Edición Nº 1065 - Viernes 12 de diciembre de 2025

Pinocho y un rosario

Por Julio Aguiar Carrasco

Los rosarios del Papa Francisco van y vienen en medio de confirmaciones y desmentidos

Tanto El País de Madrid como O Globo de Brasil informaron que el abogado argentino Juan Gabrois, ex asesor del Papa Francisco, habría entregado a Lula un rosario enviado por aquel.

En las redes sociales de Lula se señala expresamente que el rosario era un regalo del propio Papa Francisco. La noticia va acompañada por una foto del rosario, dentro de una preciosa cajita color rojo.

Pocas horas después de este anuncio, el mismísimo Vaticano emitía un comunicado bastante tibio, señalando que el Papa Francisco no había enviado un rosario a Lula y que sí había bendecido un grupo de ellos (entre los que estaría el que llegó a manos del ex mandatario).

Podría ser un mal entendido, pero suena más a picardía. Las opciones de que fue lo que sucedió, son muchas y variadas. Cualquiera sea el escenario, este hecho, aún con sus enormes diferencias, me recuerda al uso político que se le dio a la muerte desgraciada de Maldonado, en la Argentina.

¿Por qué? Pues no importa inventar pruebas y mentir a mansalva con tal de generar un relato creíble y tener una víctima de la “crueldad del gobierno”.

¿Acaso hoy mismo, en los propios centros de enseñanza, “progres” uruguayos, no le cuentan a los jóvenes nuestra historia reciente a medias, que es peor que la mentira?

Claro, lo de Maldonado resultó todo una gigantesca y miserable canallada. ¿Alguien pidió disculpas? ¿Alguien reconoció el horror que supone jugar con la muerte? Nadie; para qué, el plan había fracasado.

No es la primera vez que el Papa Francisco “habría” enviado un rosario. Esto no lo condena automáticamente, pero no se puede olvidar que le envió uno a María Salas, una mujer nada recomendable, presa y muy posiblemente procesada por enriquecimiento ilícito como autora de varias maniobras con fondos públicos usados en su beneficio.

Eso sí, peronista y kirchnerista, lo que explica muchas cosas. El Papa no ha tratado a todos como iguales: por ejemplo, el caso del venezolano Cristóbal López, detenido tres años sólo por ser un opositor. Y se negó a recibir a su esposa, que estuvo horas parada en la Plaza del Vaticano, esperando un milagro que no se produjo. ¡Para ellos no hubo rosarios!

El Papa es peronista, cosa que no puede ocultar. Está en sus genes: y le atraen los populismos de “izquierda”, no importa si se robaron montañas de dólares.

Le erró muy feo en Chile, donde tuvo que dar marcha atrás; llegó tarde y mal a una “negociación” en Venezuela. Parece caminar en arena movediza con la pedofilia. Pero, cada tanto, le brota el “populismo” y envía un rosario a alguien para que genere un buen incidente.

De todos modos, estos antecedentes no lo inculpan en nuestro rosario de estos días.

Lula, un gran actor, político de raza, pícaro, hasta llora en el momento oportuno: preso por lavado y peculado, sin contar las nuevas acusaciones que le caen por el caso Odebretch; por supuesto, se declara inocente.

Necesita como la sangre y para sobrevivir, ser considerado una víctima y un preso político, en un país en donde su sistema político no tiene un solo PP metido hasta el cuello en temas de corrupción por muchos miles de millones de dólares.

Fue por iniciativa de las redes sociales de Lula, las que colgaron la noticia sobre el supuesto regalo del Papa. No es un detalle menor y parece incriminar más al ex Presidente: si fuese mentira, tomar esta decisión es muy pesado.

Cabe la posibilidad de que el Dr. Juan Gabrois mintiera o pasara un comunicado equivocado, dado que no le permitieron ver a Lula cuando llevó el rosario.

La mentira está en algún lado. No importa donde ni quién, lo cierto es que en los relatos de la “izquierda” está frecuentemente presente.

Este caso del rosario, bastante menor, solo reitera una conducta. Lo grave es cuando se trata de cosas de vida o muerte (Nissman), de corrupción (mensalao, lava_jato, etc.) en el caso de Lula o de Sendic con ANCAP: la mentira sirve para emparejar, confundir y dificultar cualquier investigación.

El Papa peronista y Lula la víctima, tienen ahora un pequeño problema para aclarar.

Y Lula juega a la desesperada. Si no llega a las elecciones de octubre, es su fin. ¡Todo parece indicar que así será!



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