunciar al cargo el 30 de setiembre, siendo sustituido por el entonces jefe de Estado Mayor de las FFAA, general Francisco da Costa Gomes.

Spínola alentó en marzo de 1975 un golpe de estado que fracasó. Tras ese intento de golpe, el MFA anunció -nada menos- que se iniciaba la transición al socialismo. El primer ministro coronel Vasco dos Santos Gonçalves, marxista y cercano al Partido Comunista, nacionalizó toda la banca, buena parte de las grandes industrias, los seguros, los medios de transporte públicos y dio comienzo una reforma agraria. Ello llevó a que los ministros del Partido Socialista (PS) salieran del gobierno.

El 25 de noviembre de 1975, el sector del MFA controlado por el Partido Comunista intentó un golpe de estado, siendo reprimido por el sector moderado del MFA -cercano al Partido Socialista- liderado por el general António Ramalho Eanes.

El 27 de junio de 1976 se llevaron las primeras elecciones presidenciales democráticas de la historia de Portugal, alzándose con el triunfo el general Ramalho Eanes, independiente apoyado por una coalición encabezada por el PSP y partidos de centro derecha, entre ellos el de los antiguos salazaristas reciclados.

Se abría así una etapa plenamente democrática en la vida de Portugal, alejada de las décadas de dictadura fascistoide y del enorme peligro que significó en esos tumultuosos dos años el Partido Comunista.




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