Zona Franca y puerto libre para Juan Lacaze

Por Luis Hierro López

El establecimiento de una zona franca y la habilitación de un puerto libre pueden abrir algunas esperanzas.

La competencia internacional y los altos costos internos han significado el cierre por ahora definitivo de Fanapel, así como antes fue desapareciendo la industria textil, en un proceso que ha provocado un gran desaliento de los trabajadores y las fuerzas vivas, que no confían en una reconstrucción. Voceros sindicales - https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/2/sindicato-de-fanapel-cuestiona-a-vazquez-por-sus-dichos-sobre-la-fabrica/ - aseguraron que ya durante su primer mandato el presidente Vázquez hizo promesas incumplidas.

Ante esa situación, desde diversos ámbitos han surgido voces de preocupación y algunas propuestas, como las que hizo el ciudadano colorado Enrique Piqué en su muro de facebook, de darle a Juan Lacaze la condición de zona franca. La idea me pareció interesante e hice consultas con expertos de primer nivel, quienes me aseguraron que esa solución es muy factible, aun cuando puede generar algunas reticencias de Argentina y de Brasil, las que podrán superarse si Uruguay demuestra habilidad y firmeza para negociar. No es posible acudir a medidas de salvataje tipo Fondes ni reiterar la instalación de industrias convencionales, para las que no hay inversiones a la vista y que se verían agobiadas por los actuales costos del Estado.

En ese contexto, convocar a los interesados a nivel internacional para administrar una zona franca dedicada, por ejemplo, a los negocios del agro y específicamente a la instalación de fábricas de aceite de soja o similares y a la exportación de graneles líquidos y otros productos con valor agregado, permitiría establecer pequeñas industrias competitivas que ofrezcan empleos seguros y bien remunerados. Habría posibilidades de contar rápidamente con proyectos en ese sentido. A la vez, una salida de ese tipo descongestionaría Nueva Palmira, lo que a esta altura es imprescindible.

La declaración de “puerto libre” –esa es la denominación oficial– permitiría intensificar el tráfico hoy muy menguado, a través de barcazas que conectarían con puerto Zárate y con otras estaciones portuarias argentinas. El canal de acceso tiene hoy una profundidad de tres metros y con poca inversión en obras de dragado se podría llevar a cuatro metros, con lo que el puerto sería muy eficiente para operaciones de cabotaje. Si Juan Lacaze es puerto libre, tendría además precios muy accesibles por sus servicios, lo que le permitiría mantener una importante actividad en forma permanente.

A la vez, al encontrarse en una zona franca, podrían ingeniarse soluciones concretas para Fanapel, como la exoneración del arancel externo común  –hay un cupo de hasta U$S 500 millones por año, pero las empresas que acceden a ese beneficio no lo estarían utilizando en su totalidad–; la exoneración o rebaja sustantiva de las tarifas, ya que esos costos fueron uno de los problemas concretos que provocaron el cierre de la fábrica; y la exoneración permanente o temporaria de la tasa de mercadería que hoy impone la Administración Nacional de Puertos, que es muy alta.

Estas son algunas ideas que permiten avizorar esperanzas y esperamos que el Poder Ejecutivo trabaje con ellas, para rebatirlas o mejorarlas, pero no para guardarlas en un cajón, que es la actitud que trasmitió el Presidente Vázquez cuando desde Rusia y tras entrevistarse allí con el titular del Pit-Cnt, Fernando Pereira, descartó las expectativas.

En Uruguay hay hoy 11 zonas francas, algunas de las cuales funcionan muy bien y otras más o menos. Además de la que se autorizaría para la tercera planta de celulosa en Paso de los Toros, Juan Lacaze es el único pueblo del país que merece una consideración administrativa y política de esta índole. Por su rica tradición fabril y sindical, los sabaleros pueden responder con inteligencia y con voluntad a un desafío de esta índole, que es parecido al que imaginó el Batllismo cuando instaló la primera zona franca, en 1923, precisamente en Colonia.



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