Un poco de historia acerca de la UAM

Por Tomás Laguna

Más de 30 años pasaron desde que la administración colorada al frente de la Intendencia de Montevideo resolvió la construcción de un nuevo mercado centralizador para la producción granjera de nuestro país.

El inicio de las actividades operativas luego de la inauguración de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana, adecuado nombre para el nuevo mercado centralizador de frutas y hortalizas, merece volver sobre su historia, repitiéndonos de las varias oportunidades que ya nos hemos referido al tema. Vale insistir una vez más procurando ubicar los protagonismos en su adecuada dimensión.

Durante años el Mercado Modelo fue regenteado por una concesionaria privada. Creado en 1934, fue entregado en usufructo durante 40 años a la Concentración Nacional de Productores Agrícolas, que operaba como sociedad anónima. Durante la primera administración municipal posterior a la dictadura se tomó la decisión de rescindir aquella suerte de concesión, recuperando la administración del mercado por parte de la intendencia. A la vez se contrató una consultora privada para que realizara un estudio sobre las condiciones que debía reunir un mercado concentrador de productos de granja en nuestro país. Todas aquellas decisiones correspondieron a la gestión municipal colorada (1985-1989). Hubo por entonces sobradas razones para finalizar aquella longeva concesión, aunque la idea no fue precisamente estatizarlo a través de la IMM sino buscar una solución de administración compartida público - privado.

Aquel estudio de consultoría fue encargada al grupo Semmaris Rungis de Francia, administradores del mercado concentrador de París, quienes lo llevaron a cabo en conjunto con el estudio de consultores TEA. Al cabo del mismo se entregó un análisis muy detallado del comportamiento del consumo no solo en Montevideo sino en todo el interior, sentenciando que dado el tamaño del país y el limitado consumo interno, no ameritaba más que un solo mercado concentrador para los productos de granja. El mismo debía estar ubicado próximo a la mayor concentración de la demanda, y con proyección exportadora futura, cercano al puerto y a la ciudad de Buenos Aires. Luego de analizar 8 diferentes lugares en el departamento de Montevideo, la consultora propuso 2: las instalaciones del Frigorífico Nacional detrás del Cerro y el entorno de la ruta 5 a la altura de Melilla. El primer lugar era luego descartado en función de que la vía de acceso determinaba un embudo, y consiguiente congestión en el acceso y salida. Por lo que finalmente se propuso la zona de Melilla, por entonces se sugería los campos que un conocido escritorio rural utilizaba para la concentración de ovinos previo a su exportación en pie.

Con la presentación del informe final se incluyó una "maquette" del edificio de carácter modular, pensado para una operación rápida de descarga y carga posterior de la producción. Su construcción por entonces se estimó en 16 millones de dólares (muy inferior a los más de 90 millones de dólares que costó la UAM). Se estimaba por entonces que aquel monto se recuperaba en gran parte con las ventas de espacios a nuevos operadores, y la ampliación de las comodidades a los actuales (a estos se les respetaba el lugar al que ya tenían derecho). Solo faltaba la decisión política de su construcción, pero para ello la Intendencia de Montevideo necesitaba apoyo financiero del Gobierno Central. Y acá abortó aquella iniciativa luego de los resultados electorales de 1989.

Las elecciones de 1989 dividieron aguas, el gobierno de la República quedó en manos del Partido Nacional mientras que la administración departamental de Montevideo fue a parar a manos del conglomerado izquierdista. De arranque los "progresistas" descartaron la posibilidad de una administración mixta del futuro mercado, más allá de su proverbial desconfianza de todo lo que venía de las anteriores administraciones. A su vez el gobierno nacional recibía presiones desde Canelones, dónde el por entonces Intendente canario, Dr. José Andújar, procuraba llevarse el mercado para su departamento, más precisamente a las instalaciones del ex frigorífico COMARGEN.

Así fue que el mercado concentrador de la granja, previsto para un sector moderno y un abasto a la población con productos de calidad entró en una suerte de hibernación sin tiempo. Nuestro Partido mantuvo su compromiso con la granja, en el segundo gobierno del Dr. Sanguinetti se instrumentó el Programa de Desarrollo de la Granja, el que sin duda necesitó de un mercado moderno para canalizar su producción. Durante el gobierno del Dr. Jorge Batlle se instrumentó el Fondo de Reconstrucción y Fomento de la Granja plasmado en la ley 17.503 de mayo del 2002, estableciendo condiciones diferenciales para la producción nacional respecto de los productos importados, en apoyo tanto de la producción a nivel de chacra como en su transformación industrial. Todos estos esfuerzos se diluyeron una vez la izquierda en el gobierno nacional. Los disgustos de la granja derivaron en movilizaciones. El último viernes de setiembre de 2011 una asamblea convocada por la Confederación Granjera y la Asociación de Productores Agrícolas de Canelones reunió a más de 300 productores en el Centro de Viticultores de Las Piedras, resolviendo movilizaciones en las rutas de acceso a Montevideo, dónde se procedió a repartir productos frescos de granja a quienes por allí transitaran.

Más de 30 años pasaron desde que la administración colorada de la Intendencia de Montevideo se hizo de la administración del mercado para encarar la construcción de uno de última generación. El nuevo mercado se creó como persona de derecho público no estatal a través de la ley 18.832 de octubre de 2011 y su modificativa 19.720 diciembre de 2018. Para que esto ocurriera debió coincidir nuevamente el gobierno de la República con el gobierno departamental. Aquí vale el dicho más vale tarde que nunca, pero el mérito por la construcción del edificio se opaca en la demora por su concreción.

Bienvenida la UAM, enhorabuena para la pujante granja nacional.




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