Edición Nº 1043 - Viernes 11 de julio de 2025

Nostálgicos de la violencia

Por Luis Hierro López

Uruguay debe ser uno de los últimos países del mundo donde se sigue rindiendo homenaje a la ETA, la organización terrorista española que provocó más de 800 asesinatos. Quienes el lunes 24 manifestaron en "protesta" por los acontecimientos del Filtro no sólo vulneran la memoria, sino las reglas básicas de la vida democrática.

Es francamente asombroso que siga habiendo manifestaciones de recordación de los incidentes del Hospital Filtro de agosto de 1994. Los hechos son indesmentibles: se trató de una revuelta antidemocrática ante una sentencia judicial que determinó la extradición de tres etarras, requeridos por la justicia española por ser autores de diversos crímenes.

Varios sectores del Frente Amplio organizaron una asonada, en la que estuvo presente nada menos que Tabaré Vázquez, candidato de la coalición, para impedir que los vascos fueran trasladados al aeropuerto. El extupamaro Jorge Zabalza relató con detalle, en el libro biográfico que hizo Federico Leicht, el armamento de todo tipo que habían acumulado para enfrentar a la Policía e imposibilitar la aplicación de la sentencia judicial. En la represión de ese operativo murió un joven manifestante - en circunstancias que nunca pudieron aclararse - y la justicia procesó posteriormente a algunos oficiales de la policía que estaban a cargo, pero los autores de la asonada no fueron investigados, porque las revelaciones que hizo Zabalza fueron posteriores.

Esos son los hechos, que demuestran que no hay ningún motivo para celebrar. En todo sentido fue un asunto censurable. Veamos.

1. Los tres etarras detenidos en Uruguay fueron procesados por asesinatos. Uno de ellos fue primero liberado, al llegar a España, pero luego detenido y procesado en Francia, confirmándose su pena. La ETA fue una organización terrorista autora de por lo menos 857 crímenes.

2. La extradición fue resuelta según las normas jurídicas. Organizar una revuelta contra una sentencia judicial es, en cualquier interpretación posible, un acto antidemocrático. La regla de oro de una democracia es que las sentencias judiciales se acatan, porque si no es así, entramos en el terreno de las revueltas armadas.

3. No hay dudas de que los tupamaros y otras organizaciones mantuvieron su prédica y su organización guerrillera después de la apertura democrática de 1985. El libro del politólogo Adolfo Garcé, "Dónde hubo fuego", registra con precisión indesmentible las actuaciones clandestinas que varios grupos tuvieron hasta finales de los años 90. Hicieron entrenamiento, obtuvieron financiación y mantenían un aparato armado. La asonada del Filtro fue un capítulo más de esa triste etapa.

Sería bueno que manifestaciones de este tipo no se celebren nunca más. ¡Nunca más! a la idiotez de rendir culto a la violencia.




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