Qué estamos viendo...

Por Julio María Sanguinetti

Estamos batallando por cosas mucho más importantes que una candidatura presidencial que en lo personal nada agrega. Se trata —nada menos— de construir una genuina alternativa política que reúna a toda la oposición.

Desde fines de mayo, en estos cinco meses, venimos dando vueltas por el país. Por supuesto, hemos enredado nuestra vida, porque hace tiempo que no he podido escribir ni para “La Nación” ni para “El País” de Madrid, que ha sido lo más sacrificado de lo que eran mis rutinas. Algunos viajes se han mantenido, porque no se podían eludir: acabamos de llegar de Bogotá, donde reunimos el Círculo de Montevideo, que presidimos, y en unos días marcharemos a Madrid, al Foro Iberoamérica, el grupo fundado en su tiempo por Carlos Fuentes y que co-presidimos con el ex Primer Ministro portugués Francisco Pinto Balsemão. Otras conferencias también han sido borradas del calendario, pero al final de cuentas, como “sarna con gusto no pica”, nos sentimos satisfechos con lo realizado en estos meses.

Como ya hemos explicado más de una vez, salimos a fundar “Batllistas” a pedido de un grupo de correligionarios que no encontraban el modo de ser útiles a la causa partidaria. Lo sentimos como una suerte de deber moral, un mandato de conciencia. Se había alejado Pedro Bordaberry, pese a vivir el mejor momento de su carrera política, y el Partido Colorado estaba fuera de la conversación. La opción de Ernesto Talvi aún no estaba en el escenario y de nuestras múltiples charlas, aunque me costaba asumirlo, me iba quedando claro que su voluntad era caminar por una estructura nueva, no obstante ya había sumado a su actividad a figuras tradicionales.

El hecho es —a pesar de nuestra edad— salimos a la batalla electoral, en una etapa nueva de nuestra vida. Hasta ese entonces estábamos en el periodismo, en la batalla de ideas y en nuestro combate por la verdad histórica. Ese escenario cambió. Había que superar el ánimo derrotista del Partido y reintegrarlo a la conversación. Hoy podemos decir, con alegría, que ambos objetivos se lograron. El Partido Colorado duplicó sus magros saldos en las encuestas, todo el mundo reconoce que estamos creciendo y “Batllistas” ha pasado a ser una incuestionable realidad. Desde nuestro ángulo, miramos con simpatía y fraternidad a los demás movimientos colorados, comprobamos que tanto “Uruguay Batllista” como “Ciudadanos” están trabajando con entusiasmo y anhelamos que su esfuerzo robustezca el proceso de crecimiento.

La “interna” no nos apasiona. De nosotros no saldrá el menor agravio o cuestionamiento a las demás tendencias coloradas. De verdad queremos que crezcan y que juntos mostremos una colectividad vigorosa. Lo que sí nos motiva —y mucho— es lograr que ese buen momento partidario se traduzca en una expresión electoral decisiva en octubre del año que viene y nos permita ser la base de una propuesta de alternativa opositora al exhausto Frente Amplio. Desde el primer día estamos hablando de “gobierno de coalición”, tratando de repetir la exitosa fórmula de 1995, que nos permitió —entre otras cosas— derrotar la inflación, salvar la seguridad social y reformar la educación.

Por supuesto, una y otra vez se me hace la pregunta de “la candidatura” y una y otra vez respondo que nuestra ambición es mayor, porque definir la elección y ayudar a armar un gobierno es bastante más que una eventual postulación que nada nos agrega a esta altura de la vida. En “Batllistas” ocurre que estamos llenos de posibles presidenciables, como Tabaré Viera o Luis Hierro, o Luis Mosca, o Isaac Alfie, Didier Opertti, Germán Cardoso u otros hombres de Estado que le siguen ofreciendo su concurso al país. Ninguno —empezando por nosotros mismos— tenemos esa vocación hoy y estamos luchando por algo tan grande como es producir un relevo en el gobierno.

Estamos convencidos que otro período frentista, sin el freno que ha representado Astori para las locuras que se oyen diariamente, nos pondría en el camino de un desbarranque. Hasta ese permisivismo que vemos en una calle, inundada de rapiñeros, ocupantes de espacios públicos y abusivos mendicantes, tememos que sea la semilla de una desmedida reacción represiva. No exoneramos a Astori de sus “espacios fiscales” y otros serios pecados, pero no podemos dejar de reconocer que si no se desconoció la deuda externa o se nacionalizó la banca, es por su influencia, hoy claramente debilitada. El Frente Amplio de ahora es el de la lucha de clases, el puro y duro, el que llega a aceptar lo que robaron los Kirchner, porque sería menos que lo que cuesta un ajuste fiscal; como si el ajuste no fuera la consecuencia de aquel gobierno abusivo o como si gobernando bien, pudiera robarse tranquilo…

Dicho esto, pensamos que la interna de junio le dará al Partido Colorado una nueva conducción, responsable de esos objetivos nacionales tan acariciados. Allí estaremos, respondiendo a una Convención y un Comité Ejecutivo que confiamos con certeza que estarán la altura de las circunstancias históricas que nos toca vivir. Ellos tendrán que llevar el Partido adelante, con espíritu de unidad, cualesquiera fueren las mayorías o minorías que circunstancialmente aparezcan.

Sentimos reverdecer al Partido Colorado. Es lo que estamos viendo en todo el país. No hay reunión o día en que no recibamos a algún viejo colorado que se había alejado y retorna. Del mismo modo que también se nos arriman jóvenes, especialmente menores de 30 años, con expectativas para un Partido al que recién reconocen y cuya historia de realizaciones les motiva.

En eso estamos y en eso seguiremos. Después del verano vendrá otra etapa.



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