Por Consuelo Pérez
Hace veintiocho años, un 5 de febrero de 1996, el Frente Amplio perdió el republicanismo que ostentaba, cuando se sumaron los movimientos antidemocráticos que hoy son su esencia, provocando la renuncia de Liber Seregni, que con un empujoncito de quien después fue dos veces presidente, se retiró -dicho por sus propios familiares- por la "puerta de atrás".
Todos los que vivimos esa época lo recordamos, aunque a muchos les convenga hacerse los olvidados, y hasta utilicen el nombre del expulsado.
No acostumbramos opinar de la interna de otros partidos, ni nos interesa, pero la reflexión que sigue incumbe a todos los uruguayos, al país cuya democracia, hoy, es resaltada a nivel mundial, después de quince años de ocultamientos, impericia y "medias tintas" en asuntos de Democracia y transparencia.
El Frente Amplio empezó hace veintiocho años su tarea destructiva, donde el viaje a Europa del después presidente reclamando el default es solo un ejemplo claro de posicionamiento moral. Obtenido el poder, el país tuvo que esperar quince años para que la ciudadanía tomara conciencia del fracaso, de la mentira, de la incompetencia reflejada en pérdidas millonarias, de la corrupción y desfile por las oficinas del crimen organizado de varios referentes del gobierno; en definitiva, de la entelequia que, como es sabido, siendo oposición, sigue sin una sola propuesta constructiva.
Por supuesto que el ciudadano puede optar por elegir a defensores de las dictaduras que visitan dictadores, a los que festejan el cumpleaños de la vergüenza cubana y la "toma de Pando". Están en su derecho. Aunque sea bochornoso, por ejemplo, que de boca de Cosse no salga ni con "fórceps" que Venezuela es una dictadura, cosa que es coherente con su totalitaria ideología.
Pero a sabiendas de que el voto "vale uno" y de que no todos analizamos por igual el contenido de las propuestas electorales, es directamente inmoral -y coherente con la hipocresía que cumplió veintiocho años- la campaña de engaño y reparto de noticias falsas o distorsionadas que candidatos con posibilidad de ganar en la interna del hoy frenteampliopitcnt se han embarcado. Apuntan al indeciso, o al que vota por motivos que no calificaremos, y dudan de su inteligencia. Y de la del resto de los ciudadanos.
De la misma forma en que no hay medias tintas en asuntos de la Democracia, porque no es "distinta" cuando un execrable dictador la comanda, no hay medias tintas entre el discurso leal -así sea totalitario- y la hipocresía que impunemente -eso creen- campea en la perorata pre electoral de la agotada oposición.
Por supuesto que sea cual sea la decisión del pueblo en cuanto al país que quiere, si continuar con el crecimiento e inserción en el mundo, o volver al populismo que indefectiblemente lleva al hambre y destrucción -miremos a nuestros vecinos- será obviamente respetada en su más amplia acepción, pero no se puede permitir en sus líderes la hipocresía obscena como "modus operandis".
Pero desde ya asumimos que esa actitud no cambiará, porque está en ADN del conglomerado opositor desde hace veintiocho años, y porque como bien lo dijo el Filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900), "No hay nada más hipócrita que la eliminación de la hipocresía".