A los 48 años, en plena actividad, falleció el viernes pasado, en la noche, en un accidente, el Senador Adrián Peña, provocando un generalizado sentimiento de pesar.
Desde el Presidente de la República hasta las principales figuras del Frente Amplio, acompañaron a los dirigentes colorados que consternados no podíamos resignarnos a la abrupta desaparición. Una vez más, todo el ambiente político, tan denostado con superficialidad, se congregó, sin diferencias ni matices, en el modesto cementerio de San Bautista, para despedir a uno de sus actores más relevantes. Estos días había protagonizado debates importantes y encendidos: allí estaban también, sin embargo, quienes habían discutido con él, aun con ardor.
De modesto origen canario, Adrián fue un ejemplo de permanente superación. En su vida privada, desarrolló, como buen hijo de San Bautista, una empresa dedicada al negocio avícola. Nunca dejó de atenderla. Sentía que era un modo de actuar en la inestable vida política sin las ataduras que muchas veces condicionan a quienes se vuelcan a ella. Los domingos eran sus días de trabajo comercial, porque no había descanso en su vida.
Desde su juventud se volcó a la lucha partidaria, desde una fuerte convicción colorada y batllista. Se formó junto a Jorge Batlle y en la última elección fue el organizador del grupo Ciudadanos que apoyó la candidatura de Ernesto Talvi. Liderando ese movimiento, hoy en apoyo del Dr. Robert Silva, venía trabajando activamente en la organización política de la Coalición Republicana en los 19 departamentos del país. Lo hacía con pasión convencido de la importancia política de ese proyecto electoral.
Siempre superándose, fue diputado, fue y era Senador de la República, así como el primer Ministro de Ambiente. Asumió en Aguas Corrientes, junto al histórico edificio de la primera empresa que abasteció Montevideo. A partir de allí quedaron definidas sus prioridades: el agua para la región metropolitana, el saneamiento para los pequeños pueblos, un sistema nacional de tratamiento de los residuos, economía circular, colaboración Estado-industria para enfrentar los dilemas del medio ambiente y el cambio climático. Trabajó incansablemente para organizar un ministerio moderno, que nacía para mirar hacia el futuro. Deja allí un legado, con una fuerte impronta.
En lo personal era un optimista. Creía en lo que hacía y trasmitía entusiasmo, convicción de que todo se va a hacer. Alegre, no le ganaba nunca la desazón o los inevitables enojos de la azarosa vida política.
Naturalmente, deja un enorme vacío. Ante todo en su familia, sus hermanos, sus sobrinos, pero especialmente para sus padres, que veían en él la culminación de todos sus anhelos. Ni hablar lo que significa para el Partido, en el departamento de Canelones, donde era la figura principal, con la que soñábamos dar la batalla por la Intendencia, y en todo el país, con el movimiento de Ciudadanos y su articulación general. Ya había demostrado como Secretario General su capacidad de organización y ahora, en un plano nacional, era bisagra con todos los sectores. En el Senado, pierde el país a una gran figura de entendimientos, cuya proyección hacía el futuro parecía no tener límites.
Algo tan abrupto e inesperado, sacude. Pero, como dice el poeta, deja el que ha vivido, vive el que ha dejado.
JMS